Valentino hace “lo imposible” y lleva la Alta Costura al hombre

En este frenesí de artesanía y exaltación de la imaginación y de las artes aplicadas al ámbito de la moda en el que se está convirtiendo este última edición de la Semana de la Alta Costura de París, este miércoles se encargaba de poner el broche de oro a la penúltima jornada de desfiles oficiales la célebre casa de moda italiana Valentino. Etiqueta que, sin ser miembro de pleno derecho de la Cámara Sindical de la Alta Costura, sí cuenta con el privilegio de poder formar parte de estas celebraciones en calidad de casa garante de sus mismos valores, y desde la que presentaban una extraordinaria colección de Alta Costura, para hombre y mujer, para la próxima temporada Primavera/Verano de 2023.

Nuevamente firmada por la mano del brillante Pierpaolo Piccioli, diseñador italiano que se mantiene desde 2008 como director creativo de la célebre maison, unas labores que ejerce en solitario desde 2016 tras el fichaje de Maria Grazia Chiuri por la casa Dior, la colección ha terminado tomando cuerpo bajo el título de “Valentino Le Club Couture”. Nombre por el que ha terminado siendo bautizada esta propuesta, cuya principal pulsión nace, viene y se crece desde la idea de la “imposibilidad” que Piccioli ha querido exaltar como principio generador e impulsor de la misma Alta Costura. Una idea de imposibilidad que el propio diseñador ha buscado activamente glorificar, en lo que le ha terminado conduciendo a hacer algo tan imposible, como lo es presentar una colección de Alta Costura que, más allá de la mujer, se ha prestado a abrirse también al armario masculino. Público frente al que no solamente Piccioli pone a su alcance una suma de prendas de naturaleza genderless, sino igualmente piezas aparentemente especialmente ideadas para el hombre. Diseños que, dado el contexto mismo de la presentación, terminan viendo desdibujadas sus fronteras para, en base a ese mismo colorido que ata, enaltece y excita al conjunto de la propuesta, terminar igualmente poniéndose al alcance de un público femenino que de seguro se terminará mostrando más que dispuesto a terminar portando las blusas, los trajes y los abrigos de sastrería construidos, con una especial sensualidad, a partir de los principios y de las características más tradicionales de la indumentaria del hombre.

“La Alta Costura es una esfera de fantasía y de libertad, de lo único y de lo excepcional, en la que la artesanía deja de ser un fetichista reflejo del valor” de las piezas, para erigirse como “un medio y una metodología”. Herramientas estas del diseñador, entran a explicar desde Valentino, de las que se sirve “para lograr improbabilidades, para desafiar percepciones, para crear nuevas y valientes realidades”. “La imposibilidad de la Alta Costura” nace así pues de su propia expresión como “expansión de la imaginación”, como “espacio que está más allá de la razón”, en el que “la tela se convierte en claroscuro del cuerpo”, en el que “los volúmenes flotan, los cortes resultan imperceptibles” y en el que “una cinta de chiffon es capaz de sostener un vestido de gala”. En definitiva, un espacio en el que “lo increíble se vuelve material”, en el que “la imaginación se vuelve real”.

Una alta costura unisex que se abre al armario del hombre

Partiendo de esta poética, decálogo de lo que hay y habría que entender que supone la Alta Costura como expresión artística de sentimientos, de nuevas realidades, de miedos y de las inquietudes que el conjunto de los creativos que participan de ella vuelcan y se atreven a desnudar sobre todas y cada una de las creaciones que terminan mostrando sobre la pasarela; nos encontramos aquí con una vibrante colección sobre la que Piccioli vuelve a practicar una exaltación del color. Aspecto más destacado de una colección de la que se sirve el diseñador italiano para, volviendo a lo trascendental de los diseños, volver a poner su luz sobre el valor de la inclusión, tanto de cuerpos como de identidades de género.

En lo que no podemos dejar de calificar como muestra, una vez más, de un extraordinario ejercicio de virtuosismo, como protagonistas de una tan ficticia como fantástica sala de fiestas en torno a la que parecían haber terminado dándose cita toda la clase posible de irrealidades propias de la Alta Costura, un completo carrusel de vestidos de noche, conjuntos lenceros, trajes, conjuntos, monos y abrigos terminaron por adueñarse de la pasarela durante este desfile de Valentino. Piezas todas ellas que hicieron su aparición bañadas de una amplia paleta cromática inundada de una infinidad de acentos que iban de los intensos rosas fucsia y verdes neón, a la sobriedad de los blancos y los negros, pasando por la vivacidad de naranjas melocotón, amarillos, de rosas en su variedad pastel, de azules, lavandas y rojos, dejando lugar preferente para la iridiscencias de los destellos de los acabados metálicos en platas, dorados y tonalidades champagne. Un colorido universo que se encargaron de completar los fruncidos, las transparencias, los volantes, las plumas, los bordados, los lazos o los apliques iridiscentes, que compartieron protagonismo con la calidad de esa paleta cromática a la hora de dotar de una personalidad única al conjunto de esta propuesta.

Sobre así pues esta suma de características, terminaron cobrando forma sobre la pasarela piezas que bebían directamente de la historia misma de la Alta Costura, con claras referencias a los caparazones o a los vestidos globo que idease el maestro Cristóbal Balenciaga. Piezas aquí recontextualizadas y adaptadas a los actuales tiempos modernos, cuyo protagonismo han compartido con diseños clave como pueden ser ese minivestido en acabado efecto espumillón, el vestido de noche con falda globo, los distintos conjuntos de leggings con cuerpo de gasa, los diferentes vestidos hecho de lazos, o los elaborados a partir de flores y de escamas construidas a base de lentejuelas de distintos tamaños.

Piezas de Alta Costura especialmente ideadas para la mujer, combinadas aquí con esas prendas más abiertas al armario del hombre, entre las que encontramos desde un llamativo conjunto de traje de chaqueta y short en amarillo intenso, a unos más que sofisticados abrigos con plumas, transparentes y en acabado efecto estaño. Prendas así pues más destacadas que pudieron descubrirse a lo largo de los más de 20 minutos de duración de un desfile que, como es tradición dentro de la Alta Costura, encontró su broche de oro en la presentación de distintos vestidos de novia.