Dior y la luz de la rebeldía
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Destacándose una vez más como una de las citas ineludibles de toda Semana de la Moda de París, esta semana la casa Dior presentaba en el marco de las celebraciones de esta nueva edición de la pasarela parisina su nueva colección de mujer para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2023/2024. Una propuesta que ha llegado firmada nuevamente por la diseñadora italiana Maria Grazia Chiuri, directora creativa de las líneas femeninas de Dior desde 2016, elevándose como el último ejemplo del atrevidísimo camino por el que la diseñadora ha decidido empezar a conducir a la célebre casa parisina. Una aventura sobre la que marcaba un decisivo punto de inflexión con la serie de diseños que ideaba para Chiara Ferragni con motivo de su papel como copresentadora de la última edición del festival de Sanremo, y hacia la que ahora vuelve a atreverse con una propuesta tan femenina como energizante.
Frente a una audiencia entre la que no volvieron a faltar nombres tan conocidos como los de Charlize Theron, Elle MacPherson o el de la actriz estadounidense Alexandra Daddario, Chiuri siguió adelante con el discurso reivindicativo que viene sosteniendo para la recuperación y visibilización de icónicas figuras femeninas que contribuyan a asentar un nuevo universo de poderosos referentes para las nuevas generaciones de mujeres, presentando una colección inspirada en el París de los año 50, y más especialmente en el legado, la historia y la indumentaria de la que por aquel entonces llegaron a hacer gala Catherine Dior, hermana del diseñador y fundador de la casa; Édith Piaf, siempre celebrada y una de las cantantes francesas más aclamadas de todo el siglo XX; y la actriz y cantante Juliette Gréco, quien precisamente iniciaría su fulgurante carrera durante los comienzos de aquella década de 1950. Unos años que ya de por sí solos guardan un elevado significado para la casa, siendo en los que precisamente Dior arrancaría su andadura como casa independiente, impulsada por el talento de Christian Dior y el de la provocativa rebeldía que ya por entonces representaba su nuevo estilo “New Look”. Una estética con la que por entonces llegó a levantar no pocas críticas, y que sirvió desde un punto de vista de importantísima influencia social para marcar en Europa el punto y final al durísimo periodo de postguerra que se había iniciado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un universo construido a base de cuerpos estilizados como estambres y faldas amplias como corolas, que nuevamente ahora Chiuri se aviene a reinterpretar, fusionándolo con el aguerrida espíritu y la dispar estética de la que llegaron a dar buena cuenta a lo largo de sus vidas Catherine Dior, Édith Piaf y Juliette Gréco.
“Estos años son muy importantes para la Casa, creada en 1947”, entraba a explicar la propia diseñadora italiana a lo largo de unas declaraciones recogidas por al agencia AFP. Un valor al que se ha terminado por sumar el que “también quería hacer una colección inspirada en París”, centrada en unos años para los que contamos con “más idea de lo que ocurrió en Estados Unidos” que de lo que estaba sucediendo en Europa, entro otros aspectos en el del terreno de la indumentaria. Elemento sobre el que precisamente Chiuri viene a tratar de realizar un nuevo ejercicio de reflexión, indagando en la manera en la que exactamente las prendas se relacionan con el fisionomía del cuerpo y son capaces de adelantar tendencias en moda.
Para llevar este ejercicio a cabo, la diseñadora en esta ocasión decide centrar sus esfuerzos analíticos y dirigirlos hacia la estética de la que se sirvieron estas tres mujeres, que “además de ser muy elegantes, tenían una actitud un poco punk”, sobre todo en su ánimo por decididamente ir a contracorriente de los estereotipos que por entonces el conjunto de la sociedad imponía al género femenino. Una idea preconcebida de feminidad, frente a la que Juliette Gréco y Edith Piaf lucharon a través de sus canciones y sobre los escenarios, mientras que Catherine Dior lo hacía con su elección de negarse a contraer matrimonio y dedicarse al cultivo y a la venta de flores. Una elección que ha hecho el llegar a percibirla con la idea de ser una “Miss Dior romántica y frágil”, frente a la realidad de realmente haber sido “una mujer muy fuerte e independiente que hizo cosas muy importantes en su vida”, apostilla Chiuri. Componiendo así pues en su conjunto tres figuras de tres musas para la casa, que “dan una idea completamente del París de los años 1950”.
Una nueva feminidad, que navega de entre los bordados a la tendencia “no pants”
Rodeada de una embriagadora e inmersiva puesta en escena dominada por la escenografía diseñada por la artista portuguesa Joana Vasconcelos, inspirada igualmente en la fortaleza y la sensibilidad extraídas de la figura de Catherine Dior, y al ritmo de una sugerente banda sonora que alcanzaba su culmen con la icónica pieza “Je ne regrette rien” de Édith Piaf, Chiuri terminaba por presentar así una colección tan arraigada en los mismos orígenes de la casa francesa, como adaptada a la modernidad de los nuevos tiempos. Una modernidad y unos nuevos tiempos que se terminaban viendo reflejados tanto en el uso de nuevos materiales, como en el giro en el lenguaje con el que se han terminado aplicando técnicas tan tradicionales como las de los bordados, apliques y estampados, así como en la manera rebelde y atrevida con la que Chiuri, a través de cortes y patrones, ha decidido volver a salir a empoderar a la mujer Dior.
Partiendo de este modo de esta suma de principios creativos, nos encontramos frente a una colección asentada sobre una penetrante paleta cromática, en la que la profusión de negros se combina con un juego de equilibrios a base de blancos y de grises, mientras se termina dando paso a vivaces acentos otoñales a través de un sinfín de violetas, tonalidades borgoñas en tono rubí, ocres y amarillos topacio, así como a agudas presencias en forma de verdes esmeraldas y marinos. Tonos que terminan por acentuar esa fluidez de nuevas formas y hechuras con las que Chiuri se ha decidido a reconstruir el “New Look” ideado por Dior, en una apuesta que ha terminado de coger forma a través de ese dispar patrón en forma de reflejo de aguas. Estampado que encontraremos recorriendo una amplia variedad de las prendas de esta colección, bañadas de igual modo de patrones en acabado tartán, en animal print efecto piel de leopardo, o recubiertas con toda clase de elementos y motivos inspirados y extraídos de ese universo de flores que tanto llegó a dominar en la vida de Catherine Dior y en el imaginario creativo de Christian Dior.
En cuanto a las piezas ya más destacadas que se terminaron de descubrir sobre la pasarela, llamaron especialmente la atención los distintos vestidos de inspiración “New Look”, reconstruidos aquí a partir de esa fluidez de materiales y de líneas que terminan por dotar a su estética de una añadida ligereza y delicadeza. Unas piezas que compartieron protagonismo con esos otros en atrevidos acabados animal print de leopardo, y especialmente con los provocadores conjuntos de falda y/o pantalón y chaqueta, abiertas y convertidas en una suerte sobretodo puesto sobre el cuerpo de una mujer que no duda en explotar su sensualidad y fortaleza con solamente un conjunto de top. Una apuesta por abrir la lencería más íntima a la indumentaria, ya no solamente de diario sino también de noche, que se terminaba de completar con una serie de cuidadísimas, y elaboradísimas, piezas y conjuntos asentadas en la nueva tendencia en auge del “no pants”.
“Celebrando la imagen caleidoscópica de una feminidad alineada con la de una serie de poderosos iconos, y habitada con sensibilidad, estas creaciones sugieren un sinfín de caminos emocionales para las nuevas generaciones de mujeres que dan forma a nuestro futuro”, explican desde Dior en relación a esta propuesta. Una colección que igualmente se presenta como “la misma firma de una feminidad que va contra corriente”, que se presenta tan “rebelde” como “a la vez fuerte y frágil”.