Pieter Mulier: "Estaba repugnado por la cantidad de productos que teníamos que entregar"

Amberes, Bélgica - Pieter Mulier trabajó junto a Raf Simons desde principios de la década de los 2000, fue su mano derecha en Jil Sander, Dior y Calvin Klein y tuvo su propia oportunidad en febrero, cuando se convirtió en director creativo de Alaïa, un puesto que describe como "si me hubiera tocado la lotería". Mulier dejó la filial de PVH, Calvin Klein, en 2018 tras la salida de Simons y luego se tomó un tiempo de descanso de la industria, sin saber si volvería a la moda.

En una intervención durante el ciclo de conferencias de los Fashion Talks en Amberes, el diseñador arrojó luz sobre su nombramiento como director creativo de Alaïa, sobre cómo asumió el legado de la casa de moda y sobre las diferencias que ve en este nuevo papel en comparación con los anteriores.

Después de Calvin Klein, tuvo un "agotamiento de la moda" y ya no se sentía inspirado. La casa de moda Alaïa, que forma parte del grupo suizo Richemont, le dio la oportunidad de salir de la sombra de Simons y asumir el cargo de director creativo. Una casa "que aún no se ha quemado", y supone un honor pero también un reto.

Revelar el patrimonio al exterior

Cuando acababa de asumir la dirección creativa de Alaïa, Mulier preguntó a personas ajenas a la industria qué sabían de la casa de moda. A pesar del internet, se encontró con la ignorancia de amigos y familiares, lo que le hizo preguntarse -siendo él fan de Alaïa desde los 18 años- cuál podía ser su "verdadero papel" en la casa de moda. ¿Debería aplicar su propia visión o "considerarlo más como una obra de arte", como hizo Azzedine Alaïa? Decidió seguir los pasos del fundador y dar a conocer la obra de Alaïa a personas que no están familiarizadas con ella, incluyendo, en particular, al público más joven.

"Veo mi trabajo como el cuidado de la casa, y no creo que sea importante para toda la historia. El nombre es mucho más importante [...]", dijo Mulier en los Fashion Talks.

El camino hacia la dirección creativa

Alaïa le había llamado un año antes de su nombramiento, aseguró el diseñador. Esto dio a Mulier tiempo para pensar en su papel e investigar. En ese momento, creía conocer bien la casa de moda. Sin embargo, quiso ampliar sus conocimientos y empezó a comprar piezas vintage de los años 70, 80 y 90. Un periodo del fundador con el que no estaba tan familiarizado.

"Compré, compré y compré. Me alegraba mucho cada mañana cuando venía el repartidor de paquetes". Cada vestido era una sorpresa para él. Estos hallazgos convencieron por completo al diseñador para aceptar el puesto.

Un nuevo capítulo en Alaïa

Simons y Mulier, que pasaron de la casa de Alta Costura francesa Dior en París a Calvin Klein en Nueva York, experimentaron el sueño americano, pero también descubrieron lo duro que podía ser el golpe de después. "Me disgustaba la cantidad de productos que teníamos que entregar, constantemente, 16 veces al año. [...] En algún momento empecé a preguntarme: ¿quién está comprando todo esto?". Con Alaïa, Mulier ve lo contrario. Sabe quién es el cliente y a quién se dirige con sus diseños. En Calvin Klein, tenía que trabajar con entre 300 y 400 personas. En Alaïa, todo pasa por sus manos, dice Mulier. El equipo con el que trabaja es mucho más pequeño. No hay un director de merchandising ni de marketing y "sólo hay dos colecciones" al año. Se hace hincapié en los valores de "humanidad, respeto y belleza". Estos cambios parecen haber devuelto a Mulier su creatividad y su alegría por la moda.

Este artículo fue originalmente publicado en FashionUnited.DE, y después traducido y editado del neerlandés al español por Veerle Versteeg.