¿Qué está pasando con la moda en Valencia (y en España)?
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Este último fin de semana de octubre la moda volvía a tomar Valencia con la organización, tal y como se explicaba entonces desde estas mismas páginas de FashionUnited, de no uno sino de dos eventos especializados: la tercera edición de un Clec Fashion Festival en cuyo seno comienzan a evidenciarse ya como estructurales unos serios problemas de organización, y la primera “edición cero” de una Mediterránea Fashion Week Valencia que aspira a ser la pasarela oficial, de todavía no sabemos bien qué, reuniendo a un buen número de los que podríamos considerar como “primeras espadas” de la moda nacional, como Nicolás Montenegro, Devota&Lomba, Ángel Schlesser o Isabel Sanchis. Un doblete que, lejos de consolidar a la ciudad como una seria aspirante a completar y/o rivalizar con las propuestas que en torno a la moda ofrecen las, igualmente no una, sino dos, pasarelas nacionales de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid y de 080 Barcelona Fashion, ha servido más bien para evidenciar la falta de rumbo que mantiene un sector de la moda española, que parece navegar a la deriva a falta de cualquier muestra por tratar de construir un plan o un proyecto de promoción nacional que repercuta de manera directa en beneficio de las empresas, de los profesionales y de los creativos vinculados al sector.
Tomando como punto de partida, como ejemplo que, por evidente, ha terminado de desnudar esta falta de organización que existe a la hora de promocionar la moda de autor en nuestro país, ya no hablamos frente a una audiencia global, sino frente a un público tan local como el que estaba llamado a participar de las celebraciones del Clec y de la Mediterránea Fashion Week Valencia, este fin de semana nos encontrábamos con un solapamiento de citas y desfiles imposible de justificar. Aún teniendo en cuenta las justificaciones de unos y de otros, y forzando esa diferenciación por la que podríamos tratar de situar a Clec como un certamen especialmente volcado a las nuevas generaciones, frente a una MFWValencia como pasarela que tratará de reunir a nombres consagrados de la escena de la moda española, el mero hecho de que una circunstancia como esta, con dos organizaciones distintas pugnando por captar la atención de un reducido mismo público interesado en participar de eventos de esta naturaleza y de la prensa especializada, haya terminado teniendo lugar, nos empuja a plantearnos directamente la pregunta sobre qué es lo que está pasando con la moda en Valencia. Una cuestión que, como bien ya apuntaba, es justo no centrar en la capital del Turia y hacer extensible al resto del territorio nacional, llegando al momento de plantear seriamente la pregunta sobre qué es lo que está ocurriendo con la moda en España. Encontrando como respuesta más clara, que lo que está ocurriendo es una instrumentalización espuria de la moda, de sus profesionales y de sus creativos, que como objetivo en ningún momento guarda como aspiraciones el lograr llegar a construir un ecosistema como el que cuentan países como Francia e Italia a beneficio de todos, a pesar de que, como es sobradamente conocido, algunas de las principales casas de moda internacionales, como sinónimo de su excelencia, realizan parte de su producción en talleres y sirviéndose de las manos de artesanos españoles.
El ejemplo de Italia
Para sostener este argumento y tratar de mostrar más claramente esta falta de dirección con la que se gobierna la moda en nuestro país, a pesar de los fondos públicos y de las distintas organizaciones, asociaciones y eventos que entre los objetivos que recogen entre sus estatutos incluyen el de trabajar por impulsar la proyección de la moda española, tanto dentro como fuera de las fronteras del país, nada mejor que poner un ejemplo. Ejemplo para el que en este caso pondré el de mi participación como invitado en la última edición de la Semana de la Moda de Roma. Un certamen que podríamos calificar como menor, y que ni mucho menos aspira a colocarse entre las principales citas del programa de pasarelas internacionales, pero que guarda y que se organiza con un objetivo bien concreto: servir de plataforma para la proyección de los nuevos talentos de la moda italiana.
Teniendo esto bien claro desde el minuto uno, terminaba así participando de una Semana de la Moda de Roma, presidida por Silvia Venturini Fendi y que contó con la participación de Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino, y con la de Alessandro Michele, director creativo de Gucci, durante cuyas celebraciones se fue haciendo cada vez más patente el lugar que la pasarela y la ciudad se habían guardado para sí, como evento que entraba a complementar a la perfección a la gran cita internacional con la moda en Italia que es la Semana de la Moda de Milán, así como a las grandes ferias comerciales que se organizan desde Florencia. Un plan de país perfectamente orquestado, que no solamente sirve para vertebrar el territorio italiano y fomentar su visibilidad a través de la moda, sino para presentar frente a la escena internacional toda el potencial de su industria y de su artesanía. Y mientras tanto, ¿desde España?
Certámenes sin metas ni objetivos
Frente a esta hoja de ruta desde la que, sin duda que no habrá sido fácil, se han sabido compaginar los distintos intereses de las partes y regiones en beneficio de un plan de país que les permite mostrar al mundo una industria de la moda italiana unida y que trabaja, unida, por alcanzar un mismo objetivo, el de seguir liderado la millonaria industria de la que Italia sigue elevándose como sinónimo de la excelencia, con lo primero que nos encontramos en España es con dos pasarelas nacionales que siguen pugnando por convertirse en la pasarela oficial y de referencia del país, tanto de puertas para adentro como de cara a una escena internacional frente a la que, a pesar de sus esfuerzos, ninguna de ambas, lo diremos claramente, sigue sin haber logrado posicionarse como una de las “citas ineludibles” del calendario para profesionales y compradores. Y eso hablando de un país con gigantes de la moda como Inditex, Mango, Tendam o Desigual.
Y si el tener dos pasarelas nacionales con vocación de internacionales ya es de por sí un problema, en términos de proyección para las marcas y diseñadores participantes, más allá de ahí nos encontramos con una infinidad de pasarelas y de certámenes menores que, descartando de aquí a las pasarelas especializadas, como pueden ser en moda nupcial o baño, directamente rehuyen como fin el tratar de convertirse en plataformas con otros objetivos, como pudieran ser el de apoyo a los diseñadores emergentes, guardando y públicamente manifestando como único propósito el de replicar, desde la proximidad de sus respectivas capitales de provincia y a menor escala, las mismas experiencias, con los mismos nombres de marcas y los mismos diseñadores, que en torno a la moda ofrecen desde MBFWMadrid y 080. Esgrimiendo en la práctica totalidad de los casos, y esto es quizás lo que termina por confundirlo todo y por evidenciar la carencia de un objetivo concreto para su organización, el que “es que aquí también hay mucho talento”. Un talento que sin embargo rechazan visibilizar, en la medida que nos encontramos a los principales nombres nacionales copando los programas de estas pasarelas que, dicen, tratan de dar visibilidad el talento local.
La necesidad de un plan nacional
El que se puedan crear distintas plataformas de estímulo para fomentar la visibilidad del talento local, como defienden un buen número de estas pasarelas menores, en la teoría pero no en la práctica, puede ser y sería algo tremendamente beneficioso tanto para el sector como para unos creativos que podrían recibir ahí el primer impulso a sus carreras. No obstante, en la realidad el resultado con el que nos encontramos es con esta serie de certámenes sobre los que seguimos sin saber cuál es su verdadero objetivo y propósito, y sobre qué es lo que pretenden lograr u alcanzar sus responsables con su organización. Una inconcreción, en el mejor de los casos, una burda y directa instrumentalización, en el peor, pero en cualquier caso una situación que saca a la luz y expone claramente, una vez más, la poca consideración y la poca seriedad que realmente se le otorga a la moda y a su industria en nuestro país.
A pesar de ser uno de los sectores que más aportan al PIB (2,4 por ciento en 2020 según datos de Texfor) y que más número de empleos genera, directa e indirectamente, la proliferación de esta serie de “eventos de moda” sin un objetivo concreto, sumado a esa falta de una plataforma fuerte desde la que forzar la visibilización de la moda española frente a una audiencia internacional —de púbico y compradores—, deja al sector huérfano de las herramientas necesarias para poder, ya no expandirse, sino incluso competir en propia casa con las firmas de autor venidas de otros lugares. Una situación que lejos de tratar de remediarse, no hace más que enquistarse y empeorar a medida que las acciones y activaciones que dicen tratar de servir de apoyo y estímulo a las firmas de autor españolas y a sus creativos, terminan siendo utilizadas en defensa de unos intereses, principalmente políticos y turísticos, que en nada repercuten en beneficio de la moda española.
El que puedan generarse y construirse sinergias entre la organización de determinados eventos, ya sean estos de carácter local o nacional, que terminen beneficiando a las distintas partes que participan y los amparan como patrocinadores, no es ni mucho menos algo censurable. Sí lo es el que se esgrima y se utilice a la moda como una carta blanca y “amable” en favor de cuestiones que nada tienen que ver con la defensa de la moda, la de sus profesionales o la de los intereses de la industria española de la confección y del textil en general, tal y como lleva ya largo tiempo ocurriendo en beneficio de solamente esos pocos que logran sacar provecho de la financiación, mayoritariamente pública, que suelen sostener los eventos “de moda” que tienen lugar en España, igualmente instrumentalizamos desde el terreno de la política. Una manera de obrar que, como resultado, dejará la misma realidad que hemos estado viviendo hasta ahora. El que por muchas iniciativas que se emprendan, el que por muchas citas que se organicen, y el que por muchos fondos que se destinen a la promoción de la moda española, se sigue sin contar con un plan nacional, pensado para y por exclusivamente los intereses del sector, con aspiraciones de repercutir de manera positiva a favor de los intereses de la moda española, de sus empresas, de sus profesionales y de sus diseñadores.