Mugler celebra su 50º aniversario exhibiendo un revitalizado “futurismo orgánico” en la Semana de la Moda de París

Madrid – Coincidiendo con las celebraciones por el 50 aniversario de la fundación de la firma por el gigante de la moda Thierry Mugler, la casa Mugler, propiedad del Grupo L’Oréal, presentaba este jueves su nueva colección de prêt-à-porter, para hombre y mujer, para la próxima temporada Primavera/Verano de 2025. Una colección que ya ha pasado a marcar un antes y un después en la historia más reciente de la firma, y que sorprendió gratamente por sus construcciones futuristas y orgánicas perfectamente alineadas con el ADN de la casa.

Destacándose dentro del calendario oficial de esta actual edición de septiembre de la Semana de la Moda de París como una de las presentaciones más esperadas de esta pasada jornada de jueves, durante la que también terminaron de exhibir sus últimas propuestas desde Chloé a Casablanca, pasando por Rick Owens y Schiaparelli, Mugler se abalanzaba sobre la pasarela para conmemorar un doble aniversario. El primero, y más importante, esos 50 años que han pasado desde que, allá por el año 1974, un jovencísimo Thierry Mugler se aventurase a poner en marcha su casa de modas, desde la que terminaría grabando su nombre e influyendo en la historia más reciente del universo de la moda; y el segundo, e igualmente significativo para la firma, el del primer año que ha transcurrido desde que Mugler regresase al calendario oficial de la Semana de la Moda de París, durante su pasada edición de septiembre de 2023, pasarela en la que desde entonces ha pasado a consolidarse ya nuevamente como un nombre habitual, como parte del proceso de relanzamiento al que se han decidido por conducir a la casa de modas desde el grupo de belleza L’Oréal, propietarios de la casa Mugler tras su adquisición, en el año 2020, de manos del Grupo Clarins.

Como creativo responsable de liderar todo este proceso, se mantiene desde el año 2017 el diseñador de moda estadounidense Casey Cadwallader. Quien, contrariamente a lo que viene siendo habitual dentro del mundo de la moda, en el que la historia marca que a nuevo dueño, nuevo director ejecutivo y nuevo director creativo, ha logrado mantenerse desde entonces en su cargo, desde que saltase a la primera fila de la industria tomando las riendas de Mugler de manos del diseñador georgiano, asentado en Londres, David Koma, quien por su parte solamente logró mantenerse al frente de la casa parisina desde 2013 a 2017. Un periodo este, el de Cadwallader, que alcanza ya el número de los siete años, y que se había venido caracterizando, a nivel estético, por construcciones sexualmente agresivas más propias de una firma emergente, para las que hacía un uso especialmente notable de aberturas en tendencia cut-out, del cuero como material predilecto, y de los cortes de inspiración en corsé, elemento singularmente icónico dentro del imaginario de Thierry Mugler y del de la casa Mugler, que de este modo Cadwallader se decidía a reinterpretar, temporada tras temporada, como germen y origen y fuente de inspiración de una gran y considerable parte de sus creaciones. Unos diseños que, como resultado, y a nivel general, terminaban por conformar colecciones muy similares y próximas las unas a las otras… hasta la presentada hace un año durante la Semana de la Moda de París, para esta pasada temporada Primavera/Verano de 2024.

Desde una propuesta desde la que regresaba a este calendario oficial de la Semana de la Moda de París, Cadwallader parecía haberse visto embriagado por el peso de la pasarela, en lo que cristalizó en una incipiente, y todavía titubeante, evolución de su imaginario. Evolución que se hizo aún más palpable con la presentación el pasado febrero, también desde bajo del paraguas de la Semana de la Moda de París, de la colección de Mugler para la temporada Otoño/Invierno de 2024/2025, desde la que el estadounidense sorprendió con una tan más elevada riqueza formal como material de sus diseños. Un progreso que es el que ha terminado por ahora dar paso a esta decidida y clara metamorfosis a la que Cadwallader ha terminado por conducir a Mugler, a su Mugler, desde la que podemos señalar ya como a la colección más completa, más trabajada, más elevada, de cuantas el estadounidense ha llegado a firmar para la casa de modas parisina.

Entre formas insectiles y lágrimas de lluvia de Baccarat

Manteniéndose fiel a los mismo códigos y lenguajes que Thierry Mugler le supiera imprimir a los fundamentos de su casa de modas, con su estilo provocador y sus gustos por los corsés, por el cuero y por las siluetas de líneas pronunciadas y cortes imposibles, el diseñador estadounidense ha sabido dar una fina lección de maestría, a través de la composición de una colección de tintes futuristas y orgánicos, desde la que nos descubre el perfecto fondo de armario de una suerte de civilización del futuro de viajeros espaciales. Y lo ha sabido hacer al tiempo que ha compuesto una serie de piezas igualmente tan prácticas, como perfectas para lucir en toda clase de situaciones y de eventos, desde los más cotidianos, a los más singulares de cuantos tengamos apuntados en nuestras agendas. Algo que es sin duda alguna nada fácil de obrar.

Entrando a desenmarañar las singularidades de esta colección, en materia cromática, el negro tan habitual del universo cromático de la casa Mugler se vuelve a presentar como la tonalidad dominante de esta colección, y como base de un espectro cromático que se termina de completar junto a verdes militares, azules antracita y seductores entonaciones nude. Mereciendo un apunte al margen los acabados iridiscentes en efecto tachuelas, los terciopelos pintados a mano con motivos florales, o los brillos que desprendían las perlas de cristal de Baccarat que lucieron suspendidas sobre el cuerpo semidesnudo de una modelo tras el plastificado velo de un chubasquero transparente; elementos todos ellos que terminaron de contribuir a elevar la riqueza estética de esta propuesta, hilando, desde una visión actual y posmoderna, con esa riqueza colorida, atrevida, futurista y sensual que Thierry Mugler exhibió a través de sus colecciones a lo largo de toda su trayectoria profesional.

Junto a esta horquilla cromática y de singulares acabados, entre los que también sobresalen los patrones en rejilla de inspiración en las medias íntimas de la mujer, sobresaliente fue en especial la profusión de siluetas de las que hizo buena gala Cadwallader en la concepción de esta colección. Una propuesta inspirada abiertamente en las formas orgánicas de flores, hojas y bulbos, de las que terminó por servirse el diseñador norteamericano para construir formas de cortes libélula y de líneas insectiles, que no hacían más que potenciar la estética futurista y orgánica que exhalaba desde cada extremo de esta propuesta.

Conteniendo bajo su paraguas una oferta tanto para hombre como para mujer, como piezas y diseños singularmente claves, para hombre, encontramos desde conjuntos de shorts y blazer, a originales shorts y cazadoras de estilo cargo con múltiples bolsillos. Mientras que para mujer, género dominante dentro de esta colección, el diseñador estadounidense abrió el desfile proponiendo unos atrevidos y provocadores conjuntos de chaqueta y vestidos con escotes orgánicos anudados con una gran perla, para desde ahí dar paso a vestidos decorados con muselinas en motivos florales, a toda clase distinta de vestidos corsé, a fluidos vestidos cortos y vaporosos vestidos largos, o a esa serie de conjuntos insectiles de inspiración libélula. Creaciones clave de esta colección, al igual que descubrió serlo ese sensacional vestido lluvia de perlas de cristal de Baccarat.

“Mientras la casa Mugler celebra su 50 aniversario, Cadwallader”, su director creativo, “se imbuye de un tono de celebración y de reflexión”, desde una colección que concibe a modo de “una oportunidad para que su visión, y la de los códigos de la casa, se entrelacen de nuevo” desde una suma de nuevas sensibilidades, apuntan desde la dirección de la casa de modas francesa. En esa intención, “el archivo de Mugler se convierte en un terreno fértil para las reinterpretaciones” que ha llevado a cabo el diseñador, y desde las que “el pasado no se ‘pastichea’, sino que se depura y se revitaliza y despierta de nuevo, se lo contempla con ternura instintiva”, para renovarlo desde una abierta estética de “libertad y ligereza”.