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Escada: auge y decadencia de una casa de modas

Por FashionUnited

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Muchos se sorprenderían al saberlo pero lo cierto es que la suntuosa marca de moda más grande del mundo para damas provino de Alemania, y de esto no hace tanto tiempo. El estilo opulento de Escada, radicada en Aschheim, una localidad en las

afueras de Munich, satisfizo durante mucho tiempo al gusto de ricos y famosos. Pero ese glamour finalmente se esfumó y en agosto la empresa tocó fondo: Escada se declaró insolvente luego de que el último plan de salvamento fracasara. Sin embargo, todavía queda la esperanza de un renacimiento.

La empresa de modas fue fundada en 1976 por Margaretha y Wolfgang Ley. La ex modelo sueca Margaretha era la encargada del diseño y de encontrar el típico estilo Escada; su esposo, un hombre de negocios nato, se ocupaba de las finanzas, siempre estaba de viaje y establecía contactos en todo el mundo. Así, juntos procuraban el éxito de la marca.

En 1992 la muerte de Margaretha produjo un quiebre. Desde el punto de vista económico, la empresa todavía era exitosa. A finales de los años 90, la marca Escada alcanzó ventas equivalentes a 900 millones de marcos alemanes pero con el trágico suceso comenzó la caída de la empresa. La marca no pudo despegarse del característico estilo de la fundadora: el abundante y ostentador lujo colorido con los típicos botones dorados. Aunque esta opulencia fue exitosa durante largo tiempo en Rusia y en el Medio Oriente, en Munich se dejaron escapar las tendencias actuales de la suntuosa moda: Escada no pudo reaccionar a la tendencia del sutil understatement, que sí pudo materializar Prada, y tampoco le encomendó a ningún joven e innovador diseñador que revitalizara la marca, lo que llevó al éxito a muchas otras marcas tradicionales. Además, el grupo Escada se dispersó por la adquisición de nuevas marcas no tan prestigiosas, que apuntaban más bien al segmento de precios medios y atenuaban el renombre de la marca principal.

Debido a los crecientes problemas económicos, su fundador Wolfgang Ley, que anteriormente siempre había defendido la independencia de la empresa, aceptó que debía recurrir a otros recursos. Así fue que en 2003 solicitó ayuda financiera externa y, de esta manera, socavaba su función de liderazgo cada vez más. Finalmente, en 2006 el gran accionista ruso Rustam Akseneko se encargó de que Ley abandonara la presidencia de la junta directiva. Pero los ejecutivos que lo sucedieron tampoco pudieron detener la caída del grupo. El año pasado, Jean-Marc Loubier, que anteriormente fuera manager de LVMH, se vio obligado a dejar su cargo luego de un breve e infructuoso período en funciones.

A él le siguió una última esperanza: Bruno Sälzer, quien con anterioridad había liderado al grupo de moda alemán Hugo Boss -entretanto convertido en una importante empresa- pero que debió abandonar por diferencias de opinión con el nuevo gran accionista Permira. Sin embargo, ya no tenía tiempo de rescatar a la empresa de la quiebra. El grupo tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir: en el pasado ejercicio 2007/2008 registró pérdidas en el orden de los 70,2 millones de euros.

Sälzer quería impulsar al grupo y vender las filiales no rentables. Pero su ambicioso plan de saneamiento, que debía salvar a la empresa que entretanto había sufrido fuertes golpes financieros, fracasó. Los suscriptores de un préstamo para la empresa no estaban dispuestos a renunciar a una gran parte de sus pretensiones y consecuentemente facilitar el rescate provisional de la empresa. Por eso, el mes pasado Escada debió declararse insolvente.

El futuro de la marca está en suspenso. Según dicen, hay varios inversionistas interesados en Escada. En las negociaciones se definirá el titular de la adjudicación, pero para eso todavía falta. También se dice que el síndico interino Christian Gerloff, quien a toda costa desea evitar la destrucción de la empresa, tiene tiempo hasta principios de noviembre para salvar a la empresa, que en algún momento estuvo rodeada de gloria. Por lo demás, la opulenta retrospectiva, que Escada no tuvo que envidiar en el marco de la Fashion Week de Mercedes-Benz a principios de julio en Berlín, fue simultáneamente el último canto del cisne a un gran nombre.

Photo: Mercedes-Benz Fashion Week Berlin

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