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The-Are refuerza su posicionamiento con una flagship en Barcelona y acelera su internacionalización

Por Alicia Reyes Sarmiento

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Retail|ENTREVISTA
Rocío Botella durante el evento de inauguración de la nueva flagship de The-Are en La Rambla de Barcelona. Credits: The-Are

Desde su fundación hace once años, The-Are se ha consolidado como sinónimo de vestidos de invitada con sello valenciano, ganándose un lugar destacado en el mercado gracias a sus diseños populares. Lo que comenzó con producciones limitadas y una primera tienda levantada casi de forma artesanal, ha evolucionado de manera orgánica hasta convertirse en una estructura empresarial con más de 150 empleados, presencia tanto nacional como internacional y una ambiciosa estrategia de expansión en marcha.

Su expansión ha sido posible gracias a un modelo de crecimiento pausado pero firme, en el que, sin inversión externa, el control creativo y operativo siempre ha permanecido en manos del equipo interno liderado por su fundadora y directora creativa Rocío Botella junto a su socio Israel Yuste. “Nos hemos hecho grandes sin atajos, y eso conlleva una curva de aprendizaje más lenta, pero más firme”, resume Botella.

Hoy, The-Are celebra un nuevo hito en ese recorrido con la apertura de su flagship store más ambiciosa hasta la fecha, para la que han escogido un espacio de 200 metros cuadrados distribuídos en dos plantas, en el número 77 de Rambla Catalunya, en Barcelona.

La nueva tienda, que se presentó ayer en un evento privado para prensa e influencers y abrirá oficialmente al público hoy, representa algo más que una ampliación física. Es la materialización de una nueva etapa en la que la firma busca consolidarse como una marca de moda transversal, capaz de acompañar a su clienta tanto en ocasiones especiales como en su vida cotidiana.

En conversación con FashionUnited, Rocío Botella comparte los aprendizajes de esta década, los desafíos de profesionalizar un proyecto nacido de las ganas, pero sobre todo de la intuición y las claves de una nueva fase marcada por la diversificación del producto, la expansión internacional y el deseo de llevar The-Are más allá de sus fronteras sin perder su esencia.

Madurez retail en clave de posicionamiento

Nueva flagship de The-Are en La Rambla de Barcelona. Credits: The-Are.

La elección de Barcelona para abrir su flagship más ambicioso no ha sido casual, sino fruto de una oportunidad concreta que encajaba con la evolución natural de la marca. THE-ARE ya contaba con presencia en la ciudad desde hace años, concretamente con una tienda en la calle María Cubí, una de sus primeras ubicaciones fuera de Valencia y que pretenden mantener a pesar de inaugurar un nuevo espacio.

Esta nueva apertura en Rambla Catalunya 77 no solo refuerza su posición en una ciudad clave por su dinamismo comercial y su alta afluencia turística, sino que responde también a una lógica de complementariedad.

“Cuando aparece el espacio adecuado, lo sabemos. No se trata de abrir por abrir, sino de consolidar allí donde tiene sentido”, explica Rocío Botella. En este caso, Barcelona ofrecía el equilibrio ideal entre oportunidad inmobiliaria y madurez de marca, permitiendo a THE-ARE afianzar una red de retail donde el espacio físico refuerza el relato de marca y la experiencia de compra.

Nueva flagship de The-Are en La Rambla de Barcelona. Credits: The-Are.

Madrid, en cambio, aún no ha brindado ese escenario ideal. Desde el cierre de su tienda en la calle Hermosilla durante la pandemia, la firma no ha encontrado un local que encaje con la identidad y envergadura actual del proyecto. No obstante, mantiene una colaboración sólida con El Corte Inglés —con presencia en centros estratégicos como Goya, Pozuelo y Princesa—, lo que garantiza visibilidad y acceso al público madrileño mientras continúa la búsqueda de una ubicación que permita desplegar su propuesta en formato flagship.

Un crecimiento orgánico y sostenido, sin socios ni atajos

Son pocas las marcas españolas que, manteniendo una cadena de producción en pequeños talleres familiares como en sus inicios, han conseguido superar los 15 millones de euros en facturación (en 2024) sin necesidad de inversión externa. The-Are lo ha hecho. Y ahora su ambición para 2025 es crecer un +70 por ciento, lo que supondría alcanzar en torno a los 25 millones de euros.

“El equipo ha crecido tanto que a veces ni yo misma soy consciente de la envergadura que hemos alcanzado”, confiesa Botella. Actualmente, THE-ARE cuenta con un equipo de diseño y desarrollo de producto formado por ocho personas, 33 en oficinas, y una red de tiendas gestionada por un equipo de más de 90 personas.

De pintar su primera tienda a mano en una calle secundaria de Valencia, Botella ha pasado a liderar un equipo de más de 150 personas, 30 puntos de venta físicos (incluidos corners en El Corte Inglés) y una red de producción localizada, hasta ahora, íntegramente en España. Un caso paradigmático de empresa “bootstrap” en el sector moda.

Evento de inauguración de la nueva flagship de The-Are en La Rambla de Barcelona. Credits: The-Are.

Además, si bien la firma es ampliamente reconocida por su línea de vestidos de invitada, su portafolio actual abarca un universo más amplio. A la categoría estrella se suman las colecciones de evening —”una propuesta de fiesta pensada para planes que empiezan al atardecer y se alargan en la noche”—, la línea casual, que se encuentra en plena fase de desarrollo y redefinición de identidad, y una colección de baño que se presenta como cápsula una vez al año.

Esta última, aunque puntual, permite a la marca acompañar a su clienta también en el verano, completando así su idea de vestirla en todos los momentos significativos de su vida, no solo en los eventos especiales.

Revisión de la estructura productiva

La línea casual se perfila como el gran reto de los próximos meses. La marca quiere replicar en ella la coherencia estética y el reconocimiento que ya ha logrado con sus prendas para eventos. “Buscamos una identidad clara también en el día a día, que nos permita acompañar a nuestra clienta más allá de las ocasiones especiales”, apunta Botella.

A pesar del compromiso con la producción local, el crecimiento ha revelado limitaciones estructurales. “Algunos talleres con los que trabajamos desde el inicio están formados por parejas que ya no pueden asumir las cantidades que manejamos ahora”, reconoce la fundadora.

Para seguir escalando, The-Are ha comenzado a explorar proveedores internacionales, especialmente para la línea casual. Turquía y Portugal son algunos de los destinos en los que buscan ampliar su red de fabricación, aunque no descartan confiar en Asia para algunas prendas. La prioridad, asegura Botella, sigue siendo ofrecer el producto deseado, no tanto mejorar márgenes. “No se trata de abaratar costes, sino de acceder a capacidades productivas que aquí no siempre están disponibles”.

Una incorporación reciente en la estructura ha sido el perfil del comprador, una figura que hasta ahora no existía en la firma. Aunque su entrada se dio inicialmente para desarrollar la línea de accesorios —que ahora se lanza en paralelo con cada colección—, el rol se ha expandido a nuevas categorías. Esta evolución responde al objetivo de ofrecer un look completo, con prendas y complementos que dialoguen entre sí.

Influencers invitadas al evento de inauguración de la nueva flagship de The-Are en La Rambla de Barcelona. Credits: The-Are.

Internacionalización: de lo digital al toque humano

La evolución de la clienta es otro frente que la marca trabaja activamente. The-Are busca conectar ahora con mujeres globales que viven en otros códigos, contextos y aspiraciones. “Queremos seguir hablando de tú a tú, aunque ahora nuestras clientas estén al otro lado del mundo”, señala Botella.

Esta transición no es sencilla. Requiere alinear comunicación, campañas, producto y retail para mantener una narrativa coherente. “Estamos en un punto en el que no queremos perder nuestras raíces, pero tampoco podemos quedarnos ahí”, concluye.

The-Are ha apostado por abrir mercado en el extranjero mediante estrategias digitales. Estados Unidos, México, Chile, Reino Unido, Francia y Portugal —donde ya opera en El Corte Inglés de Lisboa y prepara la apertura de un nuevo corner en Oporto— son los principales focos. Las acciones se han basado en performance marketing, colaboraciones con influencers locales y escucha cultural activa.

“No nos lanzamos a lo loco. Preguntamos a gente local, analizamos hábitos y tratamos de entender el contexto”, explica Botella. Esta sensibilidad está detrás de iniciativas como la creación de productos pensados para eventos específicos en otras culturas —por ejemplo, fusionar elementos de la “prom” estadounidense con el imaginario estético de la firma—.

El aterrizaje físico en estos mercados, de producirse, será el siguiente paso.

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