Chanel, una fábula entre bordados de perritos y uniformes de majorettes

Avanzado sobre el programa de esta nueva, y siempre esperada, edición de la Semana de la Alta Costura de París, cuyas celebraciones vendrán sucediéndose hasta este próximo jueves 26 de enero sobre la capital francesa, este martes tenía lugar el desfile de presentación de la colección de Alta Costura de Chanel para la próxima temporada Primavera/Verano de 2023. Una siempre ineludible cita dentro del programa de toda Semana de la Moda de París, que en esta ocasión servía para conocer en detalle una propuesta construida a partir de la conjugación de un imaginario animalista de lo más “chic”, puesto aquí a dialogar con la indumentaria tradicional de las majorettes.

Firmada nuevamente por la diseñadora francesa Virginie Viard, director creativa de la casa francesa desde el fallecimiento, en febrero de 2019, del ya legendario Karl Lagerfeld, como pulsión creativa que ha alimentado la concepción de esta colección, nos encontramos con el universo íntimo que la propia Gabrielle Chanel, fundadora de la firma, construyó en la intimidad de las habitaciones de su célebre apartamento en el número 31 de la rue Cambon de París. Unos ambientes que la misma Viard invitó para esta ocasión a recorrer al artista contemporáneo francés Xavier Veilhan, con el objetivo de ponerlo en contacto y a dialogar con el bestiario animal que cohabita entre sus salones, y que se encargó de venir reuniendo la misma Gabrielle Chanel a lo largo de su vida. Bestiario que debía de terminar jugando, como así a sido, un papel tan determinante como central en la construcción del imaginario creativo de esta colección de Alta Costura, y con el que Viard pretendía de este modo que Veilhan se familiarizase, de cara a emprender la que ha sido ya la tercera colaboración que ha terminado por mantener con la casa de modas francesa, nuevamente en el marco de una colección de Alta Costura, responsabilizándose para ello en esta ocasión tanto de la dirección del corto previo a la presentación de la propuesta, como de las primeras fotografías de campaña previas a su presentación y de la misma ambientación del desfile. Pasarela reconvertida en una suerte de plaza de pueblo central para la que en esta ocasión el artista francés no dudo en, siguiendo con la temática sobre la que se asienta la colección, construir una serie de grandes animales monumentales, de cuyo interior terminaron por salir distintas modelos durante el desfile. Una ambientación que, sumándose a la clara inspiración de las piezas en los uniformes tradicionales de las majorettes, terminó transmitiendo la sensación más que de plaza de gran “pista central”, de este circo en el que, de manera conjunta Viard y Veilhan, parecen haberse decidido a asemejar, ya no sabemos aquí si únicamente el mundo de la moda, o el sentido mismo de la vida.

“Para su tercera colaboración, le pedí que reinterpretara el bestiario del apartamento”; pero que también “incorporara el suyo propio” al material que iba a elaborar, explica la misma Virginie Viard a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde Chanel. “Todo el universo de bordados de la colección gira en torno al mundo animal”, detalla, en relación a un imaginario que se ha terminado construyendo a base desde de gatitos y pequeños perros de raza corgi, como los que se descubren en el vídeo elaborado por Veilhan, hasta por conejos, ciervos y golondrinas. Animal al que se le ha reservado un lugar preferente, como elemento decorativo principal que se ha encargado de decorar el tradicional vestido de novia que, históricamente, debe de marcar el cierre de un desfile de Alta Costura.

“Me gusta cuando explota lo maravilloso y se interrumpe el curso de los acontecimientos”, añade la diseñadora, en referencia ya a la irrupción dentro del desfile de esos animales construidos por Veilhan a base de madera, cartón y papel, de cuyas tripas terminaban por florecer un seleccionado grupo de esos modelos ideados por Viard. Modelos entre los que igualmente se encontraba ese vestido de novia, que irrumpía sobre el corazón de esta plaza deslizándose desde el interior de un gran elefante, junto a un pájaro, un camello, un ciervo o un perro, parte de esos animales monumentales que Veilhan se ha decidido a construir para ambientar esta presentación.

Animalismo “chic”

Sosteniéndose de este modo sobre estas dos principales referencias, el bestiario animal del apartamento de Chanel y los uniformes de esas majorettes, reconvertidas aquí más bien en domadoras de este gran circo de la vida, Viard construye una colección asentada en la histórica paleta cromática de combinación blanco y negro por la ha sido tan bien reconocida la casa a lo largo de su historia. Tonos que no obstante no duda a la hora de poner a dialogar con acentos en rosa, violetas e índigos, tonalidades centrales de una paleta cromática que se termina de completar con los destellos dorados de apliques y complementos.

Sobre este espectro cromático, la diseñadora diseña una sucesión de prendas de un marcado refinamiento “chic”, con las que al tiempo que refuerza la esencia misma de la mujer, con esas referencias a la indumentaria tradicional masculina como la pajarita o los cortes propios de la sastrería militar, no duda en reivindicar su natural feminidad. Aspecto para el que se apoya aquí en elementos como las faldas y los vestidos con cortes a medio muslo, como en detalles como esas camelias o esos bordados en forma de ciervos, perritos, conejos y en la del resto de animales extraídos de ese bestiario, que se encargan de dotar de un carácter único a las piezas de esta colección. Piezas de entre las que se destacan como elementos clave de la propuesta los vestidos cortos de tweed, los vestidos tanto largos como cortos de corte abrigo.

“Es en la poesía de las majorettes donde encuentra también su inspiración Virginie Viard” para esta colección, explican sin ambages desde Chanel. Para ello, las piezas “toman sus códigos prestados de los uniformes femeninos para desfiles y espectáculos”, incorporando elementos como los del “sombrero de copa, la pajarita, los guantes blancos, las botas con cordones, las capas de raso, las faldas plisadas, las chaquetas cruzadas o con cola de frac, las camisas esmoquin, las lentejuelas, los shorts muy cortos” o las “enaguas”. Elementos que, junto a esos bordados animales, son los que terminan así pues dotando de carácter a esta colección de Alta Costura que, “como en toda bella historia”, extraída de “un cueto de hadas” y fábula, termina con “la novia con un vestido bordado con golondrinas”.