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Visitamos la exposición antológica dedicada a Josep Font en el Museo Balenciaga

Por Jaime Martinez

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Cultura
Créditos: El diseñador Josep Font durante la ceremonia de inauguración de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, producida por el Museo Cristóbal Balenciaga. Fotografía de Jaime Martínez Sena.

Madrid – Llegando para firmar un nuevo hito en los once años de recorrido del Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria, este viernes 30 de junio abre sus puertas “Josep Font. Belleza e inquietud”. Muestra que se destaca como la primera exposición antológica dedicada a la obra y a la figura del diseñador catalán, así como la primera de la nueva línea de contenidos expositivos que con ella pasa a inaugurar ahora el museo, con una exposición que hemos tenido ocasión de recorrer, en primicia y antes de su apertura al público, de la mano del propio diseñador, Premio Nacional de Diseño de Moda, a propuesta del Ministerio de Cultura de España, de 2014.

Como antesala de la muy especial jornada que se vivía en Getaria este jueves 29 de junio, la mañana amanecía con una rueda de prensa a la que habían sido llamados a participar un muy cuidado y reducido número de medios de comunicación, entre los que se encontraba FashionUnited, y de la que participaban Miren Vives, directora del Museo Cristóbal Balenciaga; Denis Itxaso, delegado del Gobierno en Euskadi; Andoni Iturbe, viceconsejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco; y Josep Casamartina i Parassols, director de la Fundació Antoni de Montpalau y comisario de la exposición. Figuras cuya sola presencia ya era indicación del valor único y singular del que goza esta muestra, y tras cuyas respectivas intervenciones se terminaría ya por dar paso a una visita guiada por las salas reservadas a las exposiciones temporales del Museo, bajo la atenta mano del propio Josep Font. Un recorrido que serviría para poner punto y final a los actos de mañana, y cuyo testigo se encargaría ya de tomar el cóctel organizado para la misma tarde del jueves. Un evento que llegaría para poner el correspondiente broche de oro a las celebraciones organizadas con motivo de la apertura de esta exposición, y evento que terminaría siendo fiel reflejo del mismo tono, íntimo y callado, del que es sinónimo el trabajo del diseñador catalán, descubriéndose como un encuentro que servía para volver a reunir a amigos, a antiguos colaboradores y a personas íntimamente ligadas al diseñador. Un creativo que, tal y como se trató especialmente de poner en valor durante la citada rueda de prensa, se descubre como “uno de los diseñadores de moda más personales y apreciados del paso del siglo XX al XXI”.

Créditos: Imagen de la rueda de prensa de presentación de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.

Deteniéndonos brevemente en todo lo dicho y destacado durante esa celebración de la exposición ante los medios, tras la presentación de las líneas generales de la muestra realizada por la directora de Museo, Miren Vives, cediéndose de uno a otro el turno de palabra, era ya Denis Itxaso, el delegado del Gobierno en Euskadi, el primero que se encargaba de enfatizar el valor de Font como “invitado excepcional” que llega al Museo para abrir su nueva línea de contenidos expositivos. Una nueva línea argumental desde la que se va a tratar de salir a sumar las voces de creativos contemporáneos para, a través de ellas y de sus perspectivas, descubrir la huella y la influencia que la figura de Balenciaga sigue ejerciendo en la actualidad. En este caso, de la mano de un Josep Font cuyo acercamiento a la obra de Balenciaga, subrayaba Itxaso, “no es mimética”, sino que se hace desde “una interpretación muy personal a partir del estudio del volumen, la construcción arquitectónica” y de la naturaleza “del propio tejido”. Unas características las de su trabajo que lo acercaban, mejor que el de ningún otro, a servir de ejemplo para esas “conversaciones al rededor de la obra de Balenciaga” que, apuntaba el Delegado del Gobierno, en su papel como miembro del Patronato del Museo Balenciaga en representación del Ministerio de Cultura, la institución se va a encargar de fomentar desde esta nueva línea expositiva que se inaugura con la apertura de “Josep Font. Belleza e inquietud”.

Tras su turno de palabra, era Andoni Iturbe, en representación del Gobierno Vasco, igualmente miembro del Patronato del Museo, quien destacaba el “contrastado talento” del que goza Font en el mundo de la moda, practicando un llamamiento desde el que nos invitaba a disfrutar, desde esta exposición, de la obra del diseñador y a aprender de su trabajo. No queriendo terminar sin antes ensalzar la filosofía de Balenciaga, bajo cuyas directrices cabe perfectamente el legado construido por el diseñador catalán a lo largo de sus cerca de 30 años de dedicación al mundo de la moda, y principios que quedan a bien reunidos bajo esas tan inspiradoras palabras pronunciadas por el maestro de Getaria, y desde las que apuntaba a cómo un modista “debe ser arquitecto de la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”.

Créditos: Imagen de la rueda de prensa de presentación de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.

Encargándose de cerrar la rueda de prensa organizada con motivo de la presentación oficial de la exposición, era ya Josep Casamartina i Parassols quien, en calidad de comisario de la misma, se encargaba de empezar a “desnudar” algunas de sus particularidades y de la manera en la que se le ha terminado por dar forma, a lo largo de un discurso que arrancaba queriendo especialmente agradecer al Museo, y al equipo del Museo Balenciaga, el “entusiasmo” con el que acogieron la propuesta del proyecto. Una muestra que debía servir, y así sirve, para terminar de arrojar luz sobre “las muchas concomitancias”, y también las “enormes distancias”, que guardan la figura y la obra de Josep Font frente a la producción y a la figura de Balenciaga, y muestra de la que Casamartina resaltaba el papel especialmente activo que ha llegado a ejercer el diseñador en su organización. Un apunte que terminada de concretar descubriendo el que ha sido el mismo Font quien “ha supervisado totalmente la exposición”, y quien “ha podido seleccionar todo” su contenido, en una labor para la que ha contado en todo momento con el apoyo de su propia participación como comisario de la muestra, y con la de todo el equipo del Museo Balenciaga.

Una exposición única, del 30 de junio al 7 de enero de 2024

Finalizada la rueda de prensa previa, se procedía ya, e igualmente de manera oficial, a celebrar la inauguración de la exposición, desde un acto del que entraba ya a participar su mismo protagonista. Un Josep Font que de este modo no solamente se limitó a inaugurar la muestra junto al resto de las autoridades que, en representación del Museo y del Patronato de la Fundación Cristóbal Balenciaga, vinieron participando de los actos organizados para este jueves 29 de junio, sino que, actuando a modo de un guía de excepción, no dudó en acompañarnos durante el recorrido que practicamos por el ala de las exposiciones temporales del Museo Cristóbal Balenciaga sobre la que ha quedado dispuesta la muestra. Una exposición que, a partir de este viernes 30 de junio, podrá visitarse por el público hasta el próximo 7 de enero de 2024, en una ocasión tan singular como única para poder descubrir de cerca, y de primera mano, las creaciones ideadas por Font durante sus treinta años de trayectoria, abarcando etapas que van desde sus primeros comienzos, hasta la de su evolución al frente de su propia casa de modas y la de su consagración desde la dirección creativa de Delpozo.

Créditos: Ceremonia de inauguración de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.

Abandonando precisamente su autoimpuesto retiro desde que abandonase las filas de la casa de modas, cuyas riendas tomaba en torno al año 2012 para dirigir el relanzamiento de una firma para la que alcanzaría a crear hasta 19 colecciones entre 2012 y 2018, año en el que finalmente tomaba la decisión de retirarse de la dirección creativa de Delpozo, Font se encargaba de este modo a lo largo de esta primera visita a la exposición, de ir descubriendo, de manera atenta, y percibimos que también algo emocionada, los detalles de algunas de las distintas piezas expuestas. Un punto para el que sobra mencionar el carácter destacado del que todas ellas gozan dentro de la producción artística del diseñador catalán, en una misma catalogación de la que así pues disfrutan el total de hasta 54 piezas de indumentaria, entre abrigos, conjuntos de calle, vestidos de cóctel, de noche y de novia, que conforman los fondos de la muestra, y que se descubren en compañía de zapatos, perfumes y tocados. Piezas todas ellas producidas durante los años en los que se mantuvo al frente de Delpozo, así como en todos los previos durante los que no cesó de crear e innovar desde la dirección creativa de su casa de modas homónima, de la que no obstante, y siguiendo con ejemplos como los de creativos contemporáneos como Jill Sander, Antonio Miró, Christian Lacroix o Martin Margiela, Font terminaba por perder el control, así como los derechos sobre su propio nombre, en torno al año 2010.

Reivindicando todo lo vivido y lo creado durante esos años que van desde sus mismos comienzos como diseñador y hasta su salida de Delpozo, y para lo que, tal y como nos comentaba en “petit comité” Casamartina durante el cóctel de la tarde, ha sido deseo expreso del diseñador el mantener en un equilibro lo más cercano al 50/50 la exposición de las piezas producidas bajo las etiquetas de Josep Font y la de Delpozo, en una intención por no desmerecer ni lo creado en solitario ni el trato que siempre se le brindó desde Delpozo, el total del material expositivo ha quedado dispuesto sobre la totalidad de las 3 plantas reservadas para exposiciones temporales con las que cuenta el Museo Balenciaga. Un espacio que corresponde a los del antiguo Palacio Aldamar que se encuentra anexo a las instalaciones del Museo, y para el que, en lo que respecta al caso concreto de esta exposición, se ha planteado un recorrido encapsulado que termina por discurrir entre las creaciones de Alta Costura creadas por el diseñador bajo el paraguas de la marca Josep Font, como muestra tanto de las cuatro colecciones que entre 2008 y 2009 el diseñador llegase a presentar en el marco de sus respectivas Semanas de la Alta Costura de París, invitado por la Fédération de la Haute Couture et de la Mode, así como de los extraordinarios fondos que atesora la Fundació Antoni de Montapalau, guardiana de la mayor cantidad de piezas del diseñador catalán producidas bajo la marca Josep Font.

Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.

Sirviendo de este modo de nexo y punto de unión que termina de atar toda la producción obrada por Font durante sus dos principales etapas al frente de sendas casas de moda, tras acceder desde un ascensor interno a la parte más alta del Museo, se procede a iniciar un recorrido descendente que arranca en esta “Josep Font. Belleza e inquietud” flanqueado por dos extraordinarias creaciones de alta costura. Diseños entre los que encontramos a ese excepcional “Mirando al mar”, un vestido con capa de inspiración naturalista —una de las principales señas de identidad del imaginario creativo de Font— ideado como parte de su colección de Alta Costura para la temporada de Primavera/Verano de 2009. A partir de este punto, accedíamos en compañía del diseñador a una primera sala dedicada a sus comienzos y a su primera etapa de consolidación dentro de la escena de la moda internacional. Unos años que abarcarían desde la creación de la marca que pusiera en marcha junto a la también diseñadora Luz Díaz, hasta la presentación de sus últimas colecciones de Alta Costura en París, y años que encontraremos en este espacio así pues bien representados mediante la exposición de piezas producidas en su totalidad bajo la etiqueta de la marca Josep Font. Diseños que terminan desfilando desde el interior de las vitrinas bajo la atenta atención de una fotografía de campaña firmada durante esos mismos años por Joseph Hunwick, y fotografía escogida personalmente por el mismo diseñador para esta parte del recorrido de la muestra, de la que cabe destacar que, desde dentro ya de cada una de sus salas, y siguiendo con ello con los deseos del creativo, se ha apostado por responder a un discurso estético, en lugar de apostar por una exhibición cronológica de los trabajos. Razón para la que basta encontrar justificación tras el significado que se oculta tras esta “belleza e inquietud” que se encarga de completar el título de la exposición. Una premisa que, defienden desde el Museo, se asienta sobre la idea de Font de que, apuntan, “la belleza, en todo su esplendor, produce inquietud e incluso desasosiego, pero es quizás por ello que genera, también, la energía para seguir alcanzándola sin parar”.

Tras descubrir unas excepcionales creaciones que sirven ya de adelanto al deleite, silencioso y etéreo, del que el trabajo del diseñador terminará por convertirse en sinónimo con sus posteriores producciones, se accede ya a una segunda planta desde la que se ha tratado de entrar a poner en valor todo el esfuerzo que Font, junto a su equipo de colaboradores cercanos, trataron de sacar adelante para acometer el relanzamiento de Delpozo. Marca que el diseñador recibía el encargo de dirigir y remodelar tras su adquisición por la compañía Perfumes y Diseño después del fallecimiento del diseñador español Jesús del Pozo, en una impecable labor que ha quedado justa y merecidamente bien reconocida con las piezas expuestas en esta segunda sala de la muestra. Unos diseños entre los que ya descubrimos, en esta ocasión bajo una fotografía firmada por el reconocido Javier Biosca, algunas de las creaciones más icónicas y más reproducidas, a escala gráfica, de los años de Font al frente de la dirección creativa de la renombrada Delpozo, y desde los que empiezan ya a desnudarse influencias en su trabajo como las venidas, ya no solo de Balenciaga, sino de figuras como la de la modistas vienesa Emilie Flöge, íntima de Gustav Klimt, o de artistas como el alemán Josef Albers y el ruso Andrey Remnev. Pintor contemporáneo este último cuya producción terminase por ser reinterpretada por Font en ese ya más que icónico abrigo azul cielo colmado de golondrinas, de aspecto más abstracto que figurativo, de la colección de Delpozo para la temporada Otoño/Invierno de 2015, y pieza que precisamente se está empleado como imagen visual de esta muestra.

Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.
Créditos: Interior de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Fotografía de cortesía.

Desde este espacio, la exposición se abre a una tercera y última sala, situada ya a la altura del nivel de acceso del Museo, desde la que se ha tratado de incidir en esta etapa que el diseñador protagonizase al frente de la dirección creativa de Delpozo. Unos años para los que, siguiendo con ese discurso estético y no cronográfico, y en este punto de la muestra bajo una fotografía realizada por Ernesto Artillo, otro de los habituales colaboradores de Font de su etapa en Delpozo, se han recuperado algunos de los principales diseños y complementos que el diseñador catalán elaborase como parte de esas 19 colecciones creadas y presentadas para la firma de moda entre 2012 y 2018, desde los siempre esperados desfiles que alcanzasen a celebrarse en ciudades como Madrid, Nueva York, París y Londres. Encargándose de cerrar la sala esa espectacular creación que, bajo el título de “Josef Albers” y descubierta como parte de la colección Primavera/Verano de Delpozo de 2015, se eleva desde su apariencia, velada y vaporosa, como una de las mejores muestras de ese excepcional “prêt-à-couture” que, a caballo entre el prêt-à-porter y la Alta Costura, el catalán tan magistralmente desarrollase para la a día de hoy desaparecida casa de moda española. Llegando ya a poner el broche de cierre a la exposición unas últimas dos creaciones de Alta Costura producidas por el diseñador bajo la marca Josep Font, y que llegan precedidas, desde este último espacio, de una pieza visual consistente en la entrevista realizada al diseñador, hace ya varios años, por el Museo Victoria&Albert de Londres, precisamente con motivo de tratar de descubrir cuál es la huella y la influencia que, a día de hoy, siguen ejerciendo en la moda contemporánea la obra y el trabajo de Cristóbal Balenciaga.

La importancia de la caída

Tomando precisamente la palabra desde esa relación que, al igual que trata de hacerse ahora desde esta exposición, se empezaba ya entonces con esa entrevista a establecer entre las figuras de Balenciaga y de Font, pasamos desde aquí ha tratar de incidir sobre las particulares razones que han llevado a la producción de esta muestra, y a no solo eso, sino a que haya terminado por producirse por y desde dentro de una institución como la del Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria. Y es que si por parte del Museo están ya claras sus intenciones de valerse de un embajador de excepción, como sin duda lo es Josep Font y lo es su trabajo, para dar paso a este nuevo capítulo de contenidos expositivos desde el que van a empezar a explorar la influencia de Balenciaga en la moda actual, a través de la obra de creadores contemporáneos, lo que nos falta es saber el por qué un creador como Font, después de haber rechazado el acceder a participar de iniciativas similares, finalmente se ha avenido, ya no solo a participar, sino a participar y de una manera especialmente activa, en el desarrollo de esta exposición. Unas motivaciones que hemos querido desde aquí resumir en esta “la importancia de la caída”. Una frase en torno a la que hemos pretendido reunir todo ese conjunto de concomitancias que comparten ambos modistas, así como también el universo de características que también los separan, y singularidades todas ellas que nacen y se desenvuelven desde la caída de esas telas que encontramos como elemento definitorio de sus respectivas producciones.

Créditos: El diseñador Josep Font durante la ceremonia de inauguración de la exposición “Josep Font. Belleza e inquietud”, producida por el Museo Cristóbal Balenciaga. Fotografía de cortesía.

Para terminar de descubrir la totalidad de ese significado, ampliamos en este punto las impresiones que le otorgamos a esa sentencia, para poner primeramente atención sobre esas características que atan y separan a ambos creativos, y que el propio Casamartina se encargaba de especificar, tanto durante la rueda de prensa de la mañana del jueves, como en el posterior cóctel de la tarde. Eventos ambos de los que el comisario de la exposición participaba destacando como primer rasgo las similitudes que en cuanto a carácter demuestran dos extraordinarios creativos que siempre han escogido, entonces Balenciaga y ahora Font, por resguardarse de los focos y mantener su vida privada en un hermetismo y bajo una absoluta discreción que impide el que cualquier otra consideración pueda terminar afectando al sentido con el que se aprecian sus creaciones. Unas semejanzas que en ese mismo sentido Casamartina hace extensibles a su modo de trabajar y a su firme entereza por la rigurosidad y por la búsqueda de la excelencia, a partir de un trabajo que se destaca por su excelsa originalidad, originada a partir de la creación de unos universos creativos únicos y propios. Un imaginario que, pese a sus hondas diferencias, en cuanto a colores, formas y patrones, comparten similitudes como las que se descubren en sus arquitectónicos juegos de volúmenes, no siempre atados a los límites de la identidad morfológica de los cuerpos, o su manera de entrar a reinventar la técnica del bordado.

Una suma así pues todas ellas de características, similitudes y distancias, que encontramos que se originan desde la manera personal en la que cada uno de ellos termina por trabajar esas telas y esos tejidos a la que apuntábamos. Unas maneras que son las que nos hacen que siempre al tratar de Balenciaga lo hagamos enfatizando ese valor suyo como “domador de telas”, y que encontramos en Font como, ya no solo igualmente el origen y la base sobre la que se sustentan sus creaciones, sino dotando de sentido mismo a esta exposición. Una muestra que si por algo ha terminado de producirse es por la intención del diseñador, lejos de cualquier reivindicación de egos, de poder disponer de la ocasión de descubrir y poner frente al público una amplia selección de todo ese trabajo que se ha encargado de desarrollar a lo largo de sus cerca de treinta años dedicados al mundo de la moda. Un trabajo que es el que ahora por primera vez nos brinda de la ocasión de poder analizar en detalle, de poder descubrir sus hechuras, de poder analizar sus costuras, y de poder, en definitiva, valorar en su justa medida cuán principal resulta esa importancia de la caída de los tejidos para dotar de significado a sus piezas.

“Mucha gente vio las prendas de Delpozo en desfiles o en ‘celebrities’”, apunta en esta misma dirección el propio diseñador, pero “lo realmente interesante es percibir cómo están hechas, la composición y conjunción de colores y tejidos, cómo caen... Hay que valorarlo de cerca”, declara Font al Museo Balenciaga de Getaria, descubriendo con sus palabras la necesidad de tener que, para apreciar en su justa medida el extraordinario valor de sus piezas, tener que estudiarlas desde la proximidad que, por ahora, solamente brinda esta exposición única.

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