Loewe y la importancia de los gestos
cargando...
Madrid – Como una de las propuestas en moda sobre las que siempre resulta necesario mantener puesto el foco de atención, la casa española Loewe volvía a destacarse como una de las firmas de vanguardia de esta última edición de la Semana de la Moda Masculina de París. Pasarela bajo cuyo paraguas la firma de moda presentaba este sábado 24 de junio su nueva colección de hombre para la temporada Primavera/Verano de 2024, con la importancia del “gesto” como “leitmotiv” de una propuesta que volvió a beber a partes iguales de influencias venidas del surrealismo, junto a la siempre distintiva sombra de ese movimiento “Arts&Crafts” que se mantiene como principio inamovible de inspiración para Jonathan Anderson, director creativo de la casa desde 2013.
Preparándose de este modo para celebrar los que serán ya sus 10 años al frente de la dirección de la casa española, acontecimiento que no obstante es de esperar que firma y diseñador no celebren hasta el próximo 2024, dado que Anderson no debutaría con su primera colección para Loewe hasta finales de junio de 2014, tras ser nombrado como director creativo en septiembre del año anterior; el dato nos sirve a bien para ilustrar y poner en justa medida la importancia con la que cuentan los detalles y los gestos, para dentro tanto de la casa española como del imaginario del diseñador británico. Un Jonathan Anderson que si por algo ha sabido sobresalir durante esta cerca ya de una década al frente de Loewe, es por el magistral uso de las herramientas de la costura del que se ha servido para, transgrediéndolas y subvirtiéndolas, dar paso a construcciones únicas que, con todo y pese a todo, siguen evidenciando los firmes fundamentos sobre los que se asienta su buen “saber hacer”. Aspectos que volvemos a ver puestos bien de manifiesto, en un nivel inclusive más destacado de lo normal, en el marco de esta última colección firmada por el británico para la casa española, dotada de un mar de sutilezas que, como las ondas del mar, se elevan y se ocultan al antojo del diseñador para, unas veces mostrarse desnudas y carentes de ornamentos, y otras ocultarse tras el aparentemente superficial brillo de un universo de constelaciones de cristales iridiscentes.
Sabedor de que son esos mismos gestos y detalles los que, al igual que en la moda, con un milímetro menos de manga, o unos centímetros más de talle, son en la vida los que se encargan de aportar una diferencia que, pese a resultar sutil, puede llegar a mostrarse como inabarcable, el diseñador pasa a poner atención precisamente en las posturas enfrentadas que pueden generarse a un extremo y al otro de esas sutilezas, para presentar el conjunto de esta colección como una suerte de ejercicio sociológico desde el que invitarnos a todos a relativizar nuestras propias convicciones sobre la realidad. Un mundo interno y externo que nos rodea, nos embriaga y nos influye, y al que Anderson parece decidido a sugerirnos abrazar desde la “multisensibilidad” de las distintas opiniones y visiones sobre la realidad que se dan bajo el mismo cielo azul y la misma luz que a todos nos iguala.
Se ha tratado así pues de hacer desde esta colección “un estudio acerca de la perspectiva”, y “sobre cómo los puntos de vista definen percepciones y escalas”, se encargan de entrar a apuntar a este mismo respecto desde Loewe, a través de una nota explicativa elaborada con motivo de la presentación de esta colección en París. Una propuesta que trata de coger esa intención, para darle forma a su vez desde un ejercicio de costura desde el que por su parte se pasa a poner el foco de atención en “cómo” son igualmente “las percepciones y las escalas” las que “dibujan siluetas” de figuras y estereotipos, deformadas bajo su peso. Una deformación que, para este caso concreto, lo que devuelve es la imagen de unos hombres estilizados, gracias a unas siluetas en las que “las piernas son largas, la cintura alta” y “el busto compacto”, en lo que hace percibirlos “sumergidos” en una “cierta grandeza”.
Siluetas que se alargan y pantalones que brotan
Devolviendo de este modo la construcción de un hombre que, plenamente libre de ataduras y estereotipos, es capaz de elevarse sobre los antiguos modelos de la masculinidad para dar paso a un nuevo hombre contemporáneo, bajo cuya sombra son capaces de encontrar su lugar todas las distintas clases de sensibilidades masculinas, Loewe presentaba desde París una colección tan profunda en su significado, como divertida y alegre en sus formas. Aspectos estos que se terminaban de perfilar, bajo la atenta mirada de las esculturas/fuente de la escultora estadounidense Lynda Benglis, a través de un sin fin de nuevas construcciones de patrones y hechuras, y desde una paleta cromática que, asentada sobre suaves tonos pastel, evoluciona desde ahí para dar lugar a negros profundos y a intensos rojos fresa y verdes.
Sobre estos aspectos generales del imaginario de esta colección, desfilaron sobre la pasarela una sucesión de diseños, de entre los que destacaron los distintos modelos de blazer y de chaquetas con “inesperados” bolsillos a la altura de las solapas; los vaqueros de tiro alto hasta la parte baja del pecho; los distintos diseños de punto o los conjuntos en piel. Sobresaliendo igualmente desde dentro de esta misma colección, como última muestra de la febril imaginación del diseñador británico, esos cuerpos que, como consecuencia de este ejercicio de perspectiva, terminaban adquiriendo la identidad de un retal de tela —con alfiler incluido—, esos pantalones construidos desde el calzado, o el mar de cristales que, como un patrón único capaz de unificar toda la colección, ha terminado por recubrir por entero gran parte de los diseños de esta propuesta, dando lugar a conjuntos tan admirables como el de esa combinación de cuerpo y pantalón en azul celeste, o a piezas como esos “tops” voluminosos de líneas arquitectónicas.
“Como siempre en Loewe, el poder de lo inesperado da la vuelta a las cosas”, destacan desde la firma de moda, en referencia a un “juego” habitual de su director creativo, que en esta ocasión se ha traducido en “tops como gigantescas muestras de tela”, o en “accesorios que se convierten en prendas de vestir”. “El alargamiento, el gesto y la exploración de los tejidos convierten lo sencillo en algo no tan sencillo, lo sutil en atrevido”, en el marco de esta colección, cuyas piezas muestran una “aparente sencillez” que “engaña a la vista”, y que “esconde una vuelta de tuerca” a sus líneas estudiadas y limpias, con esos “cristales” que “cubren superficies enteras, como un filtro, o dibujan meticulosamente líneas y rayas diplomáticas”, mientras que “los cortes gestuales convierten el cuerpo en una construcción”, para la que “los zapatos crecen hasta convertirse en pantalones, dando la impresión de que los tejidos brotan de la tierra”.