Jean Paul Gaultier, por Julien Dossena: descaro y atrevimiento, al “trompe l’oeil”
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Madrid – Sea como sea, lo cierto es que el surrealismo, reivindicado como propio, de la casa Schiaparelli parece estar viniendo a hacer escuela dentro de la Alta Costura, ofreciendo la falsa ilusión —apreciación que por otro lado le viene como anillo al dedo— de que todo aquello que no parezca ser lo que no es, o no parezca descubrirse como una ilusoria construcción de materiales y formas, no cuenta con el potencial para alcanzar las elevadas cotas de virtuosismo e imaginación que se le deben reclamar a las piezas de Alta Costura. Una apreciación que ni mucho menos resulta ser cierta, pero que está sirviendo para reabrir un camino por el que no han dudado en adentrarse a experimentar, entre otros el diseñador Julien Dossena, desde su posición como último director creativo invitado a reinterpretar los códigos de la casa Jean Paul Gaultier, para su última colección de Alta Costura.
Destacándose como una de las principales propuestas que terminaron por ver la luz este miércoles 5 de julio bajo el paraguas de esta última edición de la Semana de la Alta Costura de París, Dossena no terminada de dejar del todo de lado su condición como director creativo de la casa Rabanne, para entrar a revisitar los códigos estilísticos y el lenguaje provocativo que siempre han definido las propuestas de la casa Gaultier. Un propósito para el que terminaba combinando la labor con el trabajo en metal que viene practicando al frente de Rabanne desde su nombramiento como director creativo de la casa en 2013, con algunas de las estéticas más características de la firma Gaultier. En especial, sus tan vistosas como inconfundibles y sugerentes rayas marineras, y sus sugerentes y provocativos corsés y sujetadores de punta retorcida. Elementos todos ellos que Dossena no dudó a la hora de “fundir” con el trabajo como metalúrgico que viene practicando para Rabanne, para presentárnoslos ahora renovados y revitalizados, bajo el destello de pátinas en plata metalizada.
Entre rayas marineras y desnudos al “trompe l’oeil”
Sin mayor hilo argumental que el de practicar una revisitación de los códigos inventados y empleados por Jean Paul Gaultier a lo largo de su tan extensa como prolífica carrera dentro de la industria de la moda, la colección firmada por Dossena se descubría, rodeada de una fuerte oscuridad ambiental, construida sobre una profunda paleta cromática dominada por esas texturas metalizadas, junto a profundos azules y negros, dorados y borgoñas.
Con siempre lo metálico, en acabado y en materialidad, como el principal sello distintivo de esta colección, el diseñador francés, reconocido admirador del desbordante talento del que siempre ha sido ejemplo Gaultier, terminó por pasar a revisitar piezas destacadas del histórico archivo de la casa francesa, en lo que dio paso a construcciones tan singulares como una revisitación del uniforme militar de gala, en negro y oro, que se descubriese dentro de la colección diseñada por el francés para la temporada de Otoño/Invierno de 2007, y que se encargó de abrir esta colección de Alta Costura de Dossena sobre pasarela. Un diseño tras el que terminarían desfilando desde un feminizado hasta el extremo traje de tipo sastre con rayas verticales en blanco y azul, hasta escotados vestidos dorados metalizados, o en una cota de malla que, fusionándose mejor que ningún otro con el trabajo practicado con Dossena al frente de Rabanne con los códigos de Gautier, venía a reinterpretar, en clave “metálica”, esas rayas marineras en blanco y azul tan características de la casa de modas francesa. Mismas rayas que, ya en animal print, pudieron descubrirse sobre una llamativo jersey en estampo tigre, o en su misma combinación, en blanco y azul, sobre otro asombroso jersey en efecto pelo en degradado. Una pieza originalísima, que se mostraba en combinación de una falda con efecto plumas, devolviendo la imagen de una suerte de ave rapaz apunto de echar el vuelo.
Como primera muestra de esa inclinación hacia ese surrealismo hacia el que, sostenemos, se inclinaba esta propuesta creada por Dossena, juntos a las copas puntiagudas de los vestidos de noche y el romántico toque que aportaban a la colección la proliferación de corsés y de toda otra clase de cuerpos recubiertos de pedrerías y bordados, no hay duda de que llamaron especialmente la atención desde ese cuerpo construido a partir de una suma de corbatas, el traje sastre con vestido florar superpuesto, o el elegantísimo mono de terciopelo con cola y escote de flores, que no dejaba de retrotraernos hasta esa pieza histórica de Cocteau creada para Schiaparelli a finales de la década de 1930. Construcciones todas ellas con las que Dossena conseguía reconstruir toda esa sensación de asombro y de estímulo para los sentidos que siempre fueron las colecciones firmadas por Gaultier, en una máxima que terminó viéndose mejor representada que en ninguna otra parta de esta colección, en los impactantes vestidos efecto “nude” que terminaron por descubrirse a lo largo de toda esta propuesta. Unos vestidos en efecto trampantojo, que parecían terminar por desnudar y poner al simple alcance de los ojos todos los atributos de la sexualidad femenina.