Chanel, cuestión de equilibrio
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Madrid – Entre las noticias destacadas de la semana, durante la tarde noche de este 9 de mayo terminaba teniendo lugar en Los Ángeles el desfile de presentación de la nueva colección Crucero de Chanel 2023/24. Una propuesta nuevamente firmada por la diseñadora francesa Virginie Viard, que se elevaba como una poética alegoría sobre el juego de equilibrios al que se presta la moda, entre lo que tradicionalmente se ha terminado concretando entre las luchas de la practicidad y el utilitarismo por el que se aboga desde la escena de la moda estadounidense, y el juego de fantasías por el que históricamente han abogado las principales casas de la moda europeas.
Como mejor reflejo de ese cruce y punto de equilibrio entre ambas corrientes contrapuestas, la casa francesa escogía como telón de fondo para la presentación de su nueva colección crucero a la ciudad de Los Ángeles. Capital de las tendencias de la costa oeste, a la que terminaba por trasladarse la célebre maison para articular su particular homenaje a esta simbiosis de corrientes contrapuestas, inspirándose para ello de un lado en las actividades deportivas que tanto caracteriza y se dan, especialmente frente a las costas de California, y en playas como las de Venice Beach o Santa Mónica; y del otro en el lujo y el glamour del conjunto de las estrellas de Hollywood que residen al rededor de las colinas que se elevan en torno a la ciudad.
De este modo, la colección se presente “entre un homenaje al glamour de las grandes estrellas del cine y el querer evocar el mundo divertido y lúdico que se vive en torno al aerobic, los deportes y el patinaje”, entra a explicar la misma Virginie Viard, a lo largo de unas declaraciones difundidas desde la misma casa Chanel. Un juego de contrapesos y de sensibilidades a priori enfrentadas, que se terminan por resumir en ese juego al que hacíamos ya referencia al que se presta la moda, con la magia del “sueño” que desprenden las creaciones y diseños más delicados de un lado, y del otro “lo que te quieres poner” por comodidad y practicidad. Y es que todo al final, como apunta Viard, “es cuestión de equilibrio”.
Del glamour de los años 20 a la música de la década de los 80
Sobre esta síntesis como leitmotiv de toda la propuesta, la diseñadora ha terminado por hilvanar una completa colección de ritmos relajados y veraniegos, tan propios de los que ha trata de venir a responder una colección Crucero, mediante piezas que no obstante no dejan de lado la suntuosidad característica de una gran velada sobre las colinas de Hollywood. Un mundo de fantasía al que Viard nos invitada a viajar, en una aventura que vibra sobre patines y ritmos de música disco, en una combinación de influencias venidas desde el glamour más propio de los años dorados del séptimo arte, durante las décadas de los años 20 y 30, y el frenesí de los ritmos ochenteros de las décadas de los 70 y 80.
Como resultado, Viard presenta para la casa una colección construida sobre una paleta cromática armada a partir de los tradicionales tonos pastel y combinaciones “black&white” que históricamente siempre han formado parte de su lenguaje creativo, pero tonalidades a las que se suman nuevos y vibrantes colores, en tonalidades más encendidas, con presencia de corales, rosas fucsia, violetas, verdes y azules. Cololes que además se mostrarán en efecto degradado y en compañía de ochenteros estampados multicolor, sobre prendas clave de esta colección como mini-shorts, monos, pantalones de estética athleisure, abrigos y chaquetas de corte tipo bata o albornoz, camisetas de tirantes y de manga corta, blusas o toda clase de vestidos y de faldas de líneas fluidas. Encargándose de aportar ese extra de sofisticación unos acabados metalizados en efecto dorado desde los que se busca evocar a esa era dorada del cine y a sus actrices, mientras los looks se completan con zapatos de estilo años 30, calentadores y toda clase de complementos. Una fusión de inspiraciones, de décadas y de estilos, que terminan unificándose bajo esta misma y única atmósfera imaginada por Viard, y en la que todo termina por cristalizar en el presente, en forma de elementos como esos estampados de palmeras y de toda otra clase de elementos figurativos que terminan decorando buena parte de las prendas, o especialmente de esos tejidos con acabados iridiscentes, inspirados en las bolas de las discotecas de los años 80, pero con la capacidad de reflejar todo ese mismo glamour de los años dorados del cine.
“La idea era la de ofrecer un soplo de aire fresco, un viaje, una alegre y feliz fantasía”, resume la diseñadora francesa sobre las sensaciones que ha buscado transmitir a través de esta colección. Una propuesta desde la que, añaden desde Chanel, las distintas “décadas toman el protagonismo, con una sonrisa en la cara”, invitándonos a embarcarnos por este viaje “del glamour de los años 20 y 30 a los ritmos de los 70 y 80” en los que se eleva esta colección, construida sobre “una paleta multicolor cuidadosamente equilibrada”, que se muestra como “un estallido de vitalidad”.