Gucci: sobriedad, artesanía y comunidad, en su primera colección tras la salida de Alessandro Michele
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En el marco de esta nueva edición de la Semana de la Moda Masculina de Milán, pasadas las 14:00 del medio día del viernes 13 de enero, hora de Italia, se encargaba de abrir el programa oficial de la pasarela la casa de moda italiana Gucci. Principal firma de moda del grupo multinacional francés Kering, y quien ha participado de las celebraciones de esta última edición del certamen como uno de los platos fuertes del calendario, presentando una propuesta exclusivamente de moda masculina. Una colección que además de ser la primera de esta naturaleza que la firma ha presentado en solitario —es decir al margen de prendas para mujer— en los últimos tres años; ha sido también la primera en llegar a completarse y ver la luz tras la abrupta salida del diseñador italiano Alessandro Michele de la dirección creativa de la firma. Una casa que Michele terminaba abandonando el pasado 24 de noviembre de 2022, tras permanecer por más de 20 años ligado a la casa italiana, desde el 21 de enero de 2015 ejerciendo el cargo de director creativo.
Sin que todavía se haya anunciado por parte de Kering el nombre del diseñador al que se le terminará por encomendar la difícil tarea de llenar el vació dejado por Michele al frente del área creativa de la histórica casa italiana, la colección presentada en Milán ha terminado viendo la luz firmada por el conjunto de los artesanos que conforman los talleres de diseño de Gucci. Un aspecto que, sumado a ese papel preferente dentro del calendario como casa encargada de la apertura de esta edición, ha hecho destapar ya toda clase de apreciaciones sobre el sentido que desde Kering tienen reservado imprimirle a la firma para esta nueva etapa, a la que se abre ahora tras la salida de Michele. Un capítulo para el que parecen decididos, a la vista de esta última presentación, a potenciar el valor de “comunidad” y “colectivo” de creativos y artesanos como un valor diferenciador de Gucci, del mismo modo que se están procurando de remarcar desde su otra firma de referencia dentro del sector más alto del lujo, la casa también italiana Bottega Veneta. Una capacitación con la que confiarían que les permitiría seguir elevando el valor aspiracional de la casa Gucci, del mismo modo que lo están haciendo desde Veneta, así como igualmente sus cifras de negocio, y para lo que se habrían empezado ya a servir de esta última colección de moda masculina.
En relación a esta, no ha dejado de pasar desapercibido el que se ha tratado de una propuesta cuya depurada estética, adoctrinador mensaje y elevadísima manufactura, nos han dejado frente a las puertas de una nueva Gucci completamente desprovista y “desnuda” de los habituales excesos de los que tan bien le gustaba servirse a Alessandro Michele; abriéndose a un diálogo muy ajustado y en línea a lo que es el lenguaje natural que ha practicado y viene practicando Prada. Casa en la que ahora parece haberse decidido a mirarse esta nueva Gucci, en lo que faltará ahora por ver si, sobre esa sobriedad, esa artesanía y ese valor de comunidad creativa, terminarán alzándose los valores a defender y a reivindicar como propios por encima de cualquier otros para esta su nueva etapa, o si son solamente unos “valores refugio” a los que han acudido desde Gucci, a la espera del perfil propio que pueda terminar dándole a la casa su nuevo, y todavía incierto, director creativo.
Gucci se desprende de los “excesos”, entre calentadores y camisetas básicas
Entrando a profundizar ya en las características de esta nueva colección de hombre para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2023/2024 de Gucci, más allá de esa “sobriedad” formal de los diseños, la colección se caracteriza por mostrarse como una sucesión de prendas extraordinariamente contenidas, cuyo valor creativo se ha terminado fiando a su materialidad y al propio corte y estructura de sus patrones. Características desde las que se ha buscado de esto modo materializar un mensaje construido en base al poder y a la fuerza de la individualidad y de la improvisación, como pulsiones que han terminado hilvanando el hilo argumental sobre el que se sostiene la colección.
Como resultado de esta premisa, sumada al conjunto de valores que dan carácter a esta propuesta, nos terminamos encontrando frente a una colección “desnuda” de ornamentos, moldeada sobre una serie de prendas que beben directamente de la historia y del legado de la indumentaria masculina y de sus patrones. Una herencia que se abren a subvertir y a contrariar desde el departamento de diseño de Gucci, manteniéndose fieles sí a su lenguaje y a los altos niveles de calidad de la sastrería masculina italiana, pero abriéndolos a la realidad de los nuevos tiempos actuales fluidos y sin género. Dos adjetivos que son los que mejor terminarían resumiendo la naturaleza compartida de las prendas de esta colección.
Sobre esta sastrería voluminosa y fluida, desde Gucci nos desnudan su buen saber hacer, en forma de una sucesión de piezas de entre las que se destacan, por encima de todas ellas, las de las infinitas camisetas básicas y monocromáticas que dan cuerpo a la colección. Unas piezas básicas de cualquier armario que se presentan en formas distintas de mangas, de escotes y de materialidad, que llaman la atención por incluirse como elemento destacado de una firma de la talla de Gucci, y como parte esencial de una colección masculina de entre cuyo universo se nos muestran como el contrapunto vital desde el que se da aire y se oxigenan a esas otras piezas, sobre las que el equipo creativo de Gucci ha terminado volcando toda la fuerza de su imaginación y creatividad. Piezas entre las que encontraremos, como prendas y complementos a resaltar más allá de estas camisetas básicas y de los calentadores —el complemento esencial de esta propuesta—, desde los extraordinarios trajes sastre desmontables que dan lugar a conjuntos, igualmente de pantalón y chaqueta, pero de mangas y piernas cortas; hasta esos pantalones sastre cuya arcaica masculinidad se desdibuja para dar lugar a una serie de pantalones fluidos y de faldas largas hasta el suelo, drapeadas y con aberturas hasta el muslo; con distintos monos oversize y prendas de inspiración “motera” y de corte “athleisure”. Prendas de indumentaria que se muestran acompañadas de un completo universo de complementos, del que forman parte distintos foulards de estilo vintage, una reinterpretación del icónico bolso Jackie creado por Tom Ford para Gucci, también del modelo Dionysus, y con mocasines, los slippers Princetown de Gucci y nuevos modelos de botines como el calzado estrella de esta colección.
Una propuesta que también ha servido para presentar el Crystal GG, una nueva versión, más brillante e iridiscente que nunca, del histórico monograma de la casa lanzado en la década de los 70, así como nuevos modelos de bolso en forma de portatrajes. No pudiendo terminar sin mencionar la extraordinaria chaqueta blanca en efecto plumas, elaborada en realidad a partir de un mar tridimensional de lentejuelas de distintos tamaños, máxima expresión de ese valor artesanal que se ha buscado de manera activa situar como la pulsión latente en el corazón de esta nueva Gucci, ya sin Alessandro Michele al frente de su dirección creativa.
“Abrazando la curiosidad y la franqueza que transmiten las ideas improvisadas, la colección es un reflejo natural de las individualidades representadas por los creativos y artesanos polifacéticos que habitan en el corazón de la casa Gucci”, entran a destacar desde la misma firma de moda italiana, a través de un comunicado. Una comunidad de creativos que, añaden, se han valido de sus “diversos conocimientos, habilidades e imaginación” para “la creación de una imagen más grande: la estética de la improvisación”. “Activadas por las diferentes expresiones” de autenticidad que han logrado darles “aquellos que las portan”, en este caso sobre la pasarela, apuntan, “las prendas hablan de las diferentes maneras de interpretar la instintiva seducción de las masculinidades de Gucci”.
“A lo largo de la colección, la idea de cómo el individuo elige usar una prenda o accesorio, dotándolos con sus gestos de fuerza y personalidad, toma un lugar central”, advierten desde Gucci, en relación a una propuesta desde la que se busca entrar a analizar y a poner en valor los múltiples “perfiles libres e ilimitados de las masculinidades contemporáneas”. Una subversión que puede apreciarse a través de unas “prendas de polinización cruzada”, cuyas influencias van de “la ropa deportiva” extraída de “los archivos de Gucci de la década de 1980”; hasta las prendas modeladas a partir de referencias de los archivos procedentes “de los primeros años de los 2000”, para esos monos de corte automovilístico, y para termina ya en ese conjunto de prendas vaqueras lavadas, inspiradas en esos mismos años, decoradas “con el logotipo originalmente lanzado por Gucci en 1953”. Todo un recorrido por las distintas etapas y los periodos más vibrantes que han venido sucediéndose en el seno de la histórica casa italiana, con el que parecen venir a hacer balance de todo lo que ha contribuido a llevarla y traerla a la posición que ocupa hoy dentro de la escena de la moda internacional. Un ejercicio que es a su vez ejemplo de esa reivindicación de la que hablábamos de su saber hacer y de la calidad artesanal de sus creaciones, que parecen anunciar que será misión esencial de su nuevo, y por ahora desconocido, director creativo proteger y ensalzar, con el fin de alumbrar el nuevo y estimulante y brillante capítulo de su historia al que se abre ahora la firma italiana.