Dior y la feminización (tranquila) del lujo masculino
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Madrid – El que los modelos que debían de ejercer de maniquíes para la presentación de la última colección de la casa de modas apareciesen y “brotasen” de la nada, ante la atónita mirada del público allí congregado, tenía mucho más que decir del perfil de esta última propuesta de la célebre maison de lo que pudiera haberse apreciado a un primer vistazo. Y es que al margen de ese golpe de efecto, golpe que de otro lado ha terminado por dar paso a una de las principales imágenes de esta última edición de la pasarela parisina, con esta última colección para la casa Kim Jones ha vuelto a dar una lección magistral de costura y de extraordinario buen “saber hacer”, desde una propuesta para la temporada de Verano de 2024 con la que sigue manteniendo firmemente asentada a Dior en esa máxima del lujo que es hoy el denominado “lujo silencioso”.
Tomando de este modo distancia de las casas de moda que siguen arrojándose en brazos de la “logomanía” y del exceso, el diseñador de modas británico, director creativo de las colecciones masculinas de la casa francesa desde comienzos de 2018, salía para protagonizar las presentaciones y desfiles de este viernes 23 de junio de la Semana de la Moda Masculina de París. Pasarela bajo cuyo paraguas el diseñador británico ha terminado por presentar una propuesta desde la que venía a celebrar su quinto aniversario al frente de la dirección creativa de Dior. Una fecha que ha mantenido muy presente en todo momento, en lo que le ha servido para perfilar una colección en la que, asentada ya la presencia del británico dentro de la historia de la casa, no ha dudado en salir a celebrar toda su herencia, con una propuesta desde la que terminar de rendir tributo a todo el legado del que la han nutrido los distintos “couturières” que se han mantenido al frente de su área creativa. Un papel en el que encontramos desde a su propio fundador, Monsieur Dior, hasta a figuras del calado de Yves Saint Laurent, Marc Bohan o Gianfranco Ferré.
Una familia de creativos todos ellos hacia los que Jones ha terminado dirigiendo su mirada, para la ideación de esta colección de homenaje a la herencia de la casa francesa. Una firma en cuyo histórico no ha dudado en pasar a tenerse ya bien en consideración el mismo diseñador británico, en una medida bien justificada, ya no solo por este paso del tiempo transcurrido desde la llegada a su dirección creativa, sino por ser bajo su atenta mirada, y su extraordinario buen saber hacer, desde donde han pasado a reinterpretarse las herencias recibidas de estos 4 grandes de la historia de la moda, a cuyos códigos e imaginario, en ese mismo ejercicio de revisitación, ha sumado Jones los de su propia inventiva. Un cúmulo de referencias que han valido para venir así a alfombrar el camino hacia la ideación de esta colección, que parece llegar para hablarnos de toda es quietud y de ese sosiego del que solo es poseedor el paso del tiempo, y que vuelve la casa de modas francesa a reclamar como propios, en una significación que llega para ser nuevamente defensa de la atemporalidad de sus piezas y del “saber hacer” de sus artesanos. Una labor para la que, cuales jardineros responsables de un jardín como el que, de manera distópica, servía para presentar esta colección, se valen desde Dior para, con ese mismo tiempo como herramienta, seguir cultivando el buen saber hacer de la casa, abonándolo de manera cuidada y preservándolo y alejándolo de plagas que puedan tentar con “contagiar” sus raíces y esencia.
“Dior es una casa de Alta Costura”, y como tal, en ella “todo gira en torno a la ropa”, no dudaba en apuntar el mismo diseñador británico a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde Dior. En respuesta, “en el corazón de Dior se encuentran la silueta, la forma, la técnica y la fabricación al más alto nivel”. “Me gusta pensar que en mis cinco años aquí, puesto que este es mi quinto desfile y mi quinta colección de aniversario, nunca he olvidado esto”, añade Jones. Se trata esta de “una cultura que hemos heredado del pasado de la ropa de mujer, y aplicado en el presente a la ropa de hombre”, como parte de una herencia que es la que ha tratado de salir especialmente a reivindicar el británico en el marco de esta propuesta, en la que “por primera vez” en una de las colecciones de la casa, se ha pasado a realizar un “collage de influencias de los diferentes predecesores y épocas”. Personas y periodos a los que “queríamos rendir a la vez un homenaje, junto a algunas de nuestras aportaciones” al legado de la casa Dior, como parte de un heterogéneo grupo de influencias y de creativos, que a pesar de todo se mantienen “conectados a través de la textura y de la técnica de algunos de los elementos más icónicos de Dior, y en particular del cannage”, añade Jones, poniendo ya el foco de atención sobre ese inconfundible patrón que vamos a ver recorrer de extremo a extremo esta colección.
De lo femenino a lo masculino
Sobre esta suma de aspectos y “tensiones” creativas a las que ya se encargaba de apuntar de manera abierta el diseñador, en un primer guiño a la herencia de la casa y al camino que la ha conducido desde su fundación y hasta el día de hoy, como telón de fondo para la presentación de esta colección desde Dior terminaban por “sembrar”, en el interior de su habitual pabellón, un futurista jardín de modelos. Una ambientación que se descubría realmente como una posmoderna referencia hacia el gusto floral y hacia el mundo vegetal y natural que siempre sirvieron de inspiración a Monsieur Dior, y en especial para terminar de dar forma a su disruptiva estética “New Look” construida a partir de estambres y corolas, que germinaba para terminar de mostrar los diseños ideados por el equipo creativo y los artesanos de Dior, bajo la dirección del diseñador británico.
A este respecto, y como a bien se encargan de detallar desde la misma casa de modas francesa, en sus líneas más generales la colección se destaca por abrirse paso a través de una revisitación, una vez más, de las líneas puras, limpias y contundentes con las que Saint Laurent llegaría para revolucionar la indumentaria femenina, en esta ocasión adaptadas a la estética y al armario masculino. Siluetas que terminaron sirviendo así de base para rendir igualmente tributo al cruce de texturas de Marc Boham, director creativo de Dior desde 1960 a 1989; a los bordados de Gianfranco Ferré, director creativo de Dior de 1989 a 1997; y a los cabujones de Christian Dior. Una suma de influencias que han terminado por dar paso a una serie de prendas en torno a las que íntimamente se entrelazan las estéticas de lo masculino y de lo femenino; la practicidad de la moda utilitaria, con las sutilezas de la alta costura; y el buen saber de la herencia recibida, con la modernidad de este tiempo presente al que Jones vuelve a dar forma a partir de tejidos de tweeds, de bordados y de patrones en “cannage”, dotados de una descarada modernidad atemporal.
Partiendo de esta serie de sensibilidades, propias y heredadas, Jones terminó haciendo “brotar” del suelo de París una colección de un carácter tan luminosos como radiante de luz, asentada sobre una paleta cromática en la que primaban las tonalidades claras en blancos roto, marrones y grises. Un espectro cromático que terminaba de encontrar su contrapunto en la profundidad de negros y marinos, mientras acentos en rosa fucsia, naranjas coral, amarillos y verdes y azules flúor se encargaban de aportar la dosis extra de “electricidad” a la colección. Una propuesta que, en su lado estético, se terminaba de completar con esa clara hegemonía del patrón en “cannage” como elemento decorativo, junto al fino valor distintivo que aporta la textura del tweed, el lado más atrevido de un “animal print” que termina por recorrer desde pantalones a tops, o el sutil detalle de un lujo que se abre a la cotidianidad de lo diario a través de los abalorios prendidos de piezas como los polos y los cárdigan. Guardando puede que sea su lado más “agitado”, dentro del armario para este hombre tranquilo que nos presenta ahora Jones al frente de la casa francesa, en forma de ese nuevo modelo de mocasines de suela gruesa que a presentado ahora Dior, inspirado en el modelo de su bolso Lady Dior de 1995, y decorado con un nuevo logotipo con el nombre de la firma. Un guiño hacia esa “logomanía” que no termina de abandonarnos, pero que en el caso de Dior se practica, bajo la mano de Jones, en forma de un broche circular con las letras de la casa, que cuasi que termina por adquirir un carácter más abstracto que figurativo del emblema de la casa francesa.
“Una amalgama de autobiografías se unen a la del propio Kim Jones en esta colección, por el quinto aniversario de su primera colección y de su primer desfile para Dior”, entran a tratar de detallar desde la dirección de la casa de modas francesa. En respuesta, y en línea con lo ya apuntado, “una vez más, son las siluetas de Yves Saint Laurent” que crease durante su etapa, breve pero revolucionaria, al frente de la casa, las que llegan e “impulsan” el sentido de la propuesta. Sirviendo así pues las siluetas y patrones del diseñador francés de base para la ideación de esta colección de verano, en la que se “transponen y se transforman”, para dar lugar a una reinterpretación de la historia de la indumentaria masculina, en la que “se entrelazan” el valor de lo masculino y de lo femenino. Un conjunto así pues de estéticas e influencias, que se “fusionan” con “materiales y técnicas tradicionales propias de la sastrería británica”, de las que es buen garante el diseñador británico, y las de “el taller de alta costura” de la casa de modas francesa. Dando de este modo como resultado el de una colección, apostillan desde Dior, en la que se “revelan” las raíces en la “fabricación de la indumentaria de la mujer”, para la construcción del “mundo de los hombres”.