Dior hace un llamamiento al espíritu olímpico de concordia con una colección Crucero desde el Panathinaikó de Atenas
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Madrid – Vuelta al más puro espectáculo. Así es como bien podríamos resumir lo acontecido ayer jueves, 17 de junio, por la noche en la ciudad de Atenas. Lugar escogido por la Maison de la moda francesa Dior y por su actual directora creativa, la diseñadora italiana Maria Grazia Chiuri, para dar a conocer su colección Crucero 2022. Propuesta que se presentaba a lo largo de un generoso desfile de media hora de duración, acompañado de una actuación musical en directo y al que ponían su colofón un juego de fuegos artificiales sobre la noche estrellada ateniense. Todo bajo el embrujo de la embriagadora atmósfera del Estadio Panathinaikó, el mismo que sirviera para acoger la primer edición de los Juegos Olímpicos modernos en 1896, en la que se significa como el regreso de la casa francesa a los desfiles en vivo y con público.
Bajo la atenta mirada de ilustres invitados, como la actriz Catherine Deneuve, la modelo Cara Delevigne, la estadounidense Anya Taylor Joy o Katerina Sakellaropoulou, presidenta del país heleno, daba comienzo un desfile, que pudo seguirse en director a través de los distintos canales y plataformas en los que se encuentra activa la Maison, con el que desde Dior presentaban una colección con la que Chiuri entra a reinventar los códigos de la casa, buceando para ello en elementos venidos de la base misma de nuestro modelo de civilización, como los peplum. Las túnicas usadas por las mujeres griegas de la antigüedad, cuya sobria apariencia contiene referencias al propio mármol y a las columnas clásicas de los templos griegos, y que la diseñadora posiciona en la parte central de esta propuesta. Una colección con la que en última instancia desde la Maison buscan inspirar a un mundo, al que parecen decididos a llamar nuevamente a que se reúna bajo el mismo espíritu de concordia que impera tras cada nueva edición de los juegos olímpicos.
Un viaje hacia las raíces de la civilización
La colección Crucero se muestra así como “un redescubrimiento de las raíces de la civilización”, nos explican desde la firma francesa a través de un comunicado oficial, pero “no por un motivo de nostalgia, sino por el deseo de recomponer, en el presente, una fragmentación del mundo que nos permita comprender su complejidad”.
Para ello, Maria Grazia Chiuri, partiendo de una serie de fotografías de una colección de Dior, hechas en 1951, en las inmediaciones del Partenón, instantáneas que sirvieron de germen para esta colección Crucero, se inspiró en la obra del artista surrealista Giorgio De Chirico, así como en la figura del galerista contemporáneo Alexander lo/as. De cuya colección de jarrones, piezas que el coleccionista atesora en su casa de Atenas, se valió el artista italiano Pietro Ruffo para alumbrar las grandes figuras y los patrones antropomórficos que decoran un buen número de prendas de la colección.
“Cada colección es una reflexión permanente sobre los paradigmas que distinguen la moda y a la Casa Dior”, así como “una ocasión para ampliar aún más el trabajo colaborativo” que acometen desde la Maison. En esta ocasión, y siendo esta un constante en el modo de actuar de la diseñadora al frente de la casa, “Maria Grazia Chiuri entra a destacar hasta qué punto los cambios en los modelos de feminidad que mostraban las creaciones de Dior, no surgían de un pasado que volvía para rendir homenaje a una belleza con múltiples facetas”.
Del peplum al “azul griego”
Materializando toda esta serie de inquietudes y de referencias, nos encontramos con una colección compuesta por una amplia variedad de prendas urbanas, en la que se da cabida desde a esas etéreas túnicas, venidas desde los orígenes mismos de nuestra civilización, hasta prendas de marcado aire deportivo y urbano o diferentes combinaciones de trajes sastre. Prendas con las que en esta ocasión Chiuri vuelve a entrar a reinterpretar algunas de las creaciones más míticas de la Maison.
Sobre una paleta cromática dominada por el blanco como tonalidad central, acompañada de tonos como el negro, unos mediterráneos azules, verdes y amarillos y una gran presencia de brillantes destellos metálicos en oro y plata, nos toparemos con piezas como “una serie de trajes blancos”, formados por pantalones y chaquetas, “como los de Marlene Dietrich”, en los que se conjugan “clasicismo y libertad”. Mientras que adquiere un gran protagonismo ese diálogo entre blanco y oro, y el “azul griego se presenta tanto como un elemento distintivo como de homenaje” al país heleno, a sus gentes y a su artesanía. Figuras que se encuentran igualmente presente a lo largo de una colección, de la que han participado tanto un equipo de artesanos bordadores de Argos, en la región del Peloponeso, como una fábrica de sedas de la localidad de Souflí, en el extremo este del país, y un fabricante de El Pireo especializado en la confección de capas para pescadores.