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7 años después y con coronavirus, ¿lograron los sucesos del Rana Plaza cambiar la industria de la moda?

Por Jaime Martinez

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Madrid – Hoy 24 de abril se cumplen 7 años de los trágicos sucesos del Rana Plaza. Motivo por el que desde la Fashion Week Revolution que se celebra estos días —de manera digital—, han querido homenajear a todas las víctimas de aquel terrible incidente. Un suceso que impulsó un cambio de conciencia en las propias empresas y, sobre todo, entre los consumidores, y ante el que ahora surge la pregunta de si aquel negro capítulo para la industria de la moda logró o no cambiar al sector; ahora más en crisis que nunca como consecuencia de esta terrible pandemia por coronavirus que asola al mundo.

“El 24 de abril de 2013, un edificio de ocho plantas se vino abajo lleno de trabajadores de la industria textil. Murieron casi 1.200 personas. Un hecho lamentable y largamente anunciado que hizo despertar al mundo entero a una realidad dura e injusta: nuestra ropa, ropa fast fashion, low cost, se confecciona en unas condiciones laborales y medioambientales pésimas”, declaran desde la Asociación Moda Sostenible de Madrid (MSMAD), a través de un manifiesto de homenaje a las víctimas. Escrito que, nos informan, se encargan de leer todos los días al comienzo de cada nueva jornada de esta Fashion Week Revolution online de 2020.

“No obstante”, prosiguen, “este acontecimiento tan terrible no fue en vano y devino en un movimiento internacional que echó a andar en Londres de la mano de Orsola de Castro y Carry Sommers y se dio en llamar Fashion Revolution con la intención de servir de toque de atención y alarma sobre una industria que necesita claramente un cambio profundo y al que ya se han unido más de 80 países y centenares de capitales en todo el mundo”. “Hoy Madrid se suma a todas estas ciudades y se unen a esta revolución profesionales de toda índole, desde los diseñadores, patronistas, modistas que diseñan y cosen nuestra ropa hasta los periodistas que comunican este mundo nuevo, artistas con necesidad de cambio, actores, abogados, ingenieros, maestros, personas que nos sentimos comprometidos con nuestra época y que buscamos hacerla florecer en un período más consciente, sostenible, responsable que buscamos dejar atrás una empresa basada en la competitividad salvaje, la productividad a cualquier precio”.

“Queremos que se sepa que la industria textil es la segunda industria, después del petróleo más contaminante del Planeta”, destacan desde la MSAMD. “Que es una industria donde las condiciones laborales dejan mucho que desear. Que no queremos que nuestra ropa la hagan niños, que no queremos que se trabaje en jornadas extenuantes y que se paguen salarios ridículos”.

“En recuerdo de todos aquellos que han fallecido fabricando una ropa en condiciones de explotación, inhumanas e insalubres y muy contaminantes estamos aquí. Este es nuestro homenaje. Entendemos que esto es una responsabilidad de todos y que está en nuestras manos impulsar un cambio. Nosotros como consumidores tenemos la última palabra, nosotros decidimos con nuestro comportamiento, con nuestras compras y con nuestro dinero a quién queremos seguir apoyando y hoy, aquí, nos comprometemos a apoyar la transparencia, la producción ética y sostenible”. “Nos comprometemos con un mundo nuevo, un mundo con alma”.

¿Lograron los sucesos del Rana Plaza cambiar la industria?

A parte de este homenaje que le brindan las diferentes organizaciones vinculadas a la Fashion Week Revolution, lo cierto es que a día de hoy nada queda en el lugar que antes ocupaba el destartalado complejo en el que se confeccionaban las prendas de algunas de las más importantes firmas y compañías internacionales. Si acaso un puñado de etiquetas, crespones de aquellos días, y un memorial improvisado de flores secas dejadas por parte del familiar de alguna de las víctimas. Pero ni rastro de un placa conmemorativa en su memoria. Ningún monumento. Una ausencia que sirve de anuncio de ese olvido al que las autoridades se empeñan en hacer caer a los centenares de fallecidos, y ante lo que lucha precisamente la Fashion Week Revolution.

Pero desde aquel abril de 2013 parece que la situación no solo no ha mejorado para los trabajadores de la industria textil de Bangladesh, a los que se les prometieron importantes avances en la calidad de su trabajo que nunca han llegado; sino que la situación es ahora mucho más extrema que entonces. Consecuencia de un brote de coronavirus que ha empujado a las empresas extranjeras a cancelar millones de pedidos, en muchos de los casos negándose a pagar los ya en producción y los materiales ya adquiridos por los fabricantes. Que se ven obligados a cerrar temporalmente sus puertas y a cesar su actividad, despidiendo en ese proceso a gran parte de sus trabajadores. La mayoría, naturalmente, sin derecho a ninguna clase de asistencia o subsidio por desempleo.

Ante esta realidad, estamos asistiendo durante estas últimas jornadas a numerosas noticias en relación a las buenas prácticas que están desempeñando muchas de las grandes firmas del sector de la moda y del textil. Que no están dudando en prestar su ayuda y colaboración en la lucha contra el coronavirus, especialmente en aquellas regiones y comunidades a las que les une un vínculo singular. Pero tras ello, y tras los avances, por suerte cada vez mayores en materia de sostenibilidad, continúa existiendo una gran parte de la industria textil que descansa su peso sobre el trabajo precario desempeñado por los humildes trabajadores de Bangladesh. De Bangladesh y de tantos otros países en los que sus trabajadores no reciben ni un trato ni un salario digno por su trabajo. Es por ello que ahora que este “parón” económico y este condenado coronavirus nos obligan a disponer de un tiempo que antes habríamos empleado de manera distraída, llega la hora, más que nunca, de asentar los cimientos de esa nueva industria de la moda que queremos y deseamos que impere tras esta terrible experiencia.

Photo Credits: Rijans, Wikipedia. Clean Clothes Campaign.

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