Otrura entra en el mundo de la joyería con una propuesta unisex

Bajo el título de “Montserrat”, y alineándose perfectamente con estas fechas del calendario con el fin de así poder responder a la suma de eventos tan señalados que se vienen dando lugar a lo largo de estas últimas semanas de diciembre, y primeras de enero, la casa española Otrura ha lanzado al mercado su primera colección de joyas. Una selección de piezas elaboradas a mano, e ideadas en primera persona por el creativo Sergio de Lázaro, fundador de la casa junto a Verónica Abián y quien se encarga de ejercer las funciones de director creativo de la firma.

Disponibles bajo demanda desde el taller de costura y patronaje de la casa en el número 5 de la madrileña calle de San Lorenzo, a tiro de piedra del Museo del Romanticismo y en un ambiente que se ha reconvertido, hasta el próximo viernes 5 de enero, en una pop-up, cada una de las piezas está elaborada en su 100 por cien en plata maciza. Metal noble que las artesanas joyeras con las que colaboran desde Otrura se están encargando de modelar, a mano, para dar forma a cada una de las pequeñas piezas que conforman los diseños de esta primera colección “Montserrat” de joyería de la firma madrileña. Una propuesta que, en términos de diseño, se encuentra integrada por un conjunto de eslabones en forma de “O” y de “T”, formas extraídas del mismo nombre de la casa, y eslabones a partir de los cuales se han terminado por diseñar una combinación seriada de elementos, perfectamente personalizables, y que guardan el abierto potencial de ser empleadas tanto a modo de anillos, como de colgantes o en forma de broches. Una versatilidad de usos que encuentra una justa respuesta en su misma naturaleza inclusiva como colección unisex y sin género; valores que junto a la insultante atemporalidad de la que son ejemplo las piezas terminan por constituirla como una suerte de manifiesto a favor de la libertad.

“Esta primera colección de joyas”, nos explican desde Otrura a través de un comunicado, busca alimentar el sentimiento de “ser libre”, para “que cada persona sea quien cree su propia joya”, defienden desde la casa de modas madrileña. De este modo, y tal y como podrá descubrirse desde ese taller reconvertido en pop-up en cuyo interior se ha dispuesto de un muestrario de las piezas para su encargo, “se pueden comprar uno, dos o tres pendientes, elegir el número de eslabones, el tamaño de los mismos y cómo lucirlos”, detallan. “Puedes jugar” y darles “diferentes usos tanto como accesorios” o “como parte de una prenda de costura, marroquinería o calzado”, integrando de este modo unas “formas rotundas y contundentes” en cualquier elemento de nuestra indumentaria.

Mientras tanto, y desde un punto de vista más amplio y general, a la hora de enfrentarse a esta nueva aventura y llegados al momento de abrir la casa modas al sector de la joyería, de Lázaro no buscaba sino “asentar las bases de un código que fuese reconocible y a su vez que tuvieses una esencia de permanencia, de no pertenecer a ningún tiempo concreto”, en una búsqueda por la atemporalidad que casa a la perfección con los mismos valores que esgrimen como propio desde Otrura a través de sus colecciones. De modo que el objetivo no era otro sino el de “crear una pieza que no sepamos si es nueva”, y el “jugar con esa sensación” de “tomar prestada una joya de tu familia para ir a Club Malasaña”, una de las salas de fiesta que se han convertido en el epicentro de la actual noche madrileña.