Cuando las etiquetas de las prendas revelan las condiciones laborales...
cargando...
Para evocar las condiciones laborales de la industria textil, la televisión noruega ha tenido la idea de enviar a fashionistas a las fábricas de Camboya. La firma American Apparel, eligió publicar la foto de una mujer con el pecho al descubierto.
Con otro método, la Red Canadiense del Comercio Justo ha tenido la idea de asociarse a la agencia Rethink y poner un nombre a los que, desde el otro lado del planeta, fabrican nuestras prendas.
Tres etiquetas, tres vidas
Se llaman Joya, Behnly y Tejan y su lugar de trabajo no es de color rosa. En el lugar donde generalmente encontramos la composición de la prenda y sus recomendaciones de lavado, se podrá leer la existencia de sus trabajadores que hasta ahora era preferible dejar en la sombra.
Tal vez, darse cuenta de quien se esconde detrás de los productos que usamos a diario nos puede dar una sensación de vértigo. Pero cerrar los ojos no soluciona el problema y no mejora las condiciones laborales en Camboya pero tampoco de Sierra Leona y Bangladesh. De allí se han sacado las historias que se cuentan en las etiquetas.
« 100 por ciento algodón. Fabricado en Camboya por Behnly, 9 años. Se levanta a las 5 horas cada mañana para ir a la fábrica textil donde trabaja. Es de noche cuando llega y cuando se va. Se viste ligeramente porque hace 30 grados en la sala donde trabaja. El polvo de la sala le llena la nariz y la boca. Cobra menos de un dólar por un día de lento sofoco. Una máscara costaría 10 céntimos a la empresa. La etiqueta no cuenta toda la historia”.
La vida diaria de este niño, contada en pocas palabras, permite imaginar una cara detrás de un bonito jersey. Una forma de humanizar un proceso de fabricación que llama la atención.
La Red canadiense del Comercio Justo cuenta la historia de Joya en Bangladesh. “Joya ha dejado la escuela con 12 años para ayudar a sus hermanos y a su madre, viuda desde hace poco. Su padre ha perdido la vida en un incendio que se ha propagado rápidamente en la fábrica de algodón donde trabajaba. Ella trabaja ahora en un inmueble, en el otro lado de la calle donde la fábrica se quemó. Una señal constante de los riesgos que ella coge. La etiqueta no cuenta toda la historia.”
Y para terminar, ésta es la historia de Tejan en Sierra Leona. “Las primeras veces que ha empezado a toser sangre, lo escondió a su familia. No podía permitirse atención médica ni arriesgarse a perder su trabajo en el cultivo de algodón. Un día, tuvo una crisis; el problema ya no se podía ignorar más. El diagnóstico: envenenamiento con pesticidas. La falta de ropa de protección apropiada le ha conducido, con 34 años, a la leucemia. Tiene dos hijas. Una de ellas comenzará a trabajar en esta fábrica el año que viene. La etiqueta no cuenta toda la historia”.
Con esta campaña, la Red Canadiense del Comercio Justo intenta sensibilizar a los consumidores para que las empresas tomen consciencia de que hay que invertir en el comercio justo y cambiar las cosas.