Birkenstock solicita ante la SEC su salida a cotizar en la Bolsa de Nueva York
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Madrid – Tras los ininterrumpidos rumores que venían apuntando en esta misma dirección, de manera especialmente efusiva a lo largo de estos últimos meses más recientes del calendario, la compañía multinacional alemana especializada en sandalias y otras tipologías de calzado Birkenstock, acaba de solicitar formalmente ante la Sec, la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos, su salida a Bolsa como empresa cotizada en la Bolsa de Valores de Nueva York. Mercado para el que acaban de iniciar el proceso para la puesta en marcha de una oferta pública inicial (IPO) de sus acciones, bajo el ticker con las siglas “Birk”.
A la espera de que la solicitud pueda terminar por prosperar y recibir la correspondiente autorización de la Sec, por el momento pocos más detalles financieros han podido desprenderse del escrito de solicitud para su salida a Bolsa presentado por la dirección de la compañía ante la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos. Un prospecto presentado a fecha de este mismo 12 de septiembre, y para el que, atendiendo a las normas que establece el regulador, no se han incorporado todavía unas primeras indicaciones sobre la horquilla de precios en la que estiman situar la próxima salida a Bolsa de sus acciones. Una operación que desde medios especializados como Bloomberg estiman que podría terminar elevando la valoración de la compañía por encima de los 8 mil millones de dólares, como resultado de una colocación de acciones para la que en el mismo prospecto se recoge que participarían como entidades colocadoras de los títulos Goldman Sachs, JP Morgan y Morgan Stanley.
Una vez que, tal y como está previsto que suceda, la operación termine por recibir el visto bueno y la correspondiente autorización de la Sec, la próxima salida a bolsa de Birkenstock llegará para marcar un nuevo y decisivo punto de inflexión sobre el histórico de la compañía, así como a culminar el largo proceso que desde su dirección se ponía en marcha, y se viene sosteniendo a lo largo de los años, con el objetivo de terminar de destapar todo el potencial de la compañía como marca global. Una andadura que se iniciaba con la decisión de los herederos de la familia fundadora de la empresa de ceder y alejarse de los puestos de dirección, con el nombramiento en 2009 de Oliver Reichert como director ejecutivo de la empresa, y sobre el que se imprimía un renovado impulso tras la entrada en 2021 de L Catterton, uno de los brazos inversores de la todopoderosa familia Arnault, propietarios del Grupo LVMH, como principal accionista mayoritario de Birkenstock. Una posición desde la que ahora han terminado por allanar su salida a bolsa, y a la que accedían desde L Catterton como resultado de una operación que desde el Financial Times apuntaban a que se habría cerrado en una cifra cercana a los 4.000 millones de euros, aproximadamente la mitad del valor que se estima que podría alcanzar ahora Birkenstock en Bolsa, solamente ya con la venta inicial de sus títulos, y atendiendo a esa valoración realizada por Bloomberg.
La start-up “más antigua del mundo”
Fundada en la ciudad alemana Langen-Bergheim en 1774 por Johann Adam Birkenstock, y operando actualmente a través de un modelo de fabricación vertical desde el mantienen un estricto control sobre toda su cadena de suministros, obteniendo la mayor parte de sus materiales en Europa, y produciendo todas las plantillas y ensamblando más del 95 por ciento de sus productos en Alemania, Birkenstock opera a través de los canales tanto de venta directa al consumidor (DTC) como B2B, a través de una fuerza laboral integrada por más de 5.000 trabajadores. Unas estructuras operativas de las que se sirvieron para alcanzar a cerrar su último ejercicio fiscal de 2022 con unos ingresos por valor de 1.242,8 millones de euros, que terminaron por dar lugar a un beneficio neto, y en positivo, de 187,1 millones de euros. Siendo todos estos una suma de indicadores que guardan por objetivo terminar de incrementar y hacer despuntar, en la medida de que su próxima salida a bolsa vaya destapando todo el potencial de una compañía a la que su propio CEO no ha dudado a la hora de calificar como de un “gigante dormido” que ha empezado a despertar bajo su dirección, y que cuenta en su haber con colaboraciones con firmas de la talla de Dior, Manolo Blahnik, Rick Owens o Stüssy, y hasta con una película Barbie que ha vuelto a convertir a sus icónicos diseños en artículos de máxima tendencia.
“Todavía recuerdo el momento en que llegué a Birkenstock en 2009”, a una compañía de la que “estaba familiarizado”, porque “casi nunca había usado otros zapatos en mi vida de diario”, pero que “sin embargo”, tanto la empresa como la marca, “no se encontraban en absoluto dentro de mi radar profesional cuando me propusieron liderar el relevo generacional como asesor principal de la familia”, explica Oliver Reichert, director ejecutivo de la empresa, desde el prospecto presentado ante la Sec y en unas palabras directamente dirigidas a “nuestro posibles accionistas”. Una vez que entró a formar parte de la directiva, “una de mis primeras ideas”, recuerda Reichert, fue que “Birkenstock era un gigante dormido, una marca que había perdurado durante siglos, desde 1774, y era ampliamente venerada, resonando e incluso moldeando el espíritu de cada época durante décadas y hasta el día de hoy, y obstinada, en un sentido positivo, a no dejarse intimidar por las tendencias de la moda, así como orgullosamente alemana”. Frente a esta imagen, “Birkenstock contaba con todos los elementos esenciales de una súper marca: una rica herencia en su corazón construida en torno a nuestro principal propósito de facultar a todas las personas a caminar pensando en la naturaleza; un enfoque inquebrantable hacia la artesanía, combinado con una obsesión por la calidad; un vasto archivo de productos con una impresionante variedad de siluetas icónicas; un número de seguidores global en constante crecimiento que comparte valores y unas creencias similares; y un enfoque excepcionalmente democrático hacia la innovación, los precios y la distribución”.
Tomando por testigo esta herencia, en respuesta a la cuestión de por qué desde su dirección se ha tomado la decisión de sacar a cotizar la empresa, el mismo Reichert explica cómo desde Birkenstock “nos consideramos la start-up más antigua del mundo”. “Somos una marca respaldada por una tradición familiar construida a lo largo de un cuarto de milenio, con la resiliencia, la relevancia atemporal y la credibilidad de un negocio multigeneracional”, pero “sin embargo, a pesar de esta herencia, Birkenstock sigue impulsándose de energía juvenil”, y “con toda la frescura y versatilidad creativa de una nueva empresa inspirada en Silicon Valley”. “Hemos conservado el espíritu original de nuestros antepasados, que sentaron las bases de un negocio global que resulta más relevante que nunca”; y que “hoy coronamos”, defiende, con “una oferta pública inicial”, que se descubre como el “paso lógico a lo que comenzó con la retirada de la familia del negocio operativo”. “Esto nos llevó al siguiente nivel, a través de nuestra asociación con L Catterton, y ahora marcamos un nuevo hito importante con nuestro plan de salir a bolsa, con el que invitamos a un mayor grupo de inversores a unirse a nuestra empresa”. “Este es el comienzo de un nuevo capítulo”, para el que “si establecemos el marco adecuado, la empresa seguirá prosperando durante los próximos siglos”. “Respetamos y honramos nuestro pasado, pero no somos un mausoleo”, y Birkenstock “es una marca viva que respira”, y de la que “estoy orgulloso de ser su administrador”, apostilla Reichert, quien confiesa tener “la intención de continuar liderando este negocio, en aras de “generar retornos sostenibles a largo plazo para los inversores, respetando al mismo tiempo los intereses de todos los accionistas”.