Vida y espectáculo: Dior rinde homenaje a Nuréyev en París
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Madrid – Encargándose de marcar la apertura de los esperadísimos, y principales, desfiles programados para el fin de semana de esta última edición de la Semana de la Moda Masculina de París, la icónica casa de modas francesa Dior llegaba para presentar, a primera hora del mediodía de este viernes, 19 de enero de 2024, su última colección de moda-hombre para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2024/2025. Una propuesta nuevamente firmada por el británico Kim Jones, director creativo de las líneas masculinas de Dior desde comienzos de 2018, en esta ocasión dedicada y en homenaje puesto al servicio de la incombustible figura de Rudolf Nuréyev, la mítica leyenda del ballet, considerado como uno de los mejores bailarines de todo el siglo XX, y quien saltaría de los ámbitos de la danza al del conjunto de todo el imaginario popular tras su sonada, y pionera, deserción de la URSS a occidente a finales de la década de los 50.
Plateando un interesantísimo discurso de base desde el que Jones sale a tratar de poner a dialogar, de un lago, el legado y la historia recibidas como director creativo de Dior, y del otro, el estilo más propio y representativo de las maneras de vestir de las que siempre hizo gala Nuréyev, el diseñador británico termina construyendo al tiempo, y no sin poca intención, una completa disertación sobre cómo lograr aunar a un mismo tiempo las tensiones, e inspiraciones, que les son consustanciales a Dior como casa de alta costura, con las que actualmente han entrado a dominar sobre la escena de la moda, y desde las que se adelanta a esa nueva tendencia que hemos pasado a catalogar como el “lujo silencioso”. Un término que si bien habla de una manera muy particular de entender cómo y frente a qué debe de saber responder una particular pieza, en términos de diseño, como para, de manera sibilante, despertar el interés de los consumidores especialmente inclinados hacia esta serie de artículos, apostando de manera enérgica para ello por diseños depurados de toda estridencia, por el uso de materias primas de las más máximas calidades, y por procesos de marcado acento artesanal, también lo hace sobre la manera en la que se terminan de alcanzar a emplear las prendas y piezas que responden frente a esta misma tendencia. La de un lujo silencioso que, yendo más allá de lo estético, deja ser un lujo reducido y constreñido al ámbito de las grandes ocasiones, para “democratizarse”, no en su acepción de abrirse al alcance de todos los bolsillos, sino en el de hacerlo a toda clase de ámbitos de la vida cotidiana. Un cambio de registro para el que Jones plantea un nuevo lujo de naturaleza dual, con expresiones indicadas tanto para las ocasiones más ceremoniales, como para las más mundanas, manteniendo para ambos casos siempre como máxima el lograr seguir mostrarse fiel al histórico “savoir-faire” de la casa Dior, y manteniendo como inspiración, y para esta ocasión de manera concreta, a la figura del legendario bailarín ruso. La figura de un Nuréyev del que Jones se sirve así para ejemplificar su discurso, valiéndose de las dos caras de la vida del bailarín, formada por la que mostraba sobre las tablas de los grandes teatros del mundo —fuente de inspiración para las prendas de más exquisita costura—, y de la que enseñaba en su vida privada —fuente por su parte de inspiración de las prendas de mayor acento de prêt-à-porter—.
“Llevaba tiempo pensando sobre la relación entre la bailarina de ballet Margot Fonteyn y Mosieur Dior”, para lo que “la interpretación, en clave masculina, de esta relación, implicó el que también terminase pensando en su compañero de baile más famoso: Rudolf Nuréyev”, explica el mismo Kim Jones, director creativo de las colecciones masculinas de Dior, desde la nota hecha pública por la casa de modas francesa con motivo de esta presentación llevada a cabo en París. Como dato singular, descubre el mismo Jones, está además el que “Nureyev está enlazado con mi propia historia personal a través de mi tío, el fotógrafo Colin Jones”. Quien, antes de destacarse en el ámbito de la fotografía, “fue bailarín de ballet”, en lo que le llevó a tener amistad y en llegar a fotografiar al mismo bailarín ruso.
Tomado de este modo como referencia la figura de la estrella de la danza, “la colección, o más bien las colecciones”, adelanta el mismo diseñador de moda británico, se descubren como “de contraste”, enfrentando de un lado y del otro, y bajo el mismo paraguas de esta colección, “los contrastes” que reinan dentro de la misma casa Dior, como resultado de ser a un mismo tiempo una casa “de prêt-à-porter y de Alta Costura”. Dos catalogaciones que podrían entenderse como contrarias, pero que, analiza Jones, mostrarían la misma diferencia que podríamos encontrar “en la vida teatral de Nuréyev y en su vida real”, entre sus vidas sobre y detrás de los escenarios. Apreciación desde la que se ha tratado de entrar a dar forma a esta colección, que surge finalmente como “un encuentro entre el estilo del bailarín”, dentro y fuera de las tablas, “con los archivos de Dior”, apostilla el diseñador británico.
De la vida cotidiana al espectáculo; del prêt-à-porter a la Alta Costura
Combinando de este modo, y bajo el paraguas de esta misma colección para Otoño/Invierno FW24, las realidades del prêt-à-porter y de Alta Costura, las de una vida cotidiana y las del espectáculo, las del lujo silencioso y, nuevamente, la Alta Costura, es como finalmente Jones ha pasado a componer esta exquisita propuesta. Colección que, en línea igualmente con lo ya señalado, termina por gravitar entre las tensiones venidas de la herencia propia de Dior como casa de Alta Costura, y las procedentes del estilo propio del que hizo gala Nuréyev, tanto dentro como fuera de los escenarios.
Desde esta poética, Jones ha dado forma a una delicada colección asentada sobre una contenida paleta cromática de profundas tonalidades otoñales, dominada por negros, grises y marrones, con ligeros acentos en marrones-borgoña, mostazas y azules. Un espectro cromático desde el que se termina por componer una propuesta armada desde la reconstrucción, en clave masculina, de algunas de las piezas históricas más destacadas y sacadas de los archivos de la histórica casa de modas francesa, y de entre las cuales vuelve a destacar, una vez más, la icónica chaqueta “Bar”, diseñada por Christian Dior en 1947 como parte de su primera colección de Alta Costura. Una pieza de manera constante revisitada desde dentro y fuera de la mítica casa de modas parisina, y de la que en esta ocasión se ha servido Jones para terminar de modelar toda una amplia familia de trajes sastre, cazadoras, petos, chaquetas y hasta monos, prendas todas ellas inspirados en las particulares y sinuosas formas de esa icónica chaqueta “Bar” que ya cuenta con un capítulo propio dentro de la historia de la moda.
Más allá de estas meta-referencias propias y consustanciales al legado de la casa de modas francesa, entre las que la sastrería ideada por Yves Saint Laurent durante sus años como director creativo de Dior han jugado igualmente una posición principal, así como hasta las formas de la misma chaqueta cruzada “Oblique” ideada para la casa por el propio Kim Jones, desde el punto de vista más estético, queda especialmente marcada esa diferencia entre las escenas de la moda prêt-à-porter y de la Alta Costura. Dos corrientes, igualmente inherentes al presente de la casa francesa, unificadas aquí y ahora por la huella de Nuréyev, y que encontraremos representadas de la mano de una reinterpretación del estilo más propio empleado por el bailarín durante los ensayos de una vida dedicada a la danza, y de la reinterpretación fantástica de algunos de los atuendos más fascinantes que alcanzó el mismo bailarín ruso a portar sobre las tablas, como protagonista de producciones como “El Lago de los Cisnes”, “La bayadera” o “Romeo y Julieta”, ballet que en el año 1965 alcanzó a protagonizar en Londres junto a la misma Margot Fonteyn, con la misma música del compositor ruso Serguéi Prokófiev que ha sido ahora revisitada por el compositor y pianista alemán Max Richter, sirviendo los ritmos para la apertura de este desfile de Dior en París. Desfile durante el cual, como piezas especialmente claves de la propuesta, pudieron descubrirse, más allá de las ya señaladas, distintos y funcionales diseños de monos y de shorts con cremallera, cuya practicidad se enfrentaba con la exuberancia artesanal procedente de los distintos diseños de tops, abrigos y jerséis joya, y en particular, con la de un kimono plateado confeccionado por la histórica casa japonesa Hikihaku, a partir de su única y artesanal técnica ancestral de confección, y pieza inspirada en uno de los kimonos del propio Nuréyev, para la que se han requerido 2 000 horas y tres meses de trabajo, por parte de un equipo formado por un total de 10 artesanos.
La colección, en su síntesis, se muestra como “un encuentro entre lo práctico y lo poético, entre lo útil y opulento, entre la realidad del prêt-à-porter y la teatralidad de la Alta Costura”, detallan desde Dior. Influencias que terminan alcanzando un “punto de fusión en la metafórica vida de un bailarín, tanto pública como privada”, en “la de Rudolf Nuréyev”. La colección, un único todo integrado por la suma de estas distintas partes, se muestra así como una doble propuesta, “entrelazada” por la figura de Nuréyev y por sus dos vidas, ambas marcadas por un mismo sentido del “rigor, la excelencia, la naturalidad y la disciplina”, entendidas como una metáfora al tiempo de la historia de Dior, y de sus exposiciones hacia el prêt-à-porter y la Alta Costura.
Para darles forma, puntualizan desde Dior, “una vez más, inspirándose en los archivos de Dior, la sastrería de Saint Lauren se transmuta de nuevo al universo masculino” de la mano de Kim Jones, poniendo para ello un especial interés en “sus volúmenes, aberturas, pliegues y escotes”. Características que en esta ocasión se recontextualizan bajo la dirección creativa del diseñador británico, dando paso de un lado a unas prendas de remarca “sencillez” inspiradas en los años 60 y 70, con referencias clara a la vida privada y de entrenamientos del bailarín ruso; y del otro, y “en contraste”, a unas piezas de Alta Costura desde las que se busca reflejar, los orígenes mismos de la casa Dior como casa de Alta Costura, así como “la extravagancia” de Nuréyev sobre los escenarios, “su insolencia y elegancia”, así como igualmente, y terminando de atar ambos extremos, “su privada pasión por coleccionar textiles antiguos”.