Juana Martín presenta en París su última colección de Alta Costura

Madrid – Consolidándose dentro del calendario oficial de la Semana de la Alta Costura de París, la cordobesa Juana Martín ha presentado este lunes, 24 de junio, su colección de Alta Costura para la temporada Otoño/Invierno 2024/2025. Una propuesta desde la que la diseñadora española ha vuelto a plantear una poética revisitación contemporánea de la cultura andaluza, en esta ocasión con los principios del bien y del mal, y las pulsiones de la tentación y del deseo, como elementos gravitacionales.

Sumando su nombre al de una siempre aspiracional jornada inaugural de esta nueva edición para las colecciones de Otoño/Invierno de la Semana de la Alta Costura de París, día en el que la cordobesa alcanzó a compartir protagonismo con casas de moda de la talla, y de la trayectoria, de Schiaparelli y Christian Dior, Juana Martín desembarcaba en esta ocasión sobre la capital francesa de la mano de una de sus colecciones más sofisticadas y complejas. Una propuesta, naturalmente para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2024/2025, desde la que la diseñadora cordobesa ha entrado a profundizar en lo que vienen siendo las principales “obsesiones” por las que se rige su imaginario y el de su casa de modas. En concreto, la cultura andaluza, su religiosidad, y sobre todo, el ambiente que se vive y que se respira desde sus pueblos y plazas.

Para terminar de dar cuerpo y modelar a todo esta suma de elementos, en esta ocasión la diseñadora se ha focalizado y ha tratado de dar forma a las sensaciones, sentimientos e impresiones que le despierta y genera su Andalucía natal, centrándose y escogiendo como elemento vertebrador de toda la propuesta a los principios del bien y del mal. Dos principios tan antagónicos como íntimamente ligados a la religiosidad que impregna y que marca la manera de vivir en esta región de España, y que hace corresponder, en una suerte de asimilación con el símbolo del “yin” y del “yang”, con la misma oposición que se establece entre las tonalidades del blanco y del negro. Dos colores clave dentro del universo de la casa española de Alta Costura, que no solamente vuelve a reivindicar como propios la diseñadora cordobesa, sino que además le valen para seguir profundizando en su misma simbología, planteando en respuesta una igualmente inspiradora narrativa sobre las luces y sombras que, de manera tanto literal como figurada, recorren de punta a punta las calles y plazas de Andalucía y a sus gentes.

No obstante, y frente a este contenido equilibrio entre el bien y el mal, entre el blanco y el negro, entre las luces y las sombras, entendidos como fuerzas que se retroalimentan las unas de los otras, y en desde lo que la diseñadora viene a plantear el que la luz sería menos luz frente a la ausencia de una oscuridad igualmente necesaria para la misma vida, y su complejidad y poética, Martín suma como tercer elemento en discordia la “tentación”. Un impulso que llega para terminar de tensionar tanto su mensaje como su propuesta, en forma dentro de la misma de un intensísimo color rojo carmín, rojo deseo, y desde el que completa la narrativa de esta colección desnudando, a través de su presencia y materialización, la lucha que mantenemos todos en nuestros fueros internos por no terminar por sucumbir ante el deseo y ante la incitación que claman nuestros impulsos más oscuros, para mantenernos en el camino del bien y de la luz.

Desde esta colección, nos detallan desde la misma firma española de Alta Costura, “hablamos de la línea”, del “muro que separa en nuestro pensamiento el bien y el mal, el pecado de lo celestial, tan lejos a veces”, pero solo “una delgada línea cuando la tentación acecha”. Partiendo de esta poética, ambos conceptos terminan tomando forma a través “del blanco y del negro”, planteados “como la antítesis de los términos”, pero “a la vez inseparables” y “siempre de la mano” y “caminando en paralelos”; además de “sello inconfundible” de la diseñadora cordobesa y de su casa de modas. Unos elementos, y tonos, que se violentan con “un golpe de color”; certero y “profundo”, el de una tentación que se hace carne desde un encendido “rojo como la sangre, como nos han pintado el infierno desde que somos niños, como la manzana más roja de todas, la de la tentación más antigua”, la “de Eva”; símbolo además de la “religiosidad tradicional fuertemente arraigada al andaluz más puro”.

Entre níveos blancos, oscuros negros y tentadores “rojos deseo”

Planteado ya el fondo discursivo sobre el que se sostiene la colección, entrando a profundizar en sus particularidades y singularidades, en materia de diseño, como bien ya hemos venido adelantando la propuesta se descubre asentada sobre una cuidadísima y contenidísima paleta cromática, con ese blanco “luz”, ese negro “oscuridad” y ese rojo “deseo” como únicas notas de color. Unos tonos que terminan de verse acompañados en el marco de esta colección por la presencia igualmente destacada de los elementos y detalles en pedrería y, sobre todo, en plata; materia cuya presencia, desde su superficie reflectante, parece venir a precisamente terminar de subrayar el mensaje de la propuesta, sirviendo como un cuasi espejo desde el que la rotundidad de ese blanco, simbología del “bien”, de ese negro, asimilado con el “mal”, y de se rojo, materialización del “deseo”, se matiza.

Partiendo de estos acentos de color, en materia de hechuras y patrones, Juana Martín ha vuelto a descubrir un intrincado y complejo juego de formas y siluetas, desde una colección que navega entre las formas más tradicionales y arquetípicas que inundan la cultura andaluza, con claras referencias a los mantos de las vírgenes y a los atuendos tradicionales de luto que vistieron, y visten, sus mujeres; y las nuevas modernidades y gustos en el vestir, con atrevidas combinaciones en tendencias “no pants”, en “vestidos- body”, o en aberturas “cut-out”. Todo, mientras vuelve a destacarse la elevada y cuidada selección de materiales empleados para la construcción de cada uno de los vestidos-joya que componen esta colección de Alta Costura, y de entre los que adquieren un particular protagonismo las finísimas y transparantísimas gasas, los elaborados tejidos de encaje, y en esta ocasión los cristalinos cuerpos y detalles en acabados reflectantes e iridiscentes. Sin poder olvidar claro está la presencia de esos elementos joya en plata, en formas de frutas, en alusión a esa primera tentación de la manzana, y de raspas de pescado, en alusión por su parte tanto a la gastronomía andaluza como nuevamente a esa férrea religiosidad oriunda de esta región de España, como elemento que hace alusión a esa “privación de la carne” que se decreta en periodo de Cuaresma.

Desde sus principios más esenciales, la colección se descubre como “una manera poética de plantear el bien y el mal”, desde “el pensamiento del buen hacer contra la constante tentación terrenal y carnal”, y con nuevamente “Andalucía, con sus infinitos prismas y vistas e interminables historias y protagonistas” como elemento inspirador, concretan desde la casa española de Alta Costura. Una suma de pulsiones que son las que igualmente conducen a, en primer lugar, la elección de ese blanco y de ese negro como base cromática de la colección; y es que, enfatizan, poco existe “más andaluz que las paredes encaladas de nuestros pueblos blancos”, o que “el contraste de las mueres que los habitan, siempre sentadas en las puertas de sus casas vestidas de negro”.

Partiendo de este esquema vertebrador y gravitacional, y siguiendo con lo ya señalado, en segundo lugar termina haciendo ya su aparición ese impulso del “deseo”, de la mano de ese “rojo fuego” y del “símbolo de la tentación por excelencia, la primera tentación de todas, el fruto de la pasión y el pecado”, presente dentro de la colección “en forma de frutos de pedrería, cristal y bordado en plata sobre magníficos tejidos”. Una tentadora presencia, que se combina con la de “plumas, encajes de chantilly que se adaptan al cuerpo dejándolo fluir”, y con la de unas “gasas como velos que fluye y vuelan y también, de nuevo, dibujan la silueta femenina”, desde además una “transparencia insinuante” muy íntimamente ligada al “deseo” y a “la belleza”. Una serie de elementos con los que, apostillan, la diseñadora cordobesa “de nuevo recoge las sensaciones de su Andalucía más sentida”, para dar desde ellas forma a una colección desde la que se descubre a la mujer enfrentándose al “debate entre el bien y el mal”, sirviéndose para tratar de hacerle frente de “su arma más poderosa, la sensualidad”.