Chanel, encanto “chic” a orillas del Sena

Madrid – Frente a la polémica cuestión, más viva y presente que nunca, de que dónde ha quedado el sabor “chic” de la moda francesa, la casa Chanel volvía a dar muestras de representar mejor que ninguna otra esa identidad inconmensurable ligada a su misma esencia como firma de moda parisina, con la presentación de su última colección de Alta Costura, para la próxima temporada Otoño/Invierno de 2023/2024. Una propuesta que la célebre Maison daba a conocer desde las mismas orillas del Sena a su paso por la capital francesa, con un desfile al aire libre celebrado este martes 4 de julio.

Firmada nuevamente por la diseñadora francesa Virginie Viard, directora creativa de Chanel desde el pasado mes de febrero de 2019, desde esta última colección para la casa la creativa ha vuelto a entrar a reinterpretar los códigos más propios y característicos del ideal de “mujer Chanel”. Una mujer que se ajusta en sus inquietudes y gustos a la representación más ajustada de la mujer parisina, poseedora de un innato estilo “chic” tan difícil y complejo de definir, como fácil y claro de identificar una vez que se termina desenvolviendo frente a nuestros ojos, a través de piezas y de actitudes como las que terminaron por adueñarse de los muelles del Sena situados a los pies de la Torre Eiffel, espacio que terminó actuando de telón de fondo para la presentación de la colección. Una elección de ubicación que, defiende la misma Viard, no dejaba de resultar natural dado el decidido carácter que se ha buscado imprimir sobre esta propuesta, entendida como la “quinta esencia” de la manifestación de ese ideal de lo “chic”, que se desenvuelve y recorre y navega libremente por las calles de París.

“Si estamos en París, toca estar en su corazón, en los muelles”, argumenta la misma Viard, en unas declaraciones ofrecidas por Chanel como apunte a la nota explicativa de esta colección. “La calle y los coloridos adoquines” que cubren París, “piden tanto sofisticación como sencillez”. Dos calificaciones que precisamente sirven igualmente para empezar a definir ese vaporoso concepto de lo “chic”. “Jugar con los opuestos y con los contrastes, con la despreocupación y la elegancia, es como mantenerse en una línea que separa la fortaleza de la delicadeza”, añade Viard, desvelando así el ejercicio que trata de realizar con cada nueva colección, para seguir manteniendo esa esencia “chic” de la casa francesa, en lo que no obstante en Chanel, apunta, “es lo que llamamos ‘allure’”.

De sensibilidades y fuerzas

Llegando de este modo para tratar de representar, una vez más, todo el encanto que la mujer parisina, tan sensible y romántica como atrevida, es capaz de desenvolver como ideal de una identidad femenina que, sostienen desde Chanel, ya sea por oposición como por imitación, termina sirviendo de ejemplo para la construcción toda otra clase de modelos de feminidad, la colección se terminada por desnudar desde una sobria paleta cromática dominada por la combinación “black&white”. Tonalidades características del lenguaje estilístico de Chanel, que llegaban así para servir a modo de base para una propuesta, que no obstante terminaba por elevarse inundada de notas de color, con los destellos en color coral, en rosas, violetas, amarillos o rojos, empleados para confeccionar los mil y un detalles y bordados que de manera primorosa recorren de extremo a extremo la colección.

Recurriendo nuevamente al uso del tweed, tejido históricamente característico dentro de las colecciones de la casa, como base para la confección de una amplia serie de las prendas que integran esta propuesta de Alta Costura, a lo largo de un desfile que se encargó de abrir la modelo francesa Caroline de Maigret, habitual de los desfiles de Chanel durante la década de los 90, terminaron por desfilar sobre las orillas del Sena una serie de diseños y de piezas, entre las que se destacaba la presencia de largos abrigos de inspiración masculina, multitud de diferentes conjuntos de tweed, voluminosas blusas anudadas con cinturones a la cintura, livianos tops con transparencias, o finos vestidos vaporosos recubiertos de bordados de inspiración floral. Categorías dentro de las cuales terminaron por sobresalir desde ese hipnótico conjunto de tweed de acabados iridiscentes, al vestido negro en palabra de honor recubierto de flores de terciopelo, el conjunto blanco con falda de inspiración “arcillosa”, un vestido de gasa negro con capa, y el sensual vestido de novia en blanco que, como es tradición, llegó para poner el broche de oro a la presentación de la colección.

Una propuesta que, más allá de la indumentaria, se terminaba de completar con complementos tan singulares como los tradicionales “slingback” bicolores de Chanel, en negro y oro, y con cestas de mimbre repletas de flores a modo de bolsos. Unos adornos estos que se descubrían como una referencia tanto a la estética de las parisinas de los años 70, como al mundo frutal y floral que siempre ha servido de inspiración a la multitud de artistas que, a lo largo de las décadas, han visto anochecer y amanecer desde las mismas orillas del Sena en las que estaba teniendo lugar el desfile.

“Hecha de contrastes y de equilibrios”, la colección no deja de ser “el retrato de una sensible, pero audaz, parisina”, entran a puntualizar desde Chanel. Desde este propuesta, “su singular, y ya a menudo indefinible, encanto”, pasa por reivindicarse a través “precisamente de su gusto por subvertir el academicismo” y de “reunir” en torno a su identidad e ideal de feminidad, “lo que tantas veces se separa, se clasifica y se jerarquiza por conveniencia”.

Llegando de este modo para seguir rompiendo los moldes de lo preestablecido, para seguir haciendo gala de su esencia más “chic” y parisina, desde esta colección “se inspecciona y se estudia de cerca”, y en detalle, “lo que viste la parisina, lo que lee y lo que piensa”, como testigos de “su misma actitud ante la vida”. Para ello, “la colección juega con los códigos de Chanel”, con la idea de “rigor y con la de asimetría, con colores discretos y con matices vibrantes”, con la imagen de “seguridad” y de “discreción”, para con todo ello terminar de perfilar ese retrato, tan complejo de esbozar por su infinidad de matices, de la mujer parisina, añade Viard, “transmitiendo emociones, reuniendo los elementos más inverosímiles”, y defendiendo el hacer “las cosas a tu manera, simplemente soñando”.