Made in Italy: el calzado de lujo crece (pero solo fuera)
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comer sano se ha instalado como tendencia. Es hora de que la moda siga el ejemplo. ¿Pero tenemos aún la calificación y la tecnología adecuada?¿Podemos en Europa producir pantalones vaqueros, hacer bolsos y tejer jerseys?¿Y dónde? En esta serie, FashionUnited investiga la industria de la confección de prendas en seis países europeos: España, Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Italia y Francia - con el objetivo de arrojar luz sobre la realidad de la producción en nuestro propio patio.
Las regiones italianas con la mayor concentración de PYMES en el sector del calzado son las Marcas, Toscana, la Lombardía y el Véneto. En promedio se trata de empresas con unos cuarenta empleados. “En Montegranaro (provincia de Fermo, en las Marcas, ndr) hay 13.000 habitantes y hoy en día se cuentan 300 PYMES que fabrican calzado, sin contar las demás que las rodean y que pertenecen al sector”, explica a FashionUnited Arturo Venanzi, director comercial de Franceschetti, empresa de calzado que llega hoy a su cuarta generación.
De las firmas Franceschetti, Lendvay & Schwarcz y W. Gibbs, la primera está relacionada con el calzado clásico masculino. “Pero estamos empezando con una nueva línea para mujer, con calzado artesanal de línea masculina”, añade Venanzi. Recuerda un poco la estrategia lanzada hace tiempo por Fratelli Rossetti quien, justo hace alguna semana, durante la semana de la moda de Milán, ha presentado modelos bicolores espolvoreados con purpurina para las botas y zapatos “Magenta” de corte masculino en la colección mujer para el invierno 2015.
Pero ¿qué convierte Italia en la patria del calzado por antonomasia? La elaboración artesanal y el ensamblaje, o sea la costura de cada pieza que compone el zapato. “Hablamos de la elaboración Blake Rapid, por ejemplo,” explicó Venanzi. Este tipo de elaboración prevé que en la fase de preparación del fondo del zapato se corten del cuero las plantillas y las suelas. Para cada forma se estudia un tacón apropiado, compuesto de cuero o goma. Los componentes se unen y cosen juntos para componer el fondo. La marca se imprime a fuego sobre el fondo. La aplicación de la suela determina el ensamblaje de empella y suela.
Pero ¿cuál es la diferencia entre este tipo de elaboración y una de tipo industrial?
“Un zapato de este tipo no se gasta. Sólo llevándolo puesto se entiende cuál es el valor añadido”, dicen los fabricantes. El precio de un zapato de este tipo varía de los 350 a los 390 euros para el consumidor final y para fabricarla se necesita incluso una semana desde el comienzo del montaje hasta el encajado. Se trata de una elaboración con mano de obra especializada, con una formación específica. “Por eso no es posible mover la producción de nuestros calzados”, cuenta Siro Badon de De Robert Calzature, empresa de Saonara, provincia de Padua. En los últimos años se han desarrollado institutos, como el Politécnico del Calzado, con sede en el Véneto, al que llegan jóvenes de todo el mundo justo para aprender esta profesión.
Gabriele Giordano, director general de Gusella, histórica marca de Milán especializada en calzado para niños recientemente adquirida por la sociedad Dragon Crowd Enterprise de Hong Kong, también opina que es imposible mover la producción a otro sitio. “Ya desde la adquisición, el grupo asiático ha decidido mantener la producción en Italia, apostando por el valor del Made in Italy también para vender en China”.
El ensamblaje del calzado cuenta mucho
“En Italia existe la maestranza adecuada para fabricar un zapato de calidad”, explica el director general, añadiendo que en Italia el precio medio del zapato es de 90 euros mientras el consumidor chino debe desembolsar incluso 150. “El cliente chino descuenta los impuestos, pero está dispuesto a gastarse tal cantidad por una zapato Made in Italy”.
También Patrizia Pepe ha decidido fabricar en Italia, marca conocida en Europa la cual justo estos días presenta su nueva colección en TheMicam, evento que se celebra en Milán.
Y en cuanto a la deslocalización y al riesgo que corre todo el sector debido al comportamiento de algunas marcas (que hacen fabricar empellas en el extranjero, por ej. en países como Rumanía, para luego ensamblar los zapatos en Italia y venderlos como Made in Italy) ha hablado mucho Cleto Sagripanti, presidente de Assocalzaturifici (Asociación de empresarios del calzado), a la que pertenecen unas 700 industrias del calzado.
“Si tras tantos años aún no hemos conseguido aprobar un reglamento comunitario sobre la etiquetación “made-in”, significa que falta una visión estratégica sobre el mercado europeo. Hoy, incluso en países de la Unión que ven crecer el consumo, la demanda está controlada por importadores que especulan sobre productos a bajo precio y de baja calidad, con ganancias enormes y sin que el consumidor esté informado de ello. No estamos en contra de la deslocalización, sino de quienes lo hacen ocultos tras la ausencia de normas y, por tanto, sin la necesidad de declarar dónde se realiza la producción”, dice Sagripanti.
En 2013 las exportaciones de calzado italiano han crecido
Datos en mano, en 2013 las exportaciones de calzado italiano han resultado crecer, mientras el consumo en Italia está en claro descenso. En Italia se ha registrado una reducción de las compras familiares del 4,1 por ciento en volumen y del 6,1 por cineto en valor con respecto al año precedente.
Por lo que hace a las exportaciones, las previsiones estiman un crecimiento en valor del 5,6 por ciento con respecto a 2012, mientras el incremento en volumen debería posicionarse en el 2,6 por ciento. Los aumentos de las ventas en valor han caracterizado la Unión Europea (+2,6 por ciento). Entre los principales países comunitarios han crecido Francia (+9,5 por ciento en valor) y Alemania (+1,8 por ciento). El Reino Unido sólo ha crecido en valor (+5,4 por ciento).
Fotos: El zapato Made in Italia