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El Consejo Internacional de Museos censura a Kim Kardashian y su uso del vestido de Marilyn Monroe

Por Jaime Martinez

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Cultura

Imagen: Dimitrios Kambouris / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP

Tras el arrollador impacto que generó a su llegada a la alfombra roja de la última Gala del Met, celebrada durante el pasado lunes 2 de mayo en el museo neoyorquino con motivo de la inauguración de la segunda parte de la exposición del The Costume Institute “In America: An Anthology of Fashion”, Kim Kardashian sigue levantando tanto aplaudidos elogios como incendiadas críticas en relación con el atuendo que terminó escogiendo para tan señalada velada. Una gala a la que sorprendía acudiendo ni más ni menos que llevando sobre su piel el que está considerado como uno de los vestidos más icónicos de la historia de la moda: el ceñido vestido color nude que portase la actriz Marilyn Monroe en el momento de cantarle el “cumpleaños feliz” al presidente John F. Kennedy en 1962.

A pesar del desbordado entusiasmo con el que la propia Kardashian confesaba sentirse “honrada” de haber podido acudir a la gala llevando la histórica pieza, honor que repetía en la “after-party” de la Met Gala llevando para esa ocasión el vestido verde que Marilyn Monroe llevó para la ceremonia de los Globos de Oro de 1962, ha sido el Consejo Internacional de Museos el que no ha dudado en salir al paso, censurando actos como el practicado por Kim Kardashian sobre estas dos piezas de la historia de la moda. Una actitud que desde el ICOM (International Council of Museums), y más concretamente desde su departamento de vestuario, no han dudado en reprobar a través de una declaración oficial.

“A la luz de los recientes acontecimientos, en los que una celebridad ha usado un vestido que pertenecía a Marilyn Monroe en un evento público, el ICOM Costume ha estado discutiendo el asunto, y quisiera compartir la siguiente declaración”, con la que la institución no pretende sino, enfatizan, exponer claramente su postura de que “las prendas históricas no deben ser usadas por nadie, ni por figuras públicas ni privadas”.

Imagen: Dimitrios Kambouris / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images vía AFP

El vestido más caro del mundo

Profundizando en los motivos sobre los que sostienen su postura, desde el ICOM remarcan que el uso, aunque sea solamente ocasional y puntal, de estas piezas históricas, además de ir contra los postulados que defiende la organización en su código de buenas prácticas, puede terminar provocando un daño irreparable sobre unas piezas que forman parte del patrimonio y de la propia historia de la moda, y cuyo valor va más allá de las estimaciones materiales que puedan llegar a hacerse de cada uno de los diseños. Punto este sobre el que además, en relación al vestido usado por Kardashian a su llegada a la Gala del Met, adquiere una importancia añadida, tratándose del que está considerado como el vestido más caro del mundo, después de ser adquirido por la compañía “Ripley's Believe It or Not!” en noviembre de 2016 en el marco de una subasta que terminó cerrándose en una operación por algo más de 5 millones de dólares. Convirtiéndose en ese momento en un nuevo récord Guiness del mundo como el vestido más caro adquirido en una subasta. Una cifra desorbitadamente muy superior a los 700.500 euros que llegó a alcanzar en 2006 otra prenda tan icónica como el vestido que portó Audrey Hepburn en “Desayuno con Diamantes”.

“El ICOM tiene un Código Ético para Museos, que estable unos estándares profesionales mínimos y que fomenta el reconocimiento de los valores compartidos por la comunidad museística internacional”. A este respecto, “aunque no todos los museos forman parte del ICOM, sus reglas y sugerencias de mejores prácticas son reconocidas y respetadas por muchas instituciones de todo el mundo”. Siendo el ICOM Costume Committee la división de la organización en torno a la que se reúnen “historiadores y profesionales de museos de todo el mundo, con el fin de explorar todos los aspectos relacionados con la presentación, la conservación, la investigación y con el coleccionismo de las prendas de vestir”, contribuyendo así “ha desarrollar directrices, que sirvan de referencia rápida para el correcto trabajo de las prendas por parte de comisarios y museos”.

Como parte de estas pautas, se indica que, entre otras, “para cuidar bien una pieza, se debe manipular lo menos posible; nadie debe lavarla ni limpiarla, excepto un conservador capacitado”, debiendo siempre “manipularse con guantes de algodón y sin perfume, cremas o maquillaje, y no debiendo de usar joyas para evitar que puedan engancharse en hilos sueltos”. “La prenda requiere persona capacitado para su manejo”, añaden desde el ICOM, y durante el mismo “se deben respetar las observaciones especiales relacionadas con la luz, la humedad y los niveles de temperatura” para garantizar su correcta conservación. Mientras que “también se debe de evitar la iluminación y los flashes fotográficos”. “En relación con la conservación”, tratan de sintetizar, “la noción más importante es que ‘más vale prevenir que curar’”, ya que “un tratamiento incorrecto destruirá la pieza para siempre”.

El deber de conservación sobre el patrimonio histórico

Partiendo de esta serie de observaciones que desde el ICOM Costume Committee incluyen entre sus directrices para la conservación de piezas de vestuario, parece claro que la práctica totalidad, al menos de las aquí remarcadas por parte de la organización, se vieron transgredidas en el uso que dede el “Ripley's Believe It or Not!” le dieron al vestido de Marilyn Monroe en su decisión de cedérselo a Kim Kardashian para su uso durante la Gala del Met. Pieza sobre la que desde “Ripley's Believe It or Not!” han puntualizado que no se llevó a cabo ninguna modificación, así como el que Kardashian se convirtió en la única persona en la historia en llevar la pieza a excepción de la propia Marilyn Monroe. Honor del que disfrutó exclusivamente sobre la alfombra roja, para posteriormente pasar a lucir una réplica del vestido original.

“Sobre esta situación en particular”, detallan desde el ICOM Costume Committee, nos encontramos frente a una pieza que “perteneció a Marilyn Monroe hecha a su medida por el diseñador francés Jean Louis”, con las particularidades de haber sido realizada en un color a juego con el tono de piel de la mítica actriz, y de haber sido cosido sobre su propio cuerpo justo antes de ir a ese evento durante el que le cantaría el “Happy Birthday” al presidente John Fitzgerald Kennedy. “No usó ropa interior para dar una sensación más vivida de que estaba desnuda”, explican desde el ICOM, sobre esta pieza fabricada en “seda soufflé”. Un material “que ya no está disponible, por lo que es insustituible”, y cuyas tensiones al ser sometida la tela a la forma corporal de un cuerpo para el que no fue diseñado, podrían dañar esta delicada fibra irreparablemente.

Contando con esta serie de singularidades, “si bien el vestido pertenece a una colección privada”, defienden desde la organización museística, “el patrimonio debe entenderse como perteneciente a la humanidad, independientemente de la institución que tenga la custodia de dicho bien”. Por ello, “como profesionales de los museos, recomendamos encarecidamente a todos los museos que eviten prestar prendas históricas para ser usadas, ya que son artefactos de la cultura material de su tiempo y deben conservarse para las futuras generaciones”.

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