Prada, Primavera/Verano 2025: contradicciones imposibles

Madrid – “Bravissima”. En esa justa palabra, que traducida al italiano viene a significar “excelente”, es como mejor podríamos terminar de resumir la colección con la que Prada sorprendía este jueves durante la tercera jornada de desfiles oficiales de esta edición de septiembre de la Semana de la Moda de Milán. Pasarela desde la que la firma milanesa volvió a demostrar por qué, año a año, temporada tras temporada, sigue reinando dentro del calendario como una de las citas ineludibles de cada edición.

Desde un desfile organizado, nuevamente, desde el interior del área expositiva de Deposito de la Fondazione Prada de Milán, la casa terminaba así presentando a primera hora del mediodía su nueva colección de mujer, para la próxima temporada Primavera/Verano de 2025. Una propuesta nuevamente firmada a cuatro manos entre Miuccia Prada y el diseñador belga Raf Simons, fichado como codirector creativo de la histórica casa de modas milanesa en febrero de 2020 tras su polémica y abrupta salida de Calvin Klein, y que a diferencia de lo que había venido manteniéndose como una constante invariable desde que ambos formasen tándem al frente de la dirección creativa de Prada, ha sorprendido introduciendo una serie de marcadas diferencias estilísticas y de lenguajes, con respecto a la propuesta de hombre para también la próxima temporada Primavera/Verano de 2025, presentada a finales del pasado mes de junio.

Al margen de estas diferencias y distancias entre la una y la otra, y que pasaremos a concretar más adelante desde estas mismas líneas, la colección, diseñada bajo el título de “Infinite Present” (presente infinito), sigue no obstante ahondando en la serie de mismas impresiones y sensaciones que condujeron a Prada y a Simons a idear su colección para hombre, “Closer”. Unas pulsiones relacionadas con cómo las sociedades de hoy han pasado a vivir de espaldas al mundo real para echarse en brazos de las ensoñaciones del ficticio universo que ponen a nuestro alcance las pantallas de toda clase distinta de dispositivos móviles. Un universo construido a partir de algoritmos matemáticos y de reglas y parámetros racionales y numéricos creados por el hombre, y que está logrando incluso imponerse en diferentes ámbitos de la vida a las experiencias auténticamente genuinas que únicamente pueden experimentarse desde el mundo y desde la realidad de lo físico. Una contradicción, la generada entre un ficticio mundo matemático creado por el hombre, que aparta al hombre, entendido aquí como ser humano, y a las personas a través de sus algoritmos, de la por otro lago mágica pero también contradictoria conducta del ser humano, que, arraigada en su imprevisibilidad, es la que precisamente lo lleva a definirlo como especie capaz de evolucionar y de crecer sobre sus pasos de manera libre y caprichosa.

“Vivimos en una era de infinita información, inmersos en un flujo constante de contenidos”, en el que “nuestro consumo del contexto infinito que nos ofrece Internet está impulsado por algoritmos”, por “secuencias finitas de instrucciones que circunscriben lo decidible a través de la lógica”, pero “en un mundo que es fundamentalmente ilógico”, analizan desde Prada a través de una nota. Si es esa interpretación la que postula la “arquitectura del pensamiento” de hoy, frente a ella, “en cambio la humanidad puede definirse por su imprevisibilidad”, por su “rechazo de lo consecuente y de lo esperado”. Una contradicción “entre estas dos perspectivas distintas”, entre el mundo digital de los algoritmos que crece, y el de esa identidad imprevisible humana que lo consume, que es la ha “abierto, provocado”, este discurso sobre el que se ha tratado de dar forma a esta colección.

Partiendo de este elevado hilo discursivo, desde esta colección la firma ha buscado ahondar justamente en esa genuinidad que aporte lo imprevisible al género humano, anteponiéndolo con orgullo frente al frío universo de las máquinas y de los algoritmos que tratan de regular nuestro presente, y futuro. Cuestión para la que justamente Prada y Simons han terminado por girar su mirada y depositarla, nuevamente, en las singularidades de Prada. Una casa en la que “elementos de diferentes épocas” siguen “coexistiendo simultáneamente”, desafiando “cualquier teoría cronológica” y cualquier orden como el que tratan de estandarizar esos tan omnipresentes hoy algoritmos, “creando contradicciones imposibles”, en las que “las infinitas opciones ofrecen oportunidades infinitas” para la creación. Unas perspectiva, añaden desde la firma italiana, desde la que “el azar se presenta como una expresión del libre albedrío”, como “algo imprevisible que solo es posible a través de la intervención humana, de la invención y de una libre elección que no es posible replicar”, y que es la que lleva en respuesta a generar esta serie de piezas, que se descubren como una “celebración de la gente y del estudio” que se ha llevado a cabo sobre la herencia de Prada.

Uniformes de superheroínas, desde los que valernos de nuestra fuerza interior

Tomando como base toda esta suma de reflexiones, que hilan y casan con el mismo discurso que la firma defendía como el motor de su colección para hombre, en términos ya de patrones y de diseño, para esta colección de mujer Prada ha tratado de idear, a grandes líneas, una suerte de distintos uniformes de superheroínas, asimilando ese concepto al de toda mujer que es capaz de mantenerse fiel a su identidad y a su genuinidad como individuo. Unas superheroínas cuyo poder reside así en su capacidad para ser auténticas, libres y, sí, imprevisibles, en mitad de este nuevo mundo que trata de ahogar nuestra genialidad tras pantallas y algoritmos, y que como armas cuenta con su voluntad de acción, y con el poder de la creatividad para transformar el mundo que les, y que nos, rodea.

De forma ya más pormenorizada, en materia de diseño, la colección se ha presentado asentada sobre una paleta cromática genuinamente Prada, en la que blancos y negros se combinan con una estudiada selección de tonalidades básicas, en marrones chocolate, azules marino y violetas, con decididos acentos de color en intensos naranjas, amarillos, verdes hierba y azules cielo. Adquiriendo en esta ocasión un especial protagonismo los elementos en forma de arneses y mosquetones que encontraremos recubriendo por entero algunas de las piezas de esta colección, elevándolas a piezas clave de la propuesta, y marcando con su presencia un remarcado distanciamiento con el lenguaje más “tranquilo” y mucho menos aguerrido que mostraba ese colección de hombre presentada el pasado mes de junio.

Completando a estos apuntes, elevándose con un lenguaje creativo igualmente único y potentísimo sobre el resto de las piezas de esta colección, en la que, como categorías principales, encontraremos desde faldas lápiz a minifaldas, blusas fluidas y pantalones tipo malla, merecen ser destacadas el vestido negro recubierto de eslabones que desfilaba entre los primeros de la colección; así como las faldas estructurales con aberturas de acabado metálico, las diferentes faldas lápiz con cinturón en arnés, o el vestido-joya de espejos que se encargaba de adelantar el cierre del desfile. Una creación singularmente singular, como igualmente demostraba ser ese exquisito vestido de plumas cuyo impecable acabado en negro azabache brillaba en contraste con un utilitario cortavientos en naranja amapola.

En resumen, desde los estilismos de esta colección lo que la casa ha ofrecido es “una visión diferente y singular” de lo que es Prada, a partir de “todas nuestras referencias, desde lo vintage, hasta nuestras piezas clave, mezclando el pasado, el presente, lo ‘cool’, lo sexy y lo serio”, explicaban los mismos Miuccia Prada y Raf Simons a la agencia de prensa AFP al cierre del desfile celebrado en Milán. “El resultado”, añadían, son piezas que abren y ofrecen “las posibilidades” para “que cada uno encuentre su propia manera de ser un superhéroe”, piezas desde “donde cada uno puede definir su propia fuerza”.