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Isabel II: el estilo de una reina inquebrantable, en 5 puntos clave

Por Jaime Martinez

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Moda

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

De un modo u otro, el lograr trascender por encima de las fronteras de nuestro tiempo resulta un ejercicio vital que, en mayor o menor grado, todos tratamos de alcanzar a lo largo de nuestras vidas. Ya sea a través de nuestro trabajo, buscando explotar ese talento que nos hace únicos, o eso nos gusta pensar, o a través de nuestra vida familiar, dedicamos gran parte del tiempo que se nos ha dado a la titánica tarea de lograr ese objetivo. Una meta frente a la que no son pocas las dificultades y los retos que se nos presentan, y si a esos mismos factores le sumamos el de resultar ser, desde la misma cuna, una persona situada en el centro de todas las opiniones y miradas, todo eso puede terminar por mostrarse como una suma de presiones inasumibles para cualquiera. Incluidos también para esos reyes y reinas, tan lejos de ser divinidades como cercanos al valor humano de cualquiera de nosotros.

Compartiendo así pues esa misma inclinación natural que mostraría el hombre, entendido aquí como sinónimo de ser humano, por lograr ese sueño de quedar inmortalizado y vivir para siempre entre los sueños y las aspiraciones de sus pares, queda claro que, tanto para bien como para mal, los miembros de las históricas familias reinantes europeas cuentan, a priori, con todas las bazas para poder alcanzar ese objetivo vital. Y también, para sucumbir tanto frente a los cantos de sirena de lo que podríamos calificar como una vida disoluta y entregada a los placeres del vivir, como a caer bajo el peso de la pesada losa de todos aquellos que les precedieron sobre las ramas de sus distintos, pero igualmente intrincados, árboles genealógicos. Una serie de nombres que forjaron a fuego los cimientos de la historia más reciente de la humanidad, protagonistas de épicas batallas y conquistas, no tan bien vistas y apreciadas ahora bajo la cómoda mirada de los tiempos contemporáneos, y a los que acaba de sumar su nombre la reina Isabel II del Reino Unido. Responsable de lidiar con su particular batalla de dirigir un país durante los difíciles tiempos que han acompañado a las últimas siete décadas de la historia reciente del Reino Unido. Un tiempo en el que el país tuvo que aprender a hacer frente al desgaste que supuso su pérdida de valor como Imperio durante las décadas anteriores a su ascenso al trono, y cuyo pueblo terminó encontrando en su por entonces tan joven como cuestionada reina un pilar que ha logrado aportar estabilidad a todo el país, frente a las turbias aguas que permanentemente se han alzado en su arena política.

En este difícil desempeño, frente al que todas las voces ahora coinciden en señalar que Isabel II será recordada por su enrome compromiso y sentido del deber, hacia tanto el pueblo británico como hacia la monarquía, la moda y el armario de la Reina también han llegado a ejercer su particular papel, en ocasiones obviado y en otras minusvalorado, pero siempre y frente a todos tan firme e inquebrantable como se ha terminado elevando la figura de la soberana. Un papel el de la moda dentro de su reinado, que ha contribuido de manera notable tanto a destacar su figura hasta la condición de auténtico icono como ostenta hoy, como a resumir todos los valores que la reina Isabel II trató de imprimir a un reinado desde el que, a través de la serenidad, la confianza, la entereza y la sencillez, ha logrado firmar ese objetivo de trascender las fronteras de su propia vida. ¿Y cómo lo hizo? Sirviéndose de un estilo que pasamos ahora a tratar de resumir en estos 5 puntos clave.

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

1.- Finos materiales

El origen de la importancia que la reina llegaría a depositar sobre sus prendas a lo largo de todos su reinado, lo podremos situar en la figura de su madre, la reina madre Isabel Bowes-Lyon, esposa del rey Jorge VI del Reino Unido. Una mujer de la que se cuenta que no dudaba en acudir junto a sus hijas, la por entonces princesa Isabel y su hermana la princesa Margarita, a visitar a los ciudadanos británicos afectados por la campaña frente a la Alemania nazi impacablemente vestidas. Una práctica que lejos de resultar en una muestra de frivolidad, la reina Madre, que se negó en todo momento a abandonar Londres durante los bombardeos alemanes para permanecer al lado del rey Jorge, reforzando así el papel de la institución, tan afectada tras la abdicación del rey Eduardo VIII, defendió siempre como una muestra de respecto hacia el pueblo británico. Aludiendo ha este respecto que si ellos al acudir a verla lo hacían con sus mejores ropas, ella debía corresponderles haciendo lo propio. Unas razones que igualmente podemos situar como el origen de la calidad de los tejidos que siempre han servido de materia prima para la confección de las ropas de Isabel II.

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

2.- Atuendos monocromos

Sobre este principal valor por la calidad, si por algo se caracterizó visiblemente el armario de Isabel II fue por su variada paleta cromática, pero eso sí, siempre y preferentemente en piezas completamente monocromáticas. Una muestra de la sencillez que trató de imprimirle a su reinado, asimilándolo con esta simbología al de un sólido puntal sobre el que podría descansar la democracia británica, y característica que únicamente rechazaba en contadas ocasionales para dar cabida a prendas de estampados de inspiraciones florales. Una estética que durante sus 70 años de reinado se mantuvo de uno al otro extremo, en lo que se terminó mostrando como la esencia misma de un estilo tan personal como atemporal, que contribuyó a reforzar su simbología como icono por antonomasia capaz de representar vivamente tanto los principios de la institución monárquica y de la corona, como la herencia y la historia del Reino Unido como país.

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

3.- Líneas limpias

En línea precisamente con esa sencillez de patrones visibles en sus prendas, el armario de la Reina siempre se mantuvo igualmente sólidamente construido sobre unas firmes líneas de corte limpio y depurado. Unas sobriedad que encontraba su contrapunto en ese mar de tonalidades que avanzaba desde los púrpuras a los verdes, amarillos o aguamarinas según la época del año o la naturaleza del evento al que asistía, ejemplo igualmente de esos valores que trataba de representar en torno a su figura. Una característica esta de su armario que igualmente ayudó a construir esa imagen icónica que tenemos grabada en nuestras retinas de Isabel II, vistiendo unos conjuntos cubiertos con un abrigo de tres cuartos que, independientemente y más allá del color, se nos presentarían como prácticamente idénticos e indistinguibles.

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

4.- La importancia de los complementos

Para rematar sus looks, y en esa misma apuesta por la temporalidad y por favorecer la construcción de un estilismo que sirviera de reflejo de esos valores perdurables de su reinado, Isabel II se caracterizo a la hora de vestir por la incorporación de una serie bien definida de complementos: un sombrero a juego con su ropa y, en ocasionas, decorado con elementos florales con el que parecía salir en todo momento en defensa de esa misma tradición en la que ahonda sus raíces la institución monárquica; un bolso negro; unos zapatos de salón de tacón bajo; y un broche situado en la parte alta del lado izquierdo del pecho; y sus sempiternas perlas, presentes en forma de pendientes y de su característico collar de 3 vueltas. Una suma de elementos que, sumados unos a otros, devolvían la imagen de una Reina impasible al paso del tiempo y de tendencias pasajeras, nuevamente valores de firmeza y arraigo propios de la monarquía que la soberana trató de personificar a través de su figura.

Photo Credits: La Reina Isabel II en una fotografía de archivo. The Royal Household, página oficial.

5.- Las joyas de la corona

Como contrapunto de esa sobriedad y de esa sencillez que siempre quiso demostrar en sus formas de actuar, hilando aquí con esa firmeza inquebrantable que demostró con su carácter a la hora de responder a sus deberes como Reina, estarían las joyas de la corona británica. Unas piezas de incalculable valor, propiedad de la Familia Real y símbolo mismo de la monarquía británica, que la soberana no dudó en llevar durante sus actos más solemnes como jefa de estado. Piezas entre las que se encontraban desde la solemne corona que portó durante su ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster, hasta la diadema de diamantes de Jorge IV o la espectacular tiara Vladimir que ha formado parte de las joyas preferidas de la soberana durante sus 70 años de reinado.

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