Chloé, punto y aparte en el debut de Chemena Kamali como nueva directora creativa
cargando...
Madrid – Como el primero de los tres esperados debuts al frente de una consagrada casa de modas que, según lo previsto, se espera que alcancen a ver la luz en el contexto de esta nueva edición de la Semana de la Moda de París, la casa francesa Chloé presentaba este jueves su nueva colección para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2024/2025. Propuesta con la que la alemana Chemena Kamali ha entrado a debutar como nueva directora creativa de la firma, marcando un decidido punto y aparte con la anterior etapa de la casa que se había encargado de liderar la diseñadora uruguaya Gabriela Hearst.
Confirmada como la sucesora de Hearst al frente de la icónica casa de modas parisina, en propiedad del holding internacional suizo Richemont, el pasado 9 de octubre de 2023, era máxima la expectación que se guardaba para la hora de descubrir en qué sentido y hacia qué dirección iba a tratar ahora Kamali de redirigir la casa, tras la sobresaliente revitalización de la firma que se había encargado de liderar Hearst como directora creativa. Una posición en la que, tras los distintos rumores que en esa misma dirección ya empezaron a surgir a comienzos del pasado mes de junio de 2023, desde Richemont, Chloé y la propia Gabriela Hearst confirmaban en julio que la diseñadora uruguaya cesaría tras la presentación de una última colección en septiembre. Última propuesta de Chloé que terminaba viendo así pues la luz bajo la dirección de Hearst, quien salía de la casa con el objetivo de entrar a redirigir todos sus esfuerzos al crecimiento y a la consolidación de su propia firma de moda, y tras haber logrado, añadimos que además con notable éxito, el haber llegado a completar y a trazar un capítulo propio dentro de la casa de modas francesa. Un capítulo, el suyo, que llegó caracterizándose como justamente uno de los grandes representantes de ese “lujo silencioso” que, asentado en su caso sobre las máximas calidades de las materias primas, una decidida apuesta por la sostenibilidad y por unas líneas depuradas y limpias, ha terminado por “contagiarse” ya sin freno a todo el ecosistema de la moda-lujo, convirtiendo a Hearst por logros propios en una digna sucesora de todo el brillante plantel de creativos que le precedieron al frente de la casa. Nombres entre los que además de Gaby Aghion, fundadora en 1952 de la casas Chloé, no han faltado los de tan consagradas figuras dentro de la historia más reciente de la moda como los de Karl Lagerfeld, Stella McCartney, Phoebe Philo, Hannah MacGibbon, Clare Waight Keller y Natacha Ramsay-Levi, cuyo testigo se encargó de tomar Hearst con su nombramiento en 2020, cediéndolo ahora y poniéndolo en manos de Kamali.
Frente al reto que, no hay duda, supone el entrar a liderar una casa como Chloé, en un contexto además como el actual y tras una última etapa tan marcada estéticamente como la que ha liderado Hearst, faltaba por ver cómo Kamali respondería a toda esa suma de desafíos, debiendo de marcar un tono propio, desde el que además seguir diferenciando a la casa desde una genuinidad que no resultase en imitación de ese estilo de “lujo silencioso” del que fue precursora la diseñadora uruguaya. Un acto que hubiera supuesto, no salir a liderar una nueva corriente, sino el salir a continuarla, ahogando y dejando a Chloé sumida en una irrelevancia desde la que no hubiera podido lograr defender un perfil propio dentro de este cada vez más homogéneo universo del “lujo”. Y aquí es donde Kamali ha sabido con creces demostrar y defender todo lo aprendido a lo largo de su más que consolidada trayectoria profesional, así como igualmente durante los largos años en los que ella misma formó parte de los equipos creativos de Chloé, primero como parte del equipo de Phoebe Philo, directora creativa de Chloé entre 2001 y 2006, y posteriormente, desde 2013 a 2016, como directora de diseño de la firma durante su etapa bajo la dirección creativa de la británica Clare Waight Keller. Una posición desde la que saltaría a la casa Saint Laurent, en la que se mantenía como directora de diseño de las colecciones femeninas de la línea de prêt-à-porter, bajo la dirección de Anthony Vaccarello.
Con todas estas “armas” y conocimientos bajo la mano, Kamali ha salido a reivindicar su tono propio, y el de esta nueva Chloé que arranca nuevo capítulo de su historia bajo su dirección, planteado un más que interesante punto y aparte con su anterior etapa bajo la dirección de Hearst, que no así con la propia historia de la casa Chloé. Historia que, como es de otro modo natural desde una colección de debut, Kamali ha salido a reivindicar y a revisitar, pero es cierto que desde una perspectiva y poniendo el acento en una suma de elementos que chocan frontalmente con esa pureza de líneas, cuasi tan minimalistas como nórdicas, de las que hacían gala los diseños de Hearst, y con ese “lujo silencioso” frente al que Kamali no ha dudado en salir a proclamar a los cuatro vientos el nombre de la casa. Un grito el suyo con el que “mata” la etapa de Hearst, al tiempo que proclama la larga vida de la historia de la casa, y que, argumenta la diseñadora alemana, es además un grito de libertad; de la libertad por la que entiende que siempre se ha procurado la casa parisina de brindar a la mujer en el vestir, y en especial desde sus propuestas de la década de los años 70. Años que se han convertido en la nueva “obsesión” de Kamali y en la fuente de sus máximas inspiraciones para esta nueva Chloé, y que fueron justamente durante los que la casa terminó por consagrarse como un referente dentro de la industria, de la mano de un equipo liderado por la misma Gaby Aghion, la fundadora de la casa, y de un variado grupo de diseñadores emergentes a los que iría dando cabida, entre ellos un por entonces todavía gran desconocido Karl Lagerfeld. Diseñador que tras decidirse a abandonar Patou en 1962 terminaría sumándose en 1966 a las filas de Chloé, casa de la que alcanzaría a ser nombrado único director creativo en 1974, marcando así el inicio de una brillante trayectoria y evolución, tanto para la casa como para el mismo diseñador alemán.
Con esta decisión, “quiero volver a las raíces originales de la casa y construir una Chloé sensual que irradie calidez y positividad”, explica la misma Kamali a lo largo de unas declaraciones que nos hacen llegar desde la firma de moda parisina. Como punto de partida hacia ese objetivo, se plantea “esta colección que nos remonta a la época de finales de los años 70 de la casa”, un tiempo con el que “me siento especialmente conectada”, en “una época que se trataba una feminidad natural”; una feminidad “sensual, poderosamente fluida y libre”, que es la que justamente va a tratar de defender desde sus colecciones. Propuestas con las que, defiende Kamali, “quiero recuperar la sensación que tuve cuando entré por primera vez aquí hace 20 años y me enamoré del espíritu de la mujer Chloé”; con las que “quiero volver a sentir su presencia; su ritmo, su belleza natural, su sensación de libertad”; y “el brillo, el resplandor y la energía de esa chica”, de una mujer que “es real” y que no persigue otra cosa que la de ser “ella misma”. La imagen de una mujer con la que “quiero honrar al espíritu progresista del que Gaby Aghion fue pionera cuando fundó la casa hace más de 70 años”, con el compromiso de buscar “liberar a las mujeres y de empoderarlas para que fueran atrevidas y se sintieran libres”.
Entre volantes, transparencias y líneas inspiración años 70
De la mano de un desfile de debut que la diseñadora ha querido dedicar a su padre, y en lo que debe de entenderse de antemano como un sentido manifiesto de lo que Kamali tratará de seguir construyendo y ofreciendo a la mujer desde la casa Chloé, se descubría así una primera colección que la diseñadora alemana ha tratado de modelar y de dar forma, desde esa misma libertad que proclama y busca defender para todas aquellas mujeres que vistan de Chloé. Intenciones que en su caso argumenta que la han llevado a afrontar el diseño de cada pieza, de cada modelo, de cada estilismo, desde la libertad que a cada momento, y en base a sus sentimientos y sensaciones, le llamaban para ajustar una silueta aquí, o dar un mayor vuelo allá, manteniendo como elemento unificador de la propuesta esos mismos patrones e inspiraciones años 70. Elementos que a su vez son igualmente reflejo de aquella libertad que caracterizó a la década de los 70, años durante la que se internacionalizaron las proclamas a favor del libertarismo, el pacifismo y el amor libre del movimiento hippie, surgido a muy a finales de la década de los 60 como respuesta a la guerra de Vietnam.
Partiendo de esta serie de elementos, y entrando ya a desgranar en detalle las singularidades de esta colección/manifiesto, la colección se ha presentado construida desde una variada y especialmente rica paleta de tonalidades, desde la que blancos y negros van dando paso a tonalidades nude y maquillaje, para terminar dotándose de una mayor profundidad de la mano de rojos burdeos, verdes musgo, grises piedra, azules eléctricos y plomo. Coloraciones que terminaron tomando forma a través de una igualmente amplia y variada horquilla de materiales y tejidos, entre los que no faltaron las gasas, tules, cueros, las lanas, los tejidos de punto y hasta los acabados en efecto pelo.
Desgranando, un poco más aún en mayor detalle, la colección, lo primero que cabe destacar es que el gran protagonismo de las prendas Kamali se lo otorga a partes iguales tanto a la riqueza de los materiales y de las telas empleadas, como a la de los patrones. Dos puntales desde los que termina construyendo un auténtico y genuino universo propio de hechuras y de cortes, desde el que la diseñadora alemana demuestra tanto su pericia para la hora de alejarse de ese “lujo silencioso”, como para trabajar cada tejido según su misma naturaleza, sin imponer cortes que vayan o luchen contra sus vuelos y sus propios pesos. Práctica que termina llevando a la ideación de, como patrones clave, una amplia serie de construcciones vaporosas y transparentes que parecen deshacerse al contacto con el aire; románticas piezas en volantes y en tejidos de chantilly; de envolventes capas de fina napa; y de suntuosos vestidos cortos de terciopelo y abrigos de lana y en acabado efecto pelo-animal. Elementos que Kamali combina según su propio ánimo, para terminar de alumbrar un completo y variado abanico de prendas, de entre las que destacamos, como piezas y categorías clave, desde los sugerentes vestidos en fino y transparente chantilly de seda; a las camisas con volantes y chorreras; los vestidos transparente de líneas “boho-chic”; los pantalones de cuero con perneras de gasa; las capas de cuero; las chaquetas con flecos; los abrigos dobles de abrigo y capa; los vaporosos vestidos fluidos, cortos y largos, de gasas; o los finos, y ajustadísimos, monos de tejido calado. Piezas y diseños que desfilaron sobre la pasarela acompañados de una igualmente rica propuesta de complementos, de entre los que, además de los renovados diseños de bolsos, llamaron la atención los collares y los cinturones dorados, y en especial los diseñados en forma de serpiente, y formando el nombre a grandes trazos de la casa Chloé. Motivos que de un lado parecían terminar de invitarnos a retrotraernos hasta a aquel festival de Woodstock del 69, símbolo de la cultura hippie que terminaría de explotar durante la década de los 70, o a cualquiera de sus versiones “neo-chic” de Coachella; mientras que del otro, y con esos grandes trazos, proclaman el fin del “lujo silencioso” en Chloé. Casa que, de la mano de Kamali, ha dejado de ser “silenciosa”, para seguir siendo Chloé.
“Volver a Chloé se siente muy natural; casi como regresar a casa para emprender un nuevo comienzo”, apunta Kamali, al tiempo que señala el que “esta colección surge de una conexión emocional muy personal con una casa que amo, con un espíritu que amo y con las mujeres que amo”. “Chloé trata sobre los sentimientos”, y desde esa perspectiva, “he querido jugar contraponiendo proporciones en las siluetas, de una forma intuitiva”, con las que “abrazar y capturar la esencia de la mujer Chloé, y todas las contradicciones que encarna”. “Esto es lo que define la actitud de Chloé”, que “Chloé te permite ser tú misma; no te transforma”; te invita y te dice “sigue tu intuición”, y de ese manera, desde ese mismo mensaje, es como Kamala ha querido ahondar desde esta propuesta en cómo “la intuición, la libertad y la energía femenina”, proclamadas y ejercidas de una manera “instintiva”, definen y empoderan tanto a la casa como a las mujeres a las que se dirige. Valores que va a buscar seguir defendiendo y proclamando desde esta nueva etapa a la que ahora se abre la firma de modas francesa bajo su dirección creativa, dando paso a esta nueva Chloé “con un sentimiento de nostalgia”, pero que a su vez también “refleja los tiempos en los que vivimos y anticipa cómo queremos sentirnos las mujeres de hoy”. Una nueva Chloé, que sale a volver a hablar en positivo, mediante propuestas y mensajes que “sienten bien”, puesto al alcance de una mujer “sensual, poderosa y libre”, que no duda en hacer uso de su propia indumentaria para la hora de seguir afianzando su lugar. Y es que “para mí vestirse es parte del proceso de autodescubrirse a una misma”, apunta Kamali, parte del proceso de “cómo evolucionamos como mujeres a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida; de cómo continuamos definiendo y abrazando quiénes somos”.