¿Quién fabrica nuestra ropa? Así funciona la producción de moda
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¿Alguna vez te has preguntado quién fabrica realmente tu ropa y cómo afecta la cadena de suministro de la moda a la vida de los trabajadores?
Este análisis busca profundizar en cómo funciona la producción en la industria de la moda y explora qué cambios son necesarios para generar un impacto significativo en el sector.
FashionUnited entrevistó a Kim van der Weerd, exgerente de fábrica con experiencia en derechos humanos, que aboga por una cadena de suministro más justa y colabora con diversas organizaciones para abordar las desigualdades en el sector. A través de su pódcast Manufactured, promueve asociaciones más equitativas entre marcas y fabricantes, abordando el impacto de los sistemas de producción en las personas y el medio ambiente.
1. ¿Cómo se producen las colecciones de moda? ¿Cómo es la cadena de suministro en la industria? ¿Quiénes son los fabricantes, productores y proveedores?
La producción de colecciones de moda implica una compleja red de relaciones, roles y procesos que dan vida a los diseños.
"La línea entre una 'marca' y un 'proveedor' no es tan clara como podría parecer", comienza Van der Weerd. "Por lo general, las marcas se centran en diseñar, comercializar y vender productos, mientras que los proveedores se encargan de la fabricación de las prendas. Sin embargo, en la práctica, estos roles a menudo se solapan. Muchos proveedores ahora ofrecen servicios de diseño y desarrollo de producto e incluso venden directamente a los consumidores en sus propios mercados locales".
El término proveedor varía según el contexto. Van der Weerd explica que "es un término flexible que depende de su relación con otras entidades dentro de la cadena de suministro". Una fábrica textil puede ser proveedor de una marca de ropa, vendiéndole tejidos terminados. Esa misma fábrica textil compra algodón crudo o fibras sintéticas a otra entidad, que se convierte en su proveedor.
Van der Weerd busca proporcionar un ejemplo simplificado de la cadena de suministro de la moda: “Cuando una marca de moda crea una colección, generalmente colabora con una fábrica de confección conocida como cut-and-sew para producir las prendas,” explica.
También conocida como cut, make, trim (CMT, por sus siglas en inglés), se traduciría al español como corte y confección.
Ten en cuenta que las cadenas de suministros de la moda son mucho más complejas que este ejemplo relativamente simple. “Algunas fábricas de confección realizan todo el proceso, desde hilar el hilo hasta fabricar ropa terminada, ready-to-wear. Esto se conoce como ‘operaciones integradas verticalmente’, mientras que otras solo se encargan de ciertos pasos”.
En otros casos, una marca de moda adquiere sus productos a través de un intermediario, como un comerciante o un agente. “Por lo tanto, las posibilidades y combinaciones dentro de la cadena de suministro de moda son infinitas”.
2. ¿Cómo contribuyen las cadenas de suministro complejas y la subcontratación a problemas sociales persistentes, como las malas condiciones laborales o los bajos salarios para los trabajadores del sector textil? ¿Es la transparencia una solución viable?
En la industria de la moda actual, muy pocas marcas producen sus propias prendas. Normalmente, dependen de otras empresas (“los proveedores”) para fabricar sus colecciones, una práctica conocida como subcontratación.
Sobre la subcontratación
La mayoría de las marcas en el sector de la moda diseñan y venden las prendas, pero externalizan la producción a fabricantes externos, generalmente en países asiáticos en los que los salarios son más bajos, como Bangladesh, Camboya y Myanmar .
Esta estrategia cobró relevancia en Europa en la década de los 60 y alcanzó su apogeo en los años 90.
La industria de la moda suele atribuir la persistencia de las malas condiciones laborales y las violaciones de los derechos humanos a la complejidad y extensión de sus cadenas de suministro globales, donde cada etapa de la creación de prendas suele ser subcontratada a diferentes proveedores, a menudo en regiones con mínima supervisión regulatoria.
Sin embargo, este argumento ignora el hecho de que las marcas eligen tener estos sistemas complejos, afirma Van der Weerd. “Las largas y complejas cadenas de suministro de la industria de la moda son una decisión deliberada de las marcas y minoristas, más que una necesidad inherente. Han optado por minimizar su riesgo financiero trasladándolo a sus cadenas de suministro. Los proveedores, a su vez, transfieren el riesgo (por ejemplo, a través de subcontrataciones, externalizaciones y contratos a corto plazo) hasta que, finalmente, recae sobre los más vulnerables”.
“Simplemente hacer estas cadenas de suministro más transparentes no resuelve el problema. El sistema en sí fomenta comportamientos indebidos porque está diseñado para minimizar riesgos para las marcas y minoristas a expensas de las empresas a lo largo de la cadena de suministro. Incluso con buenas intenciones, es difícil para las empresas actuar éticamente dentro de esta estructura”, señala Van der Weerd.
“Cuando salen a la luz situaciones en las que se han producido abusos de los derechos humanos, las marcas suelen argumentar que es difícil monitorear cadenas de suministro tan largas y que resulta complicado supervisarlo todo. Pero nunca mencionan que la razón por la cual estas cadenas están estructuradas de esta manera en primer lugar es porque les beneficia”.
Van der Weerd sostiene que debemos cambiar nuestra perspectiva. “En lugar de enfocarnos únicamente en las malas prácticas de fábricas individuales, debemos reconocer cómo las marcas diseñan estos sistemas para protegerse mientras ponen en riesgo a los trabajadores”.
3. ¿Existen riesgos en la producción de prendas? ¿De qué tipo? ¿Y quién asume el riesgo?
Las marcas proporcionan a las fábricas una proyección, que es una estimación de cuánto creen que comprarán a sus proveedores, explica Van der Weerd.
Sobre las proyecciones: prever lo que los consumidores querrán en el futuro
Debido a los largos ciclos de producción y las grandes cantidades necesarias para la ropa prêt-à-porter, las empresas de moda deben decidir con mucha antelación a la temporada de ventas qué diseños y cantidades producir. Como resultado, la mayoría de los diseñadores y marcas comienzan a desarrollar sus colecciones entre seis meses y un año antes. Con todo programado con tanta antelación, la industria de la moda enfrenta una significativa incertidumbre y riesgo, ya que es un sector altamente sensible al mercado...
En palabras de Matthijs Criettee, Secretario General de la Federación Internacional de la Confección (IAF) y líder de proyecto en la Iniciativa de Términos Sostenibles de Comercio (STTI) de los Países Bajos: "El sector es, en realidad, una gran máquina de apuestas, porque ¿quién sabe qué querrá la gente vestir dentro de seis meses o un año?"
La fábrica utiliza esta proyección para decidir cuántos empleados necesitará y cuánta materia prima comprar para cumplir con la demanda estimada.
Sin embargo, estas fábricas generalmente no reciben muchas garantías por parte de las marcas, enfatiza Van der Weerd. “Contratar personal y adquirir materiales son decisiones financieras irreversibles que un gerente de fábrica debe tomar mucho antes de recibir pedidos confirmados”.
“En otras palabras, los proveedores asumen desproporcionadamente el riesgo financiero”, afirma la experta. “Un dueño de fábrica comparó su papel con el de un banco porque estaba financiando los costos de producción entre seis y nueve meses antes de recibir el pago por parte de las marcas”.
En profundidad: las complejidades y el riesgo financiero de la planificación en la cadena de suministro de la moda
Van der Weerd: “A continuación, encontrarás un ejemplo visual de la ‘receta’ de una prenda desde la perspectiva de una fábrica de corte y confección. Esta camiseta específica (llamada Camiseta A) requiere varios ‘ingredientes’”.
“Cada uno de estos materiales se obtiene de diferentes proveedores, y cada proveedor tiene su propio tiempo de entrega (el tiempo que transcurre desde que se realiza un pedido hasta que se recibe, ed.) y cantidad mínima de pedido o MOQ (la cantidad más pequeña que un proveedor acepta por un pedido único, una práctica común en el sector de la moda, ed.),” explica.
“El siguiente visual (abajo) muestra cómo una fábrica necesita planificar con anticipación para cumplir con los plazos de producción”, dice Van der Weerd.
“Tres semanas antes de que los productos deban salir de la fábrica, llega la orden de compra (esta es el compromiso firme de la marca de comprar un número determinado de piezas), como se indica en el bloque rosa brillante”.
“Sin embargo, si el gerente de la fábrica espera esta orden de compra para empezar a pedir telas y materiales o contratar personal, perderá el plazo debido a los tiempos de entrega de los proveedores. Para garantizar que los materiales lleguen a tiempo, la fábrica debe realizar los pedidos en este ejemplo aproximadamente 19 y 6 semanas antes, como se muestra en los bloques morados”.
Y este proceso de planificación ocurre en cada nivel de la cadena de suministros, enfatiza Van der Weerd. Cada proveedor debe preparar inventario con anticipación, basándose en los tiempos de entrega y las cantidades mínimas de pedido.
Los requisitos de tiempos de entrega y cantidades mínimas de pedido en cada nivel de la cadena determinan la cantidad total de materiales o productos producidos a lo largo de toda la cadena, así como el tiempo total que lleva completar el proceso de producción (tiempo total en completar la cadena de suministro).
El efecto cascada de los tiempos de entrega y las cantidades mínimas de pedido: los proveedores acumulan inventario
Para cumplir con los tiempos de entrega cortos exigidos por las marcas, los proveedores a lo largo de la cadena cuentan con excedentes en cada etapa, explica Van der Weerd.
“Por ejemplo, si una marca pronostica que necesitará 100 camisetas, cada proveedor de la cadena—producción de hilo, tejido y confección de prendas—debe preparar suficientes materiales para esas 100 camisetas y cumplir con ese pronóstico por adelantado”.
“Si no lo hicieran, correrían el riesgo de perder pedidos”, subraya la experta. “Esto significa que los proveedores, de manera desproporcionada y en relación con sus márgenes, asumen el riesgo financiero de la volatilidad del mercado o los cambios en la demanda del consumidor. También es un resultado subóptimo del sistema porque aumenta el riesgo financiero para la mayoría de los actores (excepto para las marcas), además de generar desperdicio y sobreproducción”.
Nota importante: sobre la producción en grandes volúmenes en la moda
En el ejemplo anterior, se habla de 100 camisetas. Pero atención: las camisetas a menudo se producen en decenas o incluso cientos de miles, añade aquí Simone Preuss, experta en sostenibilidad y periodista. “Esto dificulta que las marcas pequeñas (y sostenibles) encuentren proveedores dispuestos a aceptar pedidos más pequeños”.
Este problema resalta el enfoque de la industria en el volumen y la cantidad por encima de la calidad, señala Preuss. “Incluso las marcas de lujo producen miles o decenas de miles de sus prendas/bolsos para satisfacer la demanda mundial, a veces en las mismas fábricas que gigantes del retail como H&M o Zara, lo que hace que la 'exclusividad' de los productos de lujo sea en gran medida artificial”.
4. Por lo general, las condiciones de los trabajadores de las fábricas donde se confecciona nuestra ropa no son buenas y sus salarios son miserables. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué los trabajadores del sector textil a veces ni siquiera reciben un salario digno? ¿Por qué no se puede aumentar el salario mínimo, entre otras cosas? ¿Qué se necesita para cambiar esta situación?
Los bajos salarios y las condiciones precarias de los trabajadores del sector textil suelen justificarse por la necesidad de cumplir con los objetivos de costos de la industria de la moda. Según Van der Weerd, el verdadero problema radica en la necesidad de las fábricas de mantener sus recursos completamente utilizados, incluso frente a una demanda fluctuante.
“Cuando era gerente de fábrica, lo que me quitaba el sueño eran los recursos desaprovechados, ya fueran materiales o trabajadores”, afirma. “Me refiero a esos casos en los que, debido a desviaciones en las previsiones, los pedidos reales de las marcas no coincidían con sus pronósticos, malgastando recursos”.
Para ilustrarlo, Van der Weerd describe una fábrica donde el montaje “más eficiente” permite producir 100 camisetas por hora con un equipo de 20 personas. “Si de repente la demanda cae a 50 camisetas por hora, la fábrica debe asumir el costo de ese tiempo. Nada dentro de las cuatro paredes de la fábrica ha cambiado: nadie ha sido contratado o despedido, pero el costo laboral por pieza se ha duplicado”. Argumenta que esta fluctuación en la demanda tiene un impacto mayor en los costos que los (pequeños) aumentos salariales en los que suelen enfocarse los activistas.
“Es inevitable que las previsiones sean incorrectas”, aclara Van der Weerd, “pero las marcas no asumen los costos de esas inexactitudes, ya que no pagan directamente por la mano de obra ni por los materiales. Las marcas trasladan el riesgo de los inventarios no vendidos a sus proveedores, lo que genera un incentivo para subcontratar y mantener la mano de obra barata y flexible. A su vez, las fábricas lidian con esta distribución desigual del riesgo financiero trasladándolo aún más: a los trabajadores o a instalaciones subcontratadas”.
Van der Weerd sugiere que la solución radica en compartir el riesgo financiero. Si las marcas asumieran parte de los costos asociados a los recursos ociosos, estarían más motivadas a mantener las fábricas con un flujo constante de trabajo, lo que reduciría la necesidad de subcontratación y permitiría pagar salarios más altos, enfatiza.
5. ¿Cómo ha impactado el auge del fast fashion en la industria de la moda? ¿Es cierto que las marcas exigen precios más bajos al tiempo que esperan mayor calidad y entregas más rápidas?
Sí, actualmente las marcas de moda buscan precios más bajos mientras exigen mejor calidad y entregas más rápidas, confirma la experta.
Van der Weerd explica que la narrativa en torno al fast fashion a menudo lleva a asumir que plazos de entrega más largos serían la solución. Sin embargo, esto es un error de concepto. “La razón por la que el personal de producción debe trabajar horas extras o enfrentarse a presiones para cumplir con un pedido suele estar relacionada con cambios inesperados en los pedidos respecto a las previsiones, no porque originalmente no haya suficientes horas para producir,” señala. “Los plazos ajustados son un extra, no la causa principal”.
Plazo de entrega: el período desde el diseño hasta la llegada de la prenda a las tiendas y su disponibilidad para los consumidores.
Van der Weerd destaca que, aunque mejorar las previsiones es un objetivo deseable, es poco realista esperar predicciones perfectas sobre la demanda de los consumidores, ya que "nadie tiene una bola de cristal".
El problema crítico, señala, es determinar quién asume el costo cuando las previsiones son incorrectas y si esta distribución de costos es justa en relación con los márgenes de beneficio.
“Una forma de abordar esto es creando modelos de precios que recompensen [a las marcas por] previsiones precisas,” sugiere la experta. “Otra estrategia es instar a las marcas a comprometerse financieramente con al menos el 50 por ciento de su demanda prevista durante un período equivalente al plazo de entrega de la cadena de suministro.”
Compartir los riesgos y beneficios de manera más equitativa a lo largo de la cadena de suministro llevaría de forma natural a horizontes de previsión más cortos, lo que se traduciría en predicciones más precisas ('ya que es más fácil anticipar la demanda a corto plazo que la de seis meses en adelante').
6. ¿Cómo identificar a los productores más sostenibles, con un enfoque en las personas y el medio ambiente? ¿Existen realmente "proveedores éticos"?
Van der Weerd señala que centrarse únicamente en los "proveedores éticos" pasa por alto los problemas sistémicos que dificultan la implementación de prácticas sostenibles.
Además, explica que las prácticas no sostenibles a menudo se deben a las limitaciones del contexto operativo más que a la falta de buenas intenciones. “Las empresas suelen actuar de forma no sostenible, no porque no les importe, sino porque el sistema en el que trabajan hace que sea casi imposible actuar de otra manera. Es como las cosas que hacemos a diario que contribuyen a resultados colectivos que nadie desea,” compara.
“Si bien algunos fabricantes pueden ser un poco mejores que otros, a menudo solo son diferentes grados de 'menos malos'. No es porque no tengan los valores adecuados, sino porque están atrapados en un sistema que hace que la sostenibilidad sea realmente difícil.”
Según Van der Weerd, recompensar a las empresas que hacen lo mejor que pueden es positivo, pero no generará los grandes cambios que la industria necesita. “El cambio real requiere una acción colectiva, es decir, que las marcas y los proveedores trabajen juntos para transformar el sistema en su totalidad.”
Por esta razón, Van der Weerd es escéptica respecto al uso de la sostenibilidad como un “elemento diferenciador en el mercado” o como argumento de venta; según ella, esto no aborda la causa raíz de las prácticas no sostenibles.
7. ¿Cuál es la solución definitiva para mejorar la producción? ¿Deberían las marcas de moda encargarse directamente de la producción?
“Es una gran pregunta. ¿Deberíamos siquiera tener cadenas de suministro? ¿Es la integración vertical el camino a seguir? Tal vez,” responde Van der Weerd.
Aunque podría parecer beneficioso, explica que aún existen razones válidas para externalizar la producción. “Por ejemplo, producir todo internamente requeriría una inversión financiera significativa, lo cual puede no ser práctico para la demanda de una sola marca. Además, la externalización puede proporcionar acceso a experiencia especializada y conocimiento local en regiones donde las personas dependen de la industria global de la moda para sus medios de vida.”
Van der Weerd considera que el verdadero problema no radica en si las marcas producen internamente o externalizan, sino en la inequidad en la distribución de riesgos financieros a lo largo de la cadena de valor. Resalta este punto con el ejemplo de los productos no vendidos y pregunta: “Cuando una camiseta no se vende, ¿quién asume el costo? ¿Es esto equitativo en relación con los márgenes?”
Argumenta que cualquier esfuerzo por mejorar la industria de la moda debería considerar si las cargas financieras están distribuidas de manera justa. Finalmente, Van der Weerd señala que la mayoría de las iniciativas de moda sostenible, ya sean voluntarias o requeridas por ley, no abordan este problema de inequidad en la cadena de valor.
Esta entrevista se realizó por escrito en octubre de 2024. Las respuestas de Kim van der Weerd fueron detalladas. Pequeñas ediciones realizadas por Esmée Blaazer.
Este artículo fue publicado originalmente en FashionUnited.NL, y posteriormente traducido al español usando una herramienta de inteligencia artificial.
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Fuentes:
- Información de Kim van der Weerd, exdirectora de fábrica de ropa y actualmente defensora de la moda y prácticas sostenibles, escritora, copresentadora de pódcast y consultora, en octubre de 2024.
- Aportaciones de la periodista de sostenibilidad Simone Preuss en noviembre de 2024.
- Artículos de contexto previamente publicados por FashionUnited (enlazados en el texto del artículo).
- Herramientas de IA como Gemini 1.5 y ChatGPT 4o utilizadas por el autor de este artículo para aportar creatividad y/o reformulación.
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