Los diseñadores, no los "celebrities", dejan huella en la Semana de la Moda de Milán

La Semana de la Moda de Milán ha sido un ejemplo de artesanía y de por qué los diseñadores deben dirigir casas de moda.

La industria italiana de la moda está arraigada en empresas familiares, fábricas y talleres con una larga tradición artesanal. Aunque a veces la revolución y la innovación han tardado en revitalizar el sector, son precisamente las cualidades del patrimonio artesanal las que alimentan un conocimiento incomparable de la confección de tejidos y prendas que se transmite de generación en generación. Es imposible imaginar a una celebrity sustituyendo a los zapateros de Ferragamo, a los etéreos vestidos de Luisa Beccaria o a los complicados tejidos de punto de Missoni.

En el desfile de la colección para Otoño/Invierno 2023/2024 de Max Mara, el actual director creativo de la casa de moda, Ian Griffiths, presentó un desfile de llamativas prendas de abrigo, en particular una serie de abrigos en color camel en varias versiones, que amplificaban una visión singular que no se beneficiaría de un estilo enrevesado ni de un revuelo publicitario sin sentido. Transmitían sofisticación y un lujo tranquilo. También evocaban a un diseñador que entiende de tejidos, cortes y comercio, donde todo lo que no sea autenticidad sólo conduce a la distracción.

En Diesel, uno de los desfiles más codiciados de Milán, el diseñador belga Glenn Martens ha revolucionado silenciosamente una marca de vaqueros antaño anodina, convirtiéndola en un espectáculo de innovación y modernismo. Ha perfeccionado técnicas que no sólo se alejan de lo que se consideraba imposible de conseguir con el tejido —el denim devoré de terciopelo mostrado en la pasarela es un buen ejemplo—, sino que sigue sorprendiendo con artesanía y humor, bordeando los límites del buen gusto al reflejar el espíritu de la época, pero de las formas más imaginativas e impactantes.

Detalles frente a adornos

En Prada, los uniformes y las prendas utilitarias eran tan reducidos y sobrios que cada detalle sería un adorno innecesario si no se tuviera en cuenta su relevancia. El look de apertura, un jersey gris de cachemira sobre una falda blanca de varias capas a la altura de la pantorrilla, hablaba de sencillez y practicidad, pero también de modernidad. Los zapatos planos eran obras maestras del origami, con su piel plegada de aspecto industrial. La forma en que Prada traduce la actualidad en ropa, amalgamando conversaciones que equilibran la emoción y reflejando el estado del mundo para crear algo relevante y deseable cada temporada, bueno, no podrías imaginarlo ejecutado por una celebrity.

Este artículo fue publicado originalmente en FashionUnited.UK, y posteriormente traducido del inglés al español y editado por Veerle Versteeg.