Miguel Adrover vuelve a la moda
cargando...
Madrid – Padre del apropiacionismo en la moda que tan buenos réditos ha terminado por ofrecer a creativos como Demna Gvasalia, y considerado a partes iguales tanto un genio como un paria dentro de la industria, el diseñador español Miguel Adrover regresa, por enésima vez, a la industria de la moda relanzando su casa de modas a través del medio digital.
Considerada como una de las grandes figuras de la moda internacional de comienzos de la década de los 2000, Adrover, autodidacta por vocación, se formó en moda lejos de las aulas de toda prestigiosa escuela de diseño, aprendiendo de manos y junto a profesionales de la talla del mítico diseñador británico Alexander McQueen. Creativo a quien le unía ya no solamente una honda e íntima amistad, sino un mismo espíritu, digámoslo así, atormentado, fruto quizás de su “excesiva” cuando no profunda sensibilidad hacia el mundo y el entorno. Una sensibilidad que si para el caso de McQueen terminó por hacerle especialmente vulnerable ante la realidad que le rodeaba, y frente a la que terminó por sucumbir con su prematuro fallecimiento en el año 2010, con solamente por entonces 40 años, para el de su íntimo amigo, Miguel Adrover, le condujo a no ver más sentido en su trayectoria vital que la de, siguiendo con la que de hecho había venido siendo su principal pulsión creativa, tratar de transmitir, a través de la moda y del vestir, la cruda realidad de esa verdad del mundo y de la sociedad que es la que igualmente asfixiaba a los dos creativos, y frente a la que trataban de coger aire para poder respirar a través de su propia producción artística. Una producción, para el caso de Adrover, ensalzada y cargada de este modo de una intensa carga social y reivindicativa, que no sin grandes dosis de talento, y adelantándose a su tiempo, el diseñador mallorquín, tampoco no sin polémica, desarrollaba bajo el sello de su propia marca propia, hasta llegados al año 2001. Momento en el que se empezó a allanar el final del prometedor camino de Adrove como uno de los máximos representantes “outsider” de la industria de la moda, tras la presentación, desde el Lower East Side de Nueva York, de su controvertida y quinta colección “Utopía”. Una propuesta multiétnica con la que Adrove, fiel a si filosofía, trataba ya no solamente de reflejar la realidad de la multicultural ciudad de Nueva York, sino poner el foco de atención en la realidad social de los países islámicos, y que alcanzaba a ver la luz el 9 de septiembre de aquel mismo año. Dos días solamente antes de los trágicos atentados del 11 de septiembre, cuya cercanía terminaría por echar por tierra y por censurar el trabajo y las inspiraciones del mallorquín, llegando incluso a tildar la colección de homenaje hacia el régimen de los talibán, en el centro por entonces del foco internacional tras ser señalados como promotores de los atentados.
Después de haber logrado así ascender desde conserje, limpiasuelos y limpiacristales, a ser considerado como una de las figuras más influyentes y reveladoras dentro de la escena alternativa del Nueva York de la década de los años 90, primero como copropietario de la “concept store” neoyorquina “Horn”, que puso en marcha junto a Douglas Hobbs, y posteriormente como el creativo tras la firma de camisetas “Dugg”, que comercializaba desde su misma boutique, con la caída de las torres gemelas Adrover empezó a ver desvanecerse su carrera dentro de la industria, hasta entonces aparentemente atada gracias a un acuerdo de financiación con la compañía norteamericana Pegasus Apparel Group. Una empresa fundada a comienzos del año 2000 que guardaba por intención la de convertirse en un gran grupo de la moda internacional, de la escala de LVMH o Kering, apostando y tratando de reunir para ello bajo su paraguas a marcas de autor como las de Pamela Dennis, Daryl K, Nanette Lepore o la del mismo Miguel Adrover. Quien tras decidirse a echar el cierre de “Horn”, con la intención de focalizar todos sus esfuerzos en el desarrollo de su casa de modas propia, terminaría recibiendo el apoyo directo y el reconocimiento del grupo editorial Condé Nast, o el del mismísimo Council of Fashion Designers of América (CFDA), desde donde le harían entrega en el año 2000 del codiciado premio Perry Ellis al mejor diseñador emergente, en una serie de acontecimientos que son con los que a la postre se allanaría el acuerdo con Pegasus. Una asociación destinada a financiar el desarrollo de la marca Miguel Adrover, que se desvanecía escasamente un mes después de los atentados del 11 de septiembre y de toda aquella polémica suscitada desde esa colección “Utopía”.
Tras esa serie de episodios, sobre los que Adrover posteriormente no dudó en señalar a Vogue y a su directora editorial para su edición en los Estados Unidos, Anna Wintour, como responsables de provocar su caída y de que no pudiera encontrar nuevos socios inversores que financiaran su proyecto de casa de modas con “conciencia social”, el diseñador mallorquín terminaba poniendo tierra de por medio, trasladándose hasta Egipto. País en el que desempeñaría distintos trabajos como el de taxista en la localidad turística de Lúxor, y del que regresaría para protagonizar su primer regreso a la industria de la moda escasamente unos meses después. Una segunda etapa a la que terminaría por poner punto y final, con su regreso a su Mallorca natal en torno al año 2004. Dedicándose por entonces a la restauración, tras situarse al frente de la cafetería con la que su familia contaba en el centro de Palma de Mallorca, Adrover saldría nuevamente a retomar su carrera dentro del mundo de la moda, situándose al frente de la firma de ropa Hess Nature. Empresa alemana a la que permanecería ligado por cerca de ocho años, y de la que finalmente se despedía en el año 2013, no conociéndosele desde entonces ninguna nueva actividad, al menos ejercida de manera directa, dentro del mundo de la moda. Una cuestión que no le ha impedido seguir desarrollando su creatividad, a través tanto del campo de la fotografía, un ámbito en el que se ha descubierto como un ferviente creativo mediante la organización de distintas exposiciones en galerías de arte de Mallorca o París, y de manera ya más reciente también a través de sus redes sociales. En concreto, desde una cuenta oficial en Instagram desde la que precisamente, hace escasamente unos días, anunciaba su nuevo regreso al mundo de la moda.
Relanzamiento de la firma Miguel Adrover
Entre fotografías desde las que vuelve a hacer gala abiertamente de su carácter contestatario y de sus posiciones reivindicativas, con mensajes nuevamente contrarios a la moda que se celebra desde eventos como la Gala del Met y contra una moda que vive de “espaldas” a la realidad social del mundo en el que vivimos, Adrover parece haber superado ya su aversión hacia las redes sociales y hacia los “likes”, contra los que decididamente había cargado en diferentes ocasiones. Y es que tras públicamente jactarse, ya hacia el año 2016, de no contar con cuentas en redes sociales y de abiertamente censurar la fugacidad de la moda que fuerza el contenido “efímero” que abonan esta serie de plataformas, el diseñador parece haber descubierto finalmente todo el poder que esconden, para la hora de conectar, para la hora de transmitir de manera directa y sin intermediarios, hasta el punto de haber anunciado desde Instagram este último regreso a la escena de la moda. Un ámbito de la creatividad que ahora retoma Adrover, con el relanzamiento de su firma de modas homónima.
Saliendo de este modo a retomar el camino del que se decidía a apartarse tras su decisión de paralizar su proyecto de casa de modas en el año 2012, por primera vez en estos últimos 12 años Adrover ha lanzado al mercado un diseño bajo su propio nombre y marca. Y no cualquier diseño, sino una nueva edición, actualmente ya agotada pero disponible todavía en modalidad de preventa, de la mítica gorra que ya lanzase como parte de su colección “Midtown”, presentada en el año 2000. Un diseño que alcanzó a erigirse en emblema de su firma de moda de culto y en referente de ese apropiacionismo del que Adrover se terminó por erigir en promotor y referente, generado a su vez a partir de una icónica sudadera que, como parte de esa colección, el diseñador mallorquín descubrió con unas hombreras formadas por unas gorras de los New York Yankees.
Como resultado de aquel ejercicio de apropiacionismo, y al igual que como ocurriese a causa del ejercicio de “upcycling” que llevó a cabo Adrover sobre los diseños de la firma de modas británica Burberry, el diseñador terminó siendo demandado por el popular equipo de béisbol de Nueva York. Una demanda que se saldaba con un acuerdo extrajudicial entre las partes, y con la decisión de Adrover de sustituir las gorras de los Yankees por unas nuevas gorras, esta vez ilustradas con un emblema propio formado por las letras “M” y “A”, de naturalmente Miguel Adrover, que pasaba así a descubrirse como el logotipo de su casa de modas. Firma que ahora el diseñador, quien continúa viviendo alejado de los circuitos de la moda internacional desde un autoimpuesto retiro en su Mallorca natal, parece haberse decidido a relanzar como “pure player” digital, comercializado una nueva versión de esa misma gorra, a través de su propia página de comercio online. Una plataforma desde la que puede adquirirse por ahora solamente este único modelo de gorra (160 euros), ya agotado pero disponible como apuntábamos en modalidad de preventa, y al que el diseñador parece ser que guardaría por intención la de sumar nuevas y distintas prendas, como parte de un relanzamiento mucho más ambicioso y completo de su casa de modas propia, proceso que al parecer arrancaría de forma más decidida coincidiendo con el arranque de esta próxima campaña de Otoño/Invierno de 2024/2025, y una vez ya constatado el interés que sigue despertando el diseñador tras la buena acogida que ha recibido esta primera pieza, de esta nueva “era” para la casa Miguel Adrover. Una nueva época a la que se abre ahora el diseñador mallorquín, dando muestras de una envidiable e inagotable fuerza y ganas por seguir defendiendo su visión y maneras de entender la moda, en un momento en el que además los mensajes de concienciación, hacia el entorno natural y hacia las personas que participan y que se ven afectadas por el desarrollo de la industria de la moda, y la visión social y comprometida que siempre ha defendido como bases de su trabajo creativo, se encuentran especialmente valoradas y consideradas, tanto por los mismos consumidores como por parte de la misma industria que en su día terminó por darle la espalda a quien ya se nos descubre como un auténtico adelantado a su tiempo.
“El artículo que puedes adquirir es la icónica gorra de béisbol, creada en el año 2000 para la presentación ‘Midtwown’”, un diseño creado “después de que los Yankees de Nueva York me denunciaran por apropiarme de su logo, que había usado al incrustar dos gorras de béisbol en los hombros de una sudadera”, anunciaba el mismo diseñador a través de su cuenta oficial en Instagram. Como resultado de esa demanda, y siguiendo con lo ya apuntado, finalmente “la pieza fue producida y vendida con mi logo ‘MA’”, en lo que hizo que la gorra se convirtiera, apostilla, “en una pieza que identificaba mi marca”. Una enseña que se abre ahora de su mano a su relanzamiento, alumbrada por este revitalizado logotipo y desde el canal online, por parte de un diseñador que justamente ha cargado abiertamente tanto contra la profusión y el uso de los logos, como contra ese valor de lo “efímero” que se cultiva desde las redes sociales. Aspectos que pueden advertirse bien claramente como contradictorios en la defensa de la moda que siempre ha procurado el diseñador mallorquín, pero al tiempo también, y por qué no, como muestra de una última lección de ese apropiacionismo del que fue en su día impulsor; práctica desde la que ahora parece tratar de salir a también adueñarse y a pretender dotar de una nueva entidad al valor del logotipo, así como de una nueva profundidad al valor de la moda difundida a través del medio online y de las redes sociales.