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Rusia burla el bloqueo de las marcas occidentales con su sistema de “importaciones paralelas”

Por Jaime Martinez

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Photo Credits: Inditex, página oficial.

Zara, al igual que el resto de las cadenas del Grupo español Inditex que se encontraban presentes en Rusia, cesó de sus actividades en el país, de manera provisional, el pasado 5 de marzo. Una acción que permanece en vigor a día de hoy desde entonces, y con la que venían a sumarse a las acciones que en la misma dirección habían emprendido, a lo largo de las jornadas previas, el principal grueso de las multinacionales occidentales de la moda, en respuesta a las dificultades operativas que se habían derivado tras el inicio de la guerra en Ucrania. Decisiones estas que se veían igualmente respaldadas con las sanciones impuestas por los distintos gobiernos occidentales contra la Federación Rusa, en lo que perseguía visibilizar entre su población la gravedad de la contienda. Una máxima contra la que desde Moscú se encuentran luchando de manera furibunda, respondiendo con la implementación de una política de importaciones paralelas con la que estarían garantizándose el abastecimiento de artículos de las principales cadenas occidentales, como las mismísimas Zara y Zara Home.

Tal y como nos encargábamos de adelantar desde FashionUnited a comienzos del pasado mes de marzo, Maxim Reshetnikov, ministro de Desarrollo Económico de Rusia, ya anunciaba que, contrariamente a los anuncios que habían realizado las principales firmas y multinacionales que habían anunciado el cese de sus operaciones en la Federación, volverían a operar tan pronto como pudieran reconfigurar sus cadenas de suministros. Un anuncio al que se sumaba, pocas semanas después, la presentación de los únicos tres objetivos que Rusia ha planteado para las compañías multinacionales presentes en el país, y que como principal alternativa “gris” les propone la cesión de sus negocios en la Federación a manos de socios locales, para seguir operando en el país a través de ellos, partiendo de la advertencia de las graves consecuencias que a futuro podrían enfrentar en el caso de decidirse a salir por completo de Rusia. Una advertencia que, al menos con los datos que se disponen a día de hoy, parecen no haber surtido efecto en compañías como H&M, primera, y hasta la fecha única, multinacional de la moda que ha anunciado que liquida su negocio en Rusia y sale definitivamente del país.

Importación libre de productos de marcas de moda, tecnología o automóviles

Siguiendo con estos antecedentes, y en esa búsqueda del Gobierno de Moscú por evitar a toda costa el que la población pueda verse afectada de una manera consciente por los efectos de la guerra que se decidían a emprender en Ucrania, Reshetnikov ya a comienzos de marzo anunciaba una relajación de las medidas para las importaciones y las certificaciones de las empresas en Rusia. Un anuncio que se terminaba de completar con la creación, ya durante el mes de mayo, de una lista elaborada por Rusia, a través del Ministerio de Industria y Comercio en manos del ministro Denis Manturov, con el nombre de las empresas cuyos artículos han sido aprobados para su importación a suelo de la Federación Rusa, sin previo consentimiento de la compañía en cargada de su fabricación o venta.

A este respecto, y según se encargaban de adelantar desde la agencia de noticias Reuters a comienzos del pasado mes de julio, la lista habría sido recientemente actualizada para añadir nuevas y suprimir otras empresas, constituyéndose como el eje central en torno al que gravitaría el sistema de “importaciones paralelas” diseñado por Moscú. Un mecanismo específicamente diseñado para eludir algunas de las restricciones impuestas por las compañías y los gobiernos occidentales, fomentando la importación masiva, y sin autorización de los multinacionales, de productos tecnológicos y automóviles, así como también de una larga lista de marcas de moda. Compañías a las que esta acción autorizada por Moscú está poniendo en serias dificultades, impidiendo en uno u otro caso que dejen de poder ejercer un control total sobre su propia marca y productos, o bien sembrando serias dudas sobre si aprueban y están en connivencia con la iniciativa, tanto en cuanto les permitiría seguir operando en el mercado ruso a través de terceros y sin tener que poner en cuestión su imagen frente a los ojos de la opinión pública.

“Este mecanismo está funcionando”, trataba de remarcar el propio Manturov a comienzos de julio, al tiempo que cifraba, según las agencias locales de las que se hacían eco desde Reuters, en solamente 150 las empresas extranjeras que se habían decidido a marcharse de Rusia, de entre las 25.000 que según el Gobierno ruso están registradas para realizar su actividad en la Federación. Unas declaraciones las suyas que, en estos tiempos actuales, hay que poner en el justo contexto de la guerra que también se está librando en el terreno mediático y de la información, pero que entrarían en línea de las ofrecidas por Reshetnikov, el ministro de Desarrollo Económico de Rusia, a mediados de marzo, en las que destacaba cómo con las acciones iniciadas por el Kremlin ahora “los importadores pueden importar productos más rápido”, y el que “después de reajustar sus cadenas” de suministros y de encontrar “proveedores asiáticos para remplazar a los europeos”, muchas de las multinacionales que habían anunciado la paralización de su actividad, “ciertamente volverán a operar en Rusia”.

Los artículos de Zara y Zara Home vuelven a Siberia

Asentado este terreno gris e incierto al que el gobierno de Moscú ha terminado por arrastrar, o eso intenta, a las grandes multinacionales occidentales, también de la moda, desde el periódico británico de The Guardian anunciaban para este mismo viernes 12 de agosto la apertura en la ciudad de Krasnoyarsk, en el distrito federal de Siberia, de “Panika”. Una tienda desde la que se venderán exclusivamente productos de Zara y de Zara Home, y con la que su fundador, el empresario local especializado en bienes raíces, Aleksandr Gorbunov tratará de llenar el vacío dejado por la cadena española después de que se decidiera a cerrar, temporalmente, sus tiendas en la región.

Para asentar las bases de su nuevo proyecto empresarial, y al igual que se encontrarían haciendo un amplio número de empresarios que están encontrado buenas oportunidades de negocio en esta paralización masiva de su actividad directa en Rusia de las grandes corporaciones internacionales, Gorbunov habría adquirido un lote de prendas de ropa de Zara de entre unos 1,5 y 2 millones de rublos —unos cerca de 32 mil euros al cambio actual— a un distribuidor oficial de Zara de Kazajistán. Unas piezas para las que además habrían contado con los servicios de un diseñador encargado de comprar y seleccionar las piezas, “de las últimas colecciones” afirma, que pasarán a comercializarse desde “Panika”. Tratándose estos de unos productos que se encontrarían destinados a abastecer a los distintos países de la Unión Económica Euroasiática (UEE) liderada por Rusia, y de la que forman parte Armenia, Bielorrusia, Kazafistán y Kirguistán; países a los que Moscú habría terminado por convertir ahora, y en línea con lo ya anunciado por Reshetnikov en marzo, en la puerta de acceso a Rusia de los bienes de las firmas occidentales.

“La idea de comenzar a vender artículos de Zara vino de mi esposa, quien me dijo que realmente quería que la ropa regresara”, explicaba el propio Gorbunov en unas declaraciones recogidas por el medio británico, con las que vendría a confirmar el tremendo impacto que estas acciones de “poder blando” pueden terminar ejerciendo en el ánimo de la población rusa, y en consecuencia terminar intensificando las presiones que puedan allanar el camino para el final del conflicto. Una guerra que acaba de alcanzar su primer medio año de duración, para la que todavía no se vislumbra salida y frente a la que a día de hoy son más inciertos que nunca los resultados que puedan terminar cosechándose del fruto de las sanciones y de las acciones emprendidas por loa gobiernos y las firmas occidentales.

Una suma de iniciativas para las que, a la vista de acciones como esta y tantas otras que se están sucediendo en Rusia, el Gobierno de Moscú parece decidido a tratar de neutralizar sus efectos. Y todo ello al tiempo que sale a alimentar las dudas entre aquellas compañías que se muestran firmes en su decisión de abandonar el suelo de la Federación, y aquellas otras que, por unas razones u otras, terminan plegándose a sus indicaciones y siguen operando en suelo ruso a través de socio locales, o incluso de sus proveedores en esos otros países de la Unión Económica Euroasiática que, como en el caso de esta tienda “Panika”, están terminando por actuar de facto como el vehículo para la importación de productos a Rusia de las mismas multinacionales que habrían asegurado, y mantienen, que han cesado sus operaciones en la Federación.

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