Louis Vuitton: bienvenidos al juego de la indefinición
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Cerrando ya el capítulo por esta última edición de la Semana de la Moda de París, una gran rosa de un intenso rojo fuego, iconografía adscrita entre los símbolos de la legendaria casa francesa, y construida por el vanguardista y multidisciplinar artista y diseñador francés Philippe Parreno, era la encargada de ambientar y de dar la bienvenida al selecto grupo de asistentes invitados al desfile de presentación de la colección de mujer para la temporada Primavera/Verano de 2023 de Louis Vuitton. Una propuesta nuevamente firmada por el diseñador francés Nicolas Ghesquière, director de las colecciones femeninas de la maison desde comienzos de noviembre de 2013, que venía a ver la luz para terminar de poner el broche de oro a esta última edición de la pasarela parisina.
Juntando ambientaciones y sensaciones similares a las ya generadas por la casa francesa para algunas de sus últimas presentaciones, el desfile de esta última colección de Ghesquière para Vuitton terminaba por celebrarse en el interior del patio central cerrado, más conocido como el “Cour Carrée”, del icónico Museo del Louvre de París. Una de las instituciones museísticas más relevantes del mundo, tanto por la cantidad de sus fondos como por el alto valor artístico e histórico de sus colecciones, que pasa así a seguir reforzando sus vínculos con la legendaria casa francesa, ejerciendo las funciones de espacio de ambientación para una de sus propuestas, del mismo modo que hiciera para los desfiles de presentación de colección de hombre para Primavera/Verano de 2023, el pasado mes de junio de 2022; para el de su colección de mujer para Primavera/Verano de 2022, el pasado octubre de 2021; o para el desfile de presentación de su colección de mujer para la temporada Otoño/Invierno de 2021, organizado en marzo de 2020 —sin público— desde dentro de las salas del propio museo, en lo que se evidenciaba como la respuesta de la casa para poder seguir presentando sus propuestas en moda en mitad de una pandemia por coronavirus sin por entonces ningún signo de remisión.
A esta ambientación, atada al nivel más elevado de todo y cuanto puede llegar a ofrecernos la oferta cultural de la ciudad de París, que no es poco decir, se sumaba esa espectacular rosa efímera, obrada por Parreno, que parecía mostrarse como un símbolo, además de la propia maison, de esa glorificación de la feminidad a la que Ghesquière confía esta colección. Una rosa efímera cuya tonalidad roja ligaba igualmente con ese rojo del parque-monumento de “Axe Majeur” que el propio diseñador francés escogía como telón de fondo para la presentación de su colección Crucero 2022. Una propuesta tan colorida como futurista y organicista, que podríamos a bien situar como el propio germen a partir del cual a terminado floreciendo esta última colección de Ghesquière.
El divertido juego de las escalas, puerta abierta a la inclusividad femenina
Manteniéndose en todo momento sobre esa misma vanguardista y futurística estética que Ghesquière logra imprimir sobre todas y cada una de sus creaciones, y partiendo de esa idea por querer celebrar y “magnificar” la complejidad femenina, el diseñador francés parece disfrutar como un niño jugando al juego de las escalas. Una práctica fácilmente observable en los dibujos de los más pequeños, en los que es lo habitual observar cómo sobredimensionan y/o empequeñecen distintos motivos y rasgos a su libre albedrío, y de la que aquí hace uso el diseñador francés para exaltar los detalles, habitualmente obviados, que forman parte de las mismas prendas que diseña.
Además del divertido resultado formal que terminan arrojando las piezas de esta colección, con descomunales cremalleras y botones sacados de escala, mientras que lo que podrían bien ser pequeñas fundas para candados terminan adquiriendo la entidad de un bolso completo o de hasta una blusa, y al tiempo que los bolsos pierden parte de su identidad para terminar reducidos a bolsillos, no deja de resultar igualmente atractivo el mensaje que parece subyacer en el fondo de esta “juego” que practica Ghesquière. Un entretenimiento con el que nos habla de una pérdida de la definición y de cualquier idea atada a una imagen preconcebida, como puerta que se abre a nuevas e ilimitadas maneras de entender la feminidad, respuesta así pues que parece dar Ghesquière a esa inclusividad, de edades, géneros, identidades o tipos de cuerpo que ya forma parte de la propia imagen de la mujer frente a la que diseña el diseñador francés.
“La feminidad está en el centro del debate, y Louis Vuitton quiere participar” de esa nueva construcción de “la feminidad”, admirándola “a través de su fuerza, glorificando su complejidad, magnificándola, poniéndola en el lugar que le corresponde”, entraba a explicar el propio Ghesquière a lo largo de la nota que presentaba con motivo de la presentación de esta colección. Una propuesta, entra a profundizar el diseñador francés, que se muestra como “un ejercicio estilístico que revaloriza las proporciones de la ropa y sus complementos” y “en el que los códigos de la feminidad cambian de escala”, en algo que podemos bien ligar con esa misma revalorización a la que estamos asistiendo de los distintos tipos de cuerpos.
Abriéndose ya a profundizar sobre los aspectos más destacados, en términos de diseño, de esta última colección, el diseñador francés subraya cómo “lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño se unen en una serie de siluetas que invitan a tener que practicar una segunda mirada”, tanto sobre la pieza como sobre los elementos y sobre ese concepto de indefinición y de querer redefinir lo preestablecido que terminan por darles forma. “La colección de mujer Primavera/Verano 2023 se centra en los detalles, los destaca, les da su justo valor”, y todo ello al tiempo que se subraya el propio valor del ADN y de la historia de la casa, recurriendo para ello a elementos y detalles, como correas, etiquetas, hebillas y cremalleras que forman parte del propio imaginario creativo de Louis Vuitton desde sus mismos orígenes como firma especializada en la fabricación de maletas y baúles. Estos “son los custodios de una historia que perdura”, apunta Ghesquière, y “también son parte de la esencia” de esta colección, “floreciendo desde el corazón mismo de esta palpitante ‘flor monstruosa’ creada por el artista Philippe Parreno”.
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