McQueen y las cazadoras de tormentas

Bajo una nube trasparente y suspendida sobre una luminosa azotea del este de Londres, presentaba a medio día de ayer la casa de modas Alexander McQueen, una de las principales firmas del Grupo francés especializado en bienes y artículos de lujo Kering, su última colección de mujer para la próxima temporada Primavera/Verano de 2022. Un desfile que bien se ajustaba, quizás desde su vertiente más romántica, a lo cánones disruptivos de los que siempre supo hacer buena gala el fundador de la casa, el ya tristemente fallecido Alexander McQueen, mostrándose como un ejemplo de singularidad tanto en el fondo como en las formas en las que se dio a conocer la propuesta.

Empezando por sus particularidades más evidentes, lo primero que llamaba la atención era la fecha escogida para la organización del desfile. Que tenía lugar una vez ya concluidas todas las principales Semanas de la Moda internacionales, desde Nueva York a París, pasando por Londres y Milán, en lo que la propia Sarah Burton, directora creativa de la firma, no ha dudado en señalar como una necesidad de la casa por ajustar el ritmo de sus presentaciones a los de sus propios procesos creativos, y no supeditándolos a las hieráticas necesidades de ningún calendario ni programa internacional. Unas políticas dirigidas a distanciarse de los frenéticos ritmos de la moda que con el inicio de la pandemia se decidieron a abrazar distintas casas de moda, como Armani, Yves Saint Laurent o Burberry, pero sobre las que sin embargo, en lo que a fechas se refiere, tan solo se mantienen fieles Burberry y McQueen.

Un plantel de modelos inclusivo

Apostando por un desfile en directo y con la asistencia de un público reducido, que pudo seguirse además en directo a través de los distintos canales digitales de la firma, el segundo aspecto por el que más claramente llamó la atención la presentación fue por el casting de modelos escogidos.

Entre las modelos se encontraban un amplio abanico de figuras, con nombres tan conocidos como el de Naomi Campbell, que logró acaparar poderosamente el interés de los asistentes gracias a su valor heterogéneo, consecuencia de resultar de una mezcla inclusiva de toda clase distinta de cuerpos. Unas maniquíes que así pues, además de por sus esbelteces y orígenes étnicos, mostraban una estética, con peinados cortos y luciendo toda clase de tatuajes, que las ajustaban a esos mismos valores radicales y de lucha contra lo preestablecido que siempre lucho por imponer Alexander McQueen a través de sus colecciones y de las maneras de presentarlas.

Una colección inspirada en los cielos de Londres

Entrando ya en el fondo de esta colección, para su confección Burton se inspiró en los mismos cielos londinense cuya luz sirvió de cobijo para la organización del desfile de presentación. Una bóveda celeste que la diseñadora británica no dudó en terminar reflejando sobre las distintas piezas, sintetizando sus sensaciones y su paso del tiempo en forma de unos estampados celestes y sobre una paleta cromática dominada por los cruces cromáticos que se suceden desde el amanecer al atardecer sobre el cielo de la capital del Reino Unido.

“Me interesaba sumergirme en el entorno en el que vivimos y trabajamos, en Londres, y en esos elementos con los que experimentamos a diario”, en cómo “pasamos del agua, y de ese barro que se forma en las orillas del Támesis, a ese cielo en constante cambio, en la magnificencia que todo ello representa y abarca”, entraba a explicar la propia diseñadora a lo largo de unas declaraciones difundidas por la propia firma de modas. Una serie de elementos de los que se sirvió como motivo de inspiración, de manera que “el trabajo artístico de los estampados de esta colección, vienen de lo que vemos desde los tejados del estudio en el que tenemos la suerte de disfrutar de las vistas más increíbles de la ciudad: desde la Catedral de San Pablo, hasta el London Eye”. De manera que “observamos el tiempo y capturamos la formación y la coloración de las nubes, desde el amanecer hasta el anochecer, y documentamos los cambios de patrones, desde los cielos azules y claros hasta los más turbios”.

La mujer McQueen como una “cazadora de tormentas”

Fue precisamente a raíz de este análisis de los cielos londinenses, explica Burton, cómo la imagen de las mujeres como “cazadoras de tormentas” comenzó a tomar forma como pilar sobre el que sostener la colección. Modelada a partir de ahí como un cruce de sensibilidades, que terminan por conformar una sucesión de prendas especialmente diseñadas para la imagen de una mujer fuerte pero con una gran sensibilidad, conectada con la naturaleza y con la idea de comunidad.

“Me enamora la idea de una mujer McQueen que se ha convertido en una cazadora de tormentas, por las cualidades intrínsecas a esa ‘caza de tormentas’ que es capaz de unir a su alrededor a una comunidad de personas apasionadamente individuales”, destaca Burton. “Habitan en un mismo universo”, y esta “ropa está inspirada y diseñada para ellas”. Porque “la caza de tormentas no habla solo de seguir la belleza de unas vistas, sino también de una sensación de misterio y de emoción, de aceptar el hecho de que nunca podemos estar seguros de los que podría suceder a continuación”. “Renunciar al control y estar en contacto directo con lo impredecible, es ser parte de la naturaleza”, es “verla y sentirla en su forma más intensa”. Es, en definitiva, apostilla la diseñadora, “formar un único ser con un mundo que es más grande y más poderoso de lo que somos nosotros”.