Gucci toca el “aria” por su centenario con un “elogio al aire” y homenajes a su legado, a Balenciaga y a Tom Ford
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Madrid – Siguiendo con su renovada estrategia, adoptada a finales del pasado mes de mayo de 2020, fruto de la cual la firma decidía alejarse de las principales pasarelas internacionales para echarse en brazos de sus propios impulsos creativos, convertidos de este modo en el germen que le permite marcar el propio ritmo de sus presentaciones como componer todo un renovado universo de “rapsodias y sinfonías”, la italiana Gucci presentaba en el día de ayer “Aria”. La última colección para la casa diseñada por Alessandro Michele, y de la que tanto el diseñador y director creativo de la firma como la propia Gucci se valían para celebrar el centenario de la fundación de esta célebre casa de modas.
Como elementos más disruptivos de la propuesta, destacaron sin lugar a dudas los claros homenajes que Michele vino a proclamar a través de esta propuesta tanto al propio legado de la firma, como a su trayectoria dentro de la misma, al desbordante magnetismo del que hizo gala Tom Ford desde su misma posición dentro de la casa de modas italiana, o al talento que ha demostrado Demna Gvasalia al frente de Balenciaga, al igual que Gucci una de las principales casas de modas del holding internacional francés Kering.
Celebrando los 100 años de Gucci
Para tocar esta “aria” por el centenario de la firma, desde Gucci apostaron por un desfile digital en la que se combinaban aspectos propios de la pasarela con los de un fashion film, y que pudo seguirse a través del canal online desde su propia página online y los distintos perfiles con las que cuenta en las principales plataformas y redes sociales. Un desfile con el que desde la italiana nos invitan a visitar el mítico Hotel Savoy de Londres, el mismo en el que llegase a trabajar el fundador de la casa Guccio Gucci, pero reconvertido para la ocasión en un onírico club desde el que se da acceso a un mundo de irrealidad y fantasía en el que reinan el aire y la libertad.
“Han pasado cien años”, “cien giros de la tierra que ponen en cuestionamiento lo que representa ese paso del tiempo. Cien giros alrededor del Sol, que nos conducen nuevamente hasta esa primavera en la que todo está a punto de florecer”. Se trata así pues de “un momento importante que hay que celebrar”, se encargaba de destacar el propio Michele a través de un comunicado oficial, del que no dudaba en hacer uso para remarcar la “gran responsabilidad” y el “gozoso privilegio” que le suponen enfrentarse hasta centenario desde la dirección creativa de la firma.
“La larga historia de Gucci no se puede contener en un solo acto inaugural”, añade Michele. “Como cualquier otra existencia”, apunta, “su destino ha venido marcado por una larga serie de ‘nacimientos sin fin’”, añadía citando a la española María Zambrano, “y de una constante regeneración”. “Celebrar ese aniversario significa rendirle un homenaje al vientre de una madre, pero también a esa capacidad de convertirse en otro”. Un homenaje por tanto “al legado, pero también a la capacidad de reflexionar”, pues el pasado “no son un conjunto de datos, es un movimiento”. Es, citando a M. Centanni, “la evolución de la herencia mediante un continuo proceso de transformación”.
Gucci, un laboratorio para la apropiación
Partiendo así de esta premisa, “en mi trabajo acaricio las raíces del pasado para crear inflorescencias inesperadas, tallando la materia y realizando injertos y podas”, y “apelo a esa misma capacidad para volver a habitar aquello que ya se ha creado”, mediante “la mezcla, transiciones, fracturas y concatenaciones”. Con ese fin, y en su búsqueda por “escapar de las reaccionarias jaulas de la pureza, persigo la poética de lo ilegítimo”. Un subersiva definición de lo que, de manera más elegante, podríamos explicar como elogiosos homenajes al trabajo y las historias propias de otras firmas, casas de moda, periodos de la historia o diseñadores.
Es en este aspecto, en esa defensa “poética de lo ilegítimo”, donde “Gucci se convierte para mí en un laboratorio de piratería, creado a partir de incursiones y metamorfosis. Una fábrica de alquimia repleta de contaminaciones desde la que poder poner en contacto cualquier cosa. Un lugar en el que ocurren robos y reacciones explosivas”, tales como las que podremos descubrir a lo largo de esta sorprendente propuesta. Una colección “Aria” en la que, “transgrediendo el legado que me fue transmitido”, Michele no ha dudado en “saquear el rigor inconformista de Demna Gvasalia” incorporando algunos de sus códigos creativos más característico, o sumar “la tensión sexual de Tom Ford”. Una colección en la que “me he recreado en las implicaciones antropológicas de todo lo que brilla, trabajando el brillo y la riqueza de las telas”; en la que “he celebrado el mundo ecuestre de Gucci transfigurándolo en una cosmología fetiche”; en la que “he exaltado la silueta de Marilyn Monroe y el glamour del viejo Hollywood”; y “saboteado el discreto encanto de lo burgués y los códigos de la sastrería masculina tradicional”.
Elogio “al aire”
Entrando ya a subrayar algunas de las características más notables que veremos en relación a esta serie de piezas que componen esta “aria”, de entre ellas destacan sin duda esas “apropiaciones” que acomete Michele de la obra de Gvasalia al frente de Balenciaga; la presencia de esas mismas líneas estéticas que tanto han caracterizado el trabajo del italiano al frente de Gucci; los patrones con el monograma de la casa italiana; o esos guiños “fetiche” al mundo ecuestre, con la presencia de fustas, cascos, tachuelas y correas. Elementos todos ellos que veremos dando forma a conjuntos tan llamativos como ese traje de falda y chaqueta en plateado con los nombres de Gucci y Balenciaga, a prendas acharolados en negro o a una amplia variedad de piezas decoradas con ilustraciones florales y adornos de plumas. Una serie de motivos que veremos dando respuesta a esos principios que sustentan esta colección, fundamentada como un elogio “al aire” y a la libertad.
Son estos mismos principios los que veremos igualmente reflejados, más allá de la concepción de las propias prendas, a lo largo del video-desfile elaborador por Gucci. Una pieza de un indiscutible atractivo, con la que la firma italiana nos invita a ponernos nuestras mejores galas para visitar el “Club Savoy”. En el que, tras discurrir por un larguísimo pasillo repleto de focos, accedemos finalmente a una fiesta al aire libre en la que se “glorifica el poder generador de la naturaleza” y se elogia a ese “aire”, a ese “aliento de vida” que lo impregna todo. Pues respirar, explica Michele citando a E.Coccia, “es el primer nombre que recibe el estar presentes en el mundo”, es “la vibración a través de la cual todo se abre a la vida”, a través de un proceso en forma de vaivén en el que inhalar “es dejar que el mundo entre en nosotros”, y exhalar “lo que de nosotros proyectamos al mundo”.
“Celebro al aire como un principio sagrado que merece una interpretación”, apunta el diseñador, como a “un principio de la existencia que se encuentra presente incluso en el encantamiento químico con el que cuentan las hojas”, así como en el resto de seres humanos que pueblan el planeta, y que hacen de ese aire, y de su respiración, un elemento de “fusión y de conexión”. A todas esas criaturas, “mi elogio”, “a su fragilidad y su vulnerabilidad”, “a su capacidad para renovarse y volver a la vida tras el invierno”.