Y Nina Ricci se volvió divertida
cargando...
Marcado un punto y aparte con todo lo que, en líneas generales, había venido siendo la historia más reciente de la icónica casa de modas parisina, Nina Ricci desembarcaba una edición más sobre la pasarela de la Semana de la Moda de París. Certamen bajo cuyo paraguas, y como parte destacada del calendario oficial de esta nueva edición que toca ya a su fin, presentaba este 3 de marzo su nueva colección para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2023. Una propuesta de alma y líneas genderless que se destacaba a sí misma como la primera colección firmada, y presentada, para la casa por Harris Reed, director creativo de Nina Ricci desde el pasado mes de septiembre de 2022.
Dejando de este modo a tras la última etapa durante la que la casa se mantuvo, desde 2018 y hasta 2022, bajo la dirección creativa de la pareja de diseñadores formada por Rushemy Botter y Lisi Herrebrugh, unos años en los que la casa francesa se caracterizó por unas colecciones vivaces de líneas limpias de inspiración minimalista, que no impidió el juego con toda clase de motivos y patrones, Reed ha pasado ahora a empezar a querer marcar su propio perfil sobre el departamento creativo de Nina Ricci. Una casa que, en vista de la presentación de esta primera colección de debut, parecen ya claras sus intenciones de querer empujar por elevación a la esfera de los excesos y de la irreverencia más atrevida, entre guiños a su propia historia y a su propio universo estético. Una herencia que es precisamente la que ha pasado a querer revisitar ahora el diseñador británico-estadounidense, para la elaboración de una propuesta que ahonda claramente sus raíces en todo lo relacionado con el mundo creativo que rodeaba a la industria de la moda durante los encendidos años que llegó a experimentar la industria de la moda durante las décadas de los 80 y 90. Años en los que Saint Laurent reinaba por encima de la industria al frente de su casa de modas homónima, siendo el multidisciplinar lenguaje, entre lo sensual y lo arquitectónico, empleado por el célebre modista francés durante aquellos años uno de los referentes más claros que pueden ahora advertirse sobre esta colección presentada por Reed.
Se trata esta de una propuesta influencia por el lenguaje venido desde unos años que, igualmente y desde el punto de vista más empresarial, vienen a hablarnos de la misma manera de los años precisamente más anteriores a la adquisición de la casa, llegados ya al año 1998, por parte del holding empresarial familiar español Puig, compañía de la que desde entonces Nina Ricci ha pasado a formar parte de su diversificado catálogo comercial integrado tanto por firmas de moda como de belleza y de perfumería, destacándose como uno de los valores más importantes de su extensa familia de creaciones olfativas gracias a construcciones como la nueva familia de fragancias “Nina” o la más que icónica “L’air du temps”. Una fragancia cuyos orígenes se remontan hasta el año 1948 y a la nariz de Francis Fabron, cuyo igualmente icónico tapón, diseñador por la propia Nina Ricci en colaboración con la casa Lalique con forma de palomas reunidas en torno a un remolino de aire, ha terminado pasando también a ocupar una parte central de los diseños y de las creaciones ideadas por el diseñador británico-estadounidense, en su caso en forma de toda clase de adornos, complementos y apliques sobre las prendas.
“Cuando era un niño queer que crecía en Arizona, la moda francesa era mi vía de escape”, explica el propio diseñador y director creativo de Nina Ricci a través de un comunicado; y dentro de ese universo “Nina Ricci se sentía como mi idealización de París”, gracias a su “romanticismo onírico, con un profundo respecto por la feminidad, pero en último lugar sintiéndose alegre y accesible para todo tipo de mujer”. Partiendo de estas sensaciones, interiorizadas y atesoradas por el diseñador dentro de su “yo” más íntimo, “para mi colección de debut para Nina Ricci quería hacer un guiño a la extraordinaria historia de la Maison”, concreta Reed; y eso, “al mismo tiempo que reinterpretar esos códigos femeninos” para adaptarlos a los gustos de “un consumidor moderno”, en “Una forma poética, humorística y fluida” en cuestiones de género.
Entre cortes sirena y estampados plumeti
Sobre esta suma de características, terminaba haciendo su aparición sobre la pasarela una exuberante y vibrante propuesta construida a partir de una paleta cromática compuesta a base de una combinación de colores primarios y secundarios, en sus variantes más puras, con la presencia de blancos y negros, junto a amarillos, verdes esmeraldas, azules, naranjas y rosas. Un universo cromático que terminó compartiendo protagonismo con la cuidada variedad de estampados con motivos a rayas bicolores en tonalidad black&white, de divertidas ilustraciones de ovejas, en animal print efecto piel de guepardo o en un elegantísimo plumeti de maxi lunares. Un motivo que se convirtió en uno de los principales elementos característicos de esta colección de debut.
Sirviéndose de esta serie de motivos y patrones, Reed ha terminado por dar forma una sucesión de diseños de marcada estética tanto “chic” como “genderless”, desde la que aboga por la incorporación definitiva de la sensualidad femenina al armario del hombre. Esos, a través de una propuesta, comercialmente cierto es que dirigida hacia el público femenino, y de entre la que se terminaron por destacar como piezas clave diseños como los distintos modelos de vestidos de noche, tanto largos y pensados para la noche como de estilo cóctel; la diferente serie de conjuntos de pantalón y chaqueta, o los distintos modelos de abrigo con acabados o detalles en efecto pelo, realizados en piel sintética. Y eso sin olvidarnos de diseños especialmente singulares, como resultaron ser el vestido y el conjunto verde esmeralda confeccionados por entero en encaje de chantilly, el más que “chic” conjunto de prendas vaqueras, o distintos de los vestidos de noche, como el vestido corto en escote corazón con mangas murciélago recubiertas de tul rosa. Diseños que, al igual que al resto de las piezas que terminaron por verse durante el desfile, desprendían de manera descarada esa alma divertida y desenfadada que, sin entrar a estar reñida con los valores de la elegancia, Reed quiso tratar de impregnar a toda esta colección de debut.
“La colección es lúdica tanto en proporciones como en patrones, con una paleta de colores optimista y un espíritu juvenil que hacen un guiño al archivo y concuerdan con las actuales tendencias de la cultura pop”, entran a destacar desde la propia Nina Ricci a través de un comunicado. “Sastrería, ropa de noche, ropa deportiva y denim se combinan” de este modo en torno a “una propuesta de vestuario para el día y para la noche que rebosa feminidad”. Una propuesta en la que “la ropa de abrigo envolvente y recubierta con rayas de piel sintética y estampados de guepardo”, se combina “con la ropa de salón adornada con lentejuelas”. Mientras que “para la noche, los vestidos de cóctel elaborados en tafetán vienen acompañados con faldas de tul, mientras que vestidos de tul con lunares o microplisados se adornan con extravagantes lazos y dobladillos en forma de cola de sirena”. Unos estilismos que se terminan de realzar, añaden, con “llamativos tacones de plataforma”, que vienen para subrayar “la actitud glamurosa” que domina sobre toda la colección.
“Me gusta vestir a las personas que quieren divertirse con ropa que tiene un significado y un propósito”, apunta por su parte Harris Reed. “Estoy muy emocionado de poder marcar el comienzo de una nueva y atrevida era en Nina Ricci”, un nuevo capítulo que, apostilla el diseñador, “espero que sea más inclusivo y emocionante que nunca”.