Saint Laurent: fragilidad y transparencias

Madrid – Sin dejar a nadie indiferente, la casa Saint Lauren irrumpía en esta nueva edición de la Semana de la Moda de París, encargándose de cerrar la segunda jornada de desfiles y presentaciones oficiales con su nueva colección de mujer, para la temporada Otoño/Invierno de 2024/2025. Una propuesta que se descubría prácticamente confeccionada de manera íntegra a partir de una finísima, y transparentísima, seda, similar a la empleada para la confección de las medias de mujer.

Estableciendo un diálogo directo con la exposición “Sheer: The diaphanous creations of Yves Saint Laurent” (Vaporoso: Las creaciones transparentes de Yves Saint Laurent) que, desde el 9 de febrero y hasta el próximo día 25 de agosto, puede visitarse en el Museo Yves Saint Laurent de París, la colección vuelve a surgir de una nueva intención del diseñador belga-italiano Anthony Vaccarello, director creativo de la casa Saint Laurent desde abril de 2016, por entrar a reinterpretar los códigos y los estilos que más caracterizaron el trabajo del fundador de la icónica “maison” parisina, a lo largo de sus más de 50 años de trayectoria profesional y como uno de los máximos representantes de la escena de la moda francesa de finales del siglo XX. Un propósito que ya llevó a Vaccarello a situar a la “sahariana”, uno de los diseños más memorables de Yves Saint Laurent, como el eje vertebrador de su anterior colección de mujer, para la temporada Primavera/Verano SS24, en lo que conducía al creativo a terminar de componer una propuesta monotemática, cuyo fuerza de discurso ha pasado ahora a situar en esas transparencias que desde principios de febrero se están encargando de poner en valor desde el Museo Yves Saint Laurent de París como uno de los elementos más distintivos de la obra del genial modista. Una consideración que ya se había marcado por objetivo reivindicar Vaccarello antes incluso, ha asegurado, de que el Museo adelantase el tema de esta nueva exposición, pero desde la cual ya se encargan de dibujar algunas de las pautas que defienden y sostienen a esta última colección del modista belga-italiano, no como un experimento gratuito y simplemente provocador, sino como un concienciado y brillante ejercicio de provocación, sí, pero también de profundo análisis, comprensión y reinterpretación de la obra de Yves Saint Laurent.

El resultado de ese ejercicio, ha sorprendido en respuesta tanto por ese desmedido uso de las transparencias —hasta unos límites hasta ahora poco conocidos—, como por la fragilidad desde la que, desde su levedad, las piezas en contra han respondido dibujando la imagen de una mujer segura de su sexualidad y de su fuerza. Cuestiones que se han sacado a relucir desde una propuesta desde la que igualmente sorprende cómo la práctica ausencia de tejido, ausente de la propia colección al ser reducido a una tan fina piel que hace cuestionarse cómo llegarán a producirse las piezas en serie de esta propuesta de prêt-à-porter, logra sin embargo adquirir tal protagonismo, que es capaz de hacer enmudecer a las contadas prendas que se han mostrado con una rotundidad y un mayor peso estructural. Consideraciones todas estas que vienen a terminar de sostener el discurso que siempre defendió Yves Saint Laurent sobre las transparencias, entendidas por el modista como una verdadera arma de empoderamiento y de libertad, puesta al servicio, no del hombre ni mucho menos, sino de la mujer.

“Trabajo desde hace bastante tiempo con tejidos vaporosos”, analizaba el mismo Yves Saint Laurent según quedaba recogido en su biografía, por la pluma de Laurence Benaïm, y para ese trabajo, apuntaba, “lo importante es mantener su naturaleza misteriosa…”. “Creo que”, desde esa utilización de las transparencias, “he hecho lo mejor que pude por la liberación de la mujer”, defendía el modista francés, con además unas “prendas que estaban perfectamente en sintonía con el siglo XXI”.

“Pocas prendas de vestir son completamente transparentes”; y es que, y “en teoría, la transparencia es incompatible con la función misma de la ropa, que es cubrir el cuerpo, ocultarlo o protegerlo”, exponen desde el Museo Yves Saint Laurent en relación con esa exposición “Sheer: The diaphanous creations of Yves Saint Laurent”, y en lo que al mismo tiempo viene para apuntalar el motivo que ha conducido a Vaccarello a terminar por decidirse a perfilar esta singular colección. Y es que “intrigado por esta contradicción y por el poderoso papel que podían desempeñar los tejidos vaporosos en su obra, Yves Saint Laurent comenzó a utilizar materiales como la gasa, el encaje y el tul en los años sesenta”. “Como ‘leitmotiv’”, añaden desde el Museo, “utilizó regularmente la transparencia durante sus cuarenta años como creativo, a veces junto con tejidos bordados u opacos”, y siempre logrando con audacia unificar “estas contradicciones”, al igual que ahora ha hecho Vaccarello tomando su obra como referencia, “permitiendo a las mujeres afirmar sus cuerpos con orgullo y valentía”. Un orgullo y una valentía de las que, añadimos, siguiendo con ese juego de contradicciones, la mujer Saint Laurent, de ayer y de hoy, logra adueñarse, manifestando su fuerza, a través del acto de desnudar su cuerpo, de desudar su fragilidad.

Entre faldas lápiz y vestidos fruncidos

Partiendo de toda esta poética, entrando ya a analizar las particularidades, más físicas, que las hay, de esta colección de Saint Laurent para FW24, en materia cromática, la colección se presenta asentada sobre una paleta otoñal de tonalidades ocres y verdes musgo, que va abriéndose para dar paso a incendiados y profundos rojos borgoña, a negros y a intensos azules Klein. Terminando ya por evolucionar dando nuevamente protagonismo a ocres y marrones, junto a unas tenues y ligeras notas de lavandas. Tonalidades que bailan siempre en torno a los acentos empolvados y nude, este último naturalmente enfatizado por esa fragilidad y transparencia de los tejidos empleados para la hora de confeccionar la práctica totalidad de las piezas de la colección.

En cuanto a los patrones y siluetas empleadas por Vaccarello para terminar de dar forma a la propuesta, se descubren igualmente enfrentadas y como contradictorias de un lado las siluetas en forma de trapecio invertido tan populares durante la moda de los años 60, mientras que del otro se destacan las ajustadas faldas lápiz, vestidos y tops que se encargan de terminar de delimitar la silueta de la mujer. Todo, al tiempo que vuelven a descubrirse piezas especialmente simbólicas dentro del lenguaje creativo de la casa Saint Laurent, como, más allá de esas faldas lápiz, nuevas revisitaciones llevadas a cabo por Vaccarello del icónico traje esmoquin puesto por Yves Saint Lauren al servicio del armario de la mujer, o de sus blusas de mangas larga y holgadas, con detalle de lazada al cuello. Prendas que, siguiendo con lo expuesto, se mostraron confeccionadas en su práctica totalidad en fina seda transparente de gasa, desde la que se alcanzaba con creces a llevar hasta su máximo extremo las tendencias “no pants” y “exposed bra” con las que, de unos años a esta parte, no ha cesado de defenderse con orgullo la práctica de “desnudar” la ropa íntima y de descubrirla como un nuevo arquetipo de indumentaria, desde el que dar forma a un nuevo lenguaje para las prendas de vestir.

Terminando de profundizar en las singularidades de esta colección, como piezas clave, nos encontramos con las ya señaladas, como las faldas lápiz, las blusas con lazadas, las chaquetas de corte trapecio con espalda ancha, o con esas nuevas versiones de esmoquin para mujer. Piezas clave que comparten protagonismo con otras igualmente destacables, como los diferentes modelos de vestidos cortos; los de vestidos con detalles en fruncidos; con tops de cuello “halter”; o con los espectaculares, e igualmente provocativos, vestidos con fruncido en forma de dunas. Piezas, a excepción de los blazers y de los esmóquines, transparentes, frágiles y etéreas, que se mostraron combinadas con bragas opacas en acabado nude, y frente a las que terminaron de poner una tenue nota de oposición las rotundas prendas de abrigo en acabado efecto pelo y de línea armadura, así como los modelos de vestido que, aún siendo opacos, volvían a incidir en la desnudez de la mujer como una herramienta de empoderamiento. Acción para la que Vaccarello no ha dudado en deconstruirlos en ligueros, anudando los vestidos a esas mismas medias cuya seda y transparencia se han descubierto como las absolutas protagonistas de esta colección.