El péndulo de la moda se inclina hacia nuevas tendencias, alejándose del lujo discreto
cargando...
En las últimas temporadas, que han parecido una eternidad en el ámbito de la moda, la tendencia del “lujo silencioso” o quiet luxury, que surgió tras la pandemia, ha dominado las pasarelas, el espíritu de la época y los medios de comunicación.
Vestirse de manera discreta se convirtió en el nuevo sinónimo de elegancia. Incluso términos como demure o mindful, que en un principio hacían alusión a un comportamiento correcto y a no destacar en la multitud, se filtraron en la moda. En resumen, la ropa se volvió un simple fondo de armario, aburrido y carente de personalidad.
Ya fuera una camiseta básica de Uniqlo o de The Row, la única diferencia estaba en la calidad de la tela, y aun así, se necesitaba una mirada atenta para apreciar la artesanía italiana frente a la producción rápida de una fábrica china. En esencia, en una industria globalizada, la línea entre los productos de mercado masivo y los artículos de lujo se vuelve cada vez más borrosa. Este fenómeno es especialmente evidente al comparar prendas aparentemente simples, como camisetas, de marcas que cubren un amplio rango de precios.
El lujo silencioso, también se ha masificado
En la mayoría de casos, la diferencia solo se deja entrever detalles como acabados a mano o una manufactura más precisa, muchos asumen una división tajante entre una “fábrica del Lejano Oriente” y la “artesanía europea”.
Pero el símbolo de estatus del lujo silencioso, aunque haya diferencias sutiles, también se ha masificado. Los mocasines de ante sin cordones de Loro Piana (820 euros), que se convirtieron en emblema de este movimiento, ya tienen copias casi idénticas en tiendas comerciales, desde Massimo Dutti (89 euros) hasta Suitsupply (249 euros). La diferencia más notable: el precio.
En las pasarelas, el péndulo durante muchas temporadas ha oscilado en la misma dirección: prendas bellamente construidas, pensadas para durar toda la vida, pero tan reducidas que perdían personalidad.
Homogeneización del estilo
De manera intrigante, diseñadores y directores ejecutivos han seguido abogando por la estética minimalista (probablemente bajo presión de los últimos). Las casas de lujo y las pasarelas, desde Nueva York hasta París, han mostrado prendas bellamente confeccionadas, diseñadas para la longevidad, pero tan despojadas de detalles que arriesgan perder su carácter distintivo.
Esta tendencia, si bien está alineada con la creciente demanda de los consumidores por sostenibilidad, ha provocado inadvertidamente una homogeneización del estilo. También debe tenerse en cuenta que, tras las crisis económicas, a menudo hay un cambio hacia un lujo más discreto. Las demostraciones ostentosas de riqueza pueden percibirse como insensibles en tiempos de dificultades financieras para muchos.
Además, se ha promovido una propuesta de valor a largo plazo: las piezas minimalistas suelen ser retratadas como inversiones atemporales, atractivas para consumidores que buscan durabilidad en sus compras. Según esta teoría, una falda de volantes flamenca en tono rosa tendría una fecha de caducidad.
Sin embargo, esta democratización de la moda, acelerada por las redes sociales y los minoristas de moda rápida, ha resultado paradójicamente en una pérdida del elemento fantástico de la industria. Aunque el mercado global de ropa continúa expandiéndose, esto podría estar ocurriendo a costa de la creatividad y la individualidad.
El péndulo cambia de dirección
Sin embargo, como es la naturaleza de la moda, el péndulo ha comenzado a moverse en la dirección opuesta. Las marcas están reconociendo el valor de los diseñadores con experiencia en lugar de recurrir a figuras de moda temporales, y las pasarelas ya han empezado a alejarse de la temática de lo “atemporal”. La Semana de la Moda de Nueva York, tradicionalmente un referente para las tendencias deportivas, mostró un cambio en las sensibilidades estéticas.
Proenza Schouler, por ejemplo, se apartó ligeramente del guardarropa minimalista, presentando en su lugar diseños innovadores con detalles intrigantes. Su colección incluyó tops asimétricos con rayas y largas colas, pantalones adornados con botones en contraste en los dobladillos, combinados con chaquetas estructuradas. Este giro hacia diseños más complejos refleja un creciente deseo de originalidad en un mercado saturado de básicos.
La saturación de los básicos
Los observadores de la industria señalan que la mayoría de los consumidores ya poseen los básicos ubicuos de un guardarropa minimalista: la camiseta azul marino, la chaqueta negra entallada, los vaqueros sencillos. Estas prendas, aunque forman la base de muchos armarios, no requieren una compra frecuente. Hay cada vez más evidencia de que número de veces que se usa una prenda de media ha disminuido en comparación con décadas anteriores, lo que indica la necesidad de piezas más distintivas y de mayor calidad que inspiren un uso a largo plazo.
Estilo individual
En Milán, Prada causó sensación al presentar una variedad diversa de looks, evitando la práctica común de iterar sobre un solo estilo, una fórmula a menudo empleada para complacer a los minoristas y grandes almacenes. Este movimiento audaz desafía la sabiduría convencional de que los looks eclécticos son difíciles de vender, ya que los compradores de las tiendas prefieren tradicionalmente colecciones coordinadas y fáciles de comercializar visualmente.
La estrategia se alinea con los cambios en el comportamiento del consumidor, ya que más compradores reportan cambiar sus preferencias de compra en función de la responsabilidad social, la inclusividad o el impacto ambiental de sus adquisiciones.
El nuevo capítulo de Valentino
Quizás el indicador más significativo de esta nueva era en la moda llegó con el debut de Alessandro Michele en Valentino. A diferencia de su etapa en Gucci, caracterizada por una estética “geek chic” distintiva, el primer desfile de Michele para Valentino logró un equilibrio entre la nostalgia y la sofisticación.
Al combinar su inclinación por las referencias históricas con la inigualable experiencia de Valentino en Alta Costura y prêt-à-porter, Michele ha aprovechado el creciente deseo de los consumidores por la individualidad. Este enfoque resuena particularmente con los consumidores más jóvenes, quienes, según varios informes de la industria, suelen preferir productos personalizados y están dispuestos a pagar una prima por ellos.
El futuro de la moda
A medida que la industria se aleja del lujo silencioso, entra en una nueva fase que celebra la individualidad y la artesanía. Este cambio no es solo estético, sino que refleja cambios sociales más amplios: una reacción a la homogeneización provocada por la globalización y la moda rápida.
Se espera que el mercado de bienes de lujo continúe creciendo, y el desafío de la industria será equilibrar esta renovada creatividad con las demandas continuas de sostenibilidad y producción ética.
El péndulo que se inclina hacia una moda más expresiva no solo promete un renacimiento de los elementos fantásticos de la industria, sino que también podría augurar un enfoque más sostenible del consumo: uno en el que se valoren y se usen durante años piezas distintivas y bien elaboradas.
Este artículo fue publicado originalmente en FashionUnited.COM, y posteriormente traducido del inglés al español usando una herramienta de inteligencia artificial.
FashionUnited ha implementado herramientas de inteligencia artificial para agilizar la traducción de artículos entre nuestras plataformas, pues contamos con una red global de periodistas activos en más de 30 mercados, ofreciendo inteligencia empresarial y los contenidos más recientes en 9 idiomas.
Esto permite que nuestros periodistas puedan dedicar más tiempo a la investigación y redacción de artículos originales.
Los artículos traducidos con ayuda de IA son siempre revisados y editados por un editor humano antes de su publicación. Si tienes preguntas o comentarios sobre este proceso, escríbenos a info@fashionunited.com