A. Javier Gómez Rivas (Sybilla): “No toda la moda debería exportarse”
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Inmersa en pleno proceso de afianzamiento tanto a nivel nacional como internacional, la firma “Sybilla” impulsaba su presencia en nuestro país con la inauguración, hace tan solo unos meses, de un nuevo espacio en el corazón de Madrid (C/Travesía de Belén 2).
A. Javier Gómez Rivas, Director de Operaciones de la emblemática casa de moda, accede ahora a responder nuestras preguntas sobre cuál es la situación en la que se encuentran, su plan de negocios, y sobre los riesgos a los que deberán hacer frente empresas y diseñadores, para superar las complicadas circunstancias que rodean a una industria cada vez más globalizada.
Comenzasteis el año con la apertura de ese nuevo espacio en el centro de Madrid. ¿Cómo ha sido volver a tomar contacto con el público de la ciudad?
Está resultando ser una gran experiencia. Sybilla es una diseñadora de culto, y cuenta con una clientela fiel que ha sabido esperar para celebrar su regreso al mundo de la moda.
Quien se acerque a la nueva tienda encontrará desde los clásicos renovados, hasta una colección de prints ecológicos fabricados por mujeres en riesgo de exclusión social, pasando por las colaboraciones junto a Goyo, Ecoalf y Altapuna; empresas que se caracterizan por su filosofía en defensa de la sostenibilidad. También encontrará las líneas de Medida y de Novia, la parte más exclusiva y personalizada.
¿Seguís con el concepto de “ropa de temporada”?¿o apostáis por prendas y líneas más atemporales?
Siempre hemos apostado por un concepto más atemporal. Nos gusta sentir que cuando alguien adquiere uno de nuestros diseños lo hace pensando en una inversión; que le reconoce un cierto valor artístico a lo que hacemos. Esa sensación es precisamente la que nos obliga a no cesar en esa búsqueda por la atemporalidad.
La moda española parece vivir un momento realmente dulce. ¿Lo es tanto como parece?
Desde el punto de vista mediático parece que es así, pero en mi opinión es solo un espejismo. Detrás de las pasarelas la realidad es otra.
El mercado español está en un momento complicado. La competencia es enorme, y la oferta de productos a precios asequibles fabricados en países asiáticos, con horarios y tejidos que cuestan la décima parte de a los que las firmas españolas pequeñas tienen que hacer frente, ha ido en detrimento de una industria que no cuenta con las ayudas oficiales que sí tienen otros sectores.
En nuestro caso estamos haciendo un ejercicio por recuperar y poner en valor los procesos artesanales, justificando el precio con la alta calidad. La sostenibilidad también es algo que nos preocupa, y mucho, y en la medida de lo posible incorporamos ese principio a todo cuanto hacemos.
Muchos diseñadores de nuestros país se quejan de esa falta de apoyo industrial y económico. ¿Hay talento, pero no recursos ni financiación?
Tenemos una enorme cantera de talento. El problema es que cuesta reconocerlo y apoyarlo sin que antes obtenga reconocimiento internacional. Siempre parece que lo que viene de fuera es mejor.
La falta de políticas económicas dirigidas al sector dificulta despertar el interés de los posibles inversores. Y si los recursos ya son limitados, el sistema educativo tampoco está haciendo mucho por el sector. Toda la oferta va dirigida a formar estilistas y diseñadores, a sabiendas que no todos van a llegar, y olvidándose de fomentar profesiones tan necesarias para el buen desarrollo del sector como la de patronistas, técnicos de confección u oficiales maquinistas. Estas profesiones en países como Francia e Italia están muy valoradas. Escuelas como L’École de la chambre syndicale de París forman a estudiantes de todo el mundo en cada uno de los eslabones que componen la cadena. El sector no funciona sólo con diseñadores, es más, los grandes maestros de la moda no han salido de escuelas de diseño. Tenían talento, y lo potenciaron con su aprendizaje junto a los técnicos de los ateliers de costura, aprendiendo al lado de patronistas, modelistas y jefes de taller.
Vivimos un periodo en el que la factura del Prêt-à-porter está cada vez más cuidada, mientras los diseñadores que tradicionalmente han apostado por el diseño artesanal comienzan a aplicar técnicas más propias del fastfashion. ¿Se está redirigiendo el sector hacia la consagración de un demi-couture que acabe por confundir ambos extremos, artesanía e industrialización?
Para mantenerse las firmas deben tomar medidas drásticas con las que ajustar costes y presentar batalla a la competencia, y la forma más eficiente es industrializar los procesos de producción. El riesgo está en saber mantener el espíritu de la marca y en saber comunicarlo, porque si no al final el producto perderá su alma y se producirá el desinterés de los propios clientes.
Técnicas de venta como la del “see now, buy now” ponen de manifiesto una vez más la situación del sector, que se ve obligado a reinventar formulas con las que incentivar las ventas. Personalmente no es un método que me guste. Creo que a la larga el ritmo de las colecciones cambiará, terminando por dejar fuera de juego a muchas firmas que no tendrán la capacidad para poder competir.
¿En qué lugar situamos a Sybilla?
Me gustaría situarla en la línea del demi-couture. Es aquí donde se encuentra el punto de equilibrio. Los procesos artesanales hay que mantenerlos y potenciarlos, siempre que aporten a la prenda un valor reconocible por el consumidor. Un exceso de procesos manuales tampoco tiene por qué redundar siempre en una mayor calidad.
El futuro está en trabajar ese valor percibido, eliminando la materia grasa que rodea todos los procesos. Buscar la forma de optimizar recursos y abaratar costes, pero sin sacrificar nuestros valores.
Con un mercado tan reñido, ¿sigue habiendo sitio para los diseñadores más independientes?
Creo que hay lugar para todos. Por su independencia, son precisamente estos diseñadores/artistas los que de una forma u otra inspiran a los grandes grupos del Prêt-à-porter y del Fastfashion. El problema viene cuando estas posiciones se desdibujan, y no se saben desarrollar las ventajas competitivas que cada uno tiene.
Con las multinacionales vendiendo camisetas a precios bajísimos, y los grandes emporios del autodenominado “lujo” recurriendo a “trucos” con los que mantener su imagen de artesanales, ¿podemos decir que estamos ante un modelo de negocio sostenible, o se esta convirtiendo la moda en una nueva burbuja de comprar, vender y generar empleos?
Hay mucha hipocresía en este sentido. En el sector del lujo por ejemplo hay de todo, y no es precisamente oro todo lo que reluce. Durante 25 años aprendí lo que significa la ética de marca y el respeto hacia el consumidor. Sobre todo hay que ser coherentes. La legislación española por ejemplo permite utilizar el “made spain” en prendas fabricadas en cualquier parte del mundo, siempre que en un porcentaje pequeño sean terminadas en España. Y no me refiero a los semielaborados o a los bordados provenientes de la India.
¿Crees entonces que el consumidor de moda es un consumidor responsable?¿Es, somos, realmente conscientes de dónde y cómo se fabrican las prendas que llevamos?
La conciencia y la responsabilidad en el consumo depende mucho del poder adquisitivo. Hay sectores sociales que no pueden tener escrúpulos a la hora de ejercer la acción de compra. Otros por el contrario, aquellos más favorecidos, son los que pueden hacer un consumo más responsable porque son los que tienen esa capacidad para poder elegir.
Son las instituciones las que en primer lugar deberían ejercer ese control sobre la ética del mercado, preocupándose de las condiciones humanas de los trabajadores que producen las prendas, y fomentando el consumo del producto interno como parte fundamental para el desarrollo empresarial. También se debería exigir a los países productores extranjeros que cumplan con los mismos requisitos que nos exigen al resto para poder competir en el mercado español.
Después de 10 años apartada del mundo de la moda, Sybilla comenzó su regresó con una serie de tiendas efímeras con las que tuvo un gran éxito. Luego llegaron la colección cápsula para Ecoalf, las tiendas de Palma de Mallorca y Taiwan, y ahora la de Madrid. ¿Cuál será el próximo paso?
Como marca estamos en un momento muy dulce. Luchando por construir unos cimientos sólidos, e inmersos en un proceso de negociación con diferentes inversores y fondos internacionales para desarrollar el plan de negocio que nos hemos fijado.
Nuestro objetivo es consolidar todo lo que hemos construido hasta ahora, y a partir de ahí dar una nueva dimensión a la firma. A corto plazo la venta directa es la primera opción que contemplamos. Queremos seguir trabajando en la difusión de la marca en España a través de tiendas propias, y continuar apostando por las efímeras en el plano internacional. La idea es avanzar en el medio y largo plazo hacia un modelo mixto de clientes wholesale y de espacios propios tanto nacionales como internacionales, lo que implica tener que realizar unos complejos estudios de mercado.
¿En qué países os encontráis ya presentes?
Actualmente tenemos presencia en España, Alemania, Taiwán, Japón, Mongolia y en Estados Unidos, donde contamos con espacios en Los Ángeles, New York y Chicago. Para el futuro nos planteamos llegar a los Emiratos Árabes.
Tengo entendido que el mercado japonés ha sido muy importante para la supervivencia de la firma.
Japón ha estado siempre muy unido a nuestra marca. La veneración que profesa el público japonés por Sybilla, junto a nuestros acuerdos comerciales con el grupo ITOKIN, han sido, y son, una fuente de ingresos muy importante.
¿Es inherente a Sybilla esa vocación internacional?
Más que vocación internacional, atiende a la necesidad de no querer poner fronteras a nuestros diseños. En ningún momento hemos pretendido forzar nuestra presencia en los mercados internacionales, porque entendemos que antes es importante preparar el terreno. Eso es precisamente lo que hacemos con nuestra política de tiendas efímeras, testar la percepción de la marca y observar el grado de deseo que despiertan las colecciones entre nuestros potenciales clientes.
Ahora, y sobre todo en España, los círculos económicos apuntan a que el éxito está precisamente ahí, en la internacionalización y la exportación.
En estos momentos es una salida que tenemos que aprovechar las empresas españolas que trabajamos con productos de autor. Nuestro mercado local está muy castigado debido a factores económicos y sociales, lo que hace muy difícil poder sobrevivir centrando la apuesta únicamente en una sociedad que se ha visto obligada a cambiar sus prioridades y hábitos de consumo.
¿Están estos círculos económicos empujando de alguna forma a los creadores y las firmas a dirigir sus esfuerzos hacia un campo como el de la exportación, del que no se están contando todos los riesgos?
Tengo que reconocer que esa presión existe, y que es muy real. La falta de ayudas y de planes de acompañamiento obligan a las marcas y a sus creadores a endeudarse sin garantías de poder amortizar la inversión, sometiendo a las marcas a una sobreexposición en unos mercados que no han sido preparados previamente para acoger su oferta.
Este negocio es muy particular. Para lanzar una marca y poder mantenerla hace falta mucha inversión, y la mayoría de los diseñadores no disponen de los recursos necesarios para lanzar y comercializar sus creaciones. Es triste ver como al final tanto talento queda frustrado, relegado a apariciones en actos sociales que poco o nada tienen que ver con el desarrollo de un negocio.
¿Dirías que toda la moda es exportable?
Creo que no toda la moda debería exportarse. Solo debería serlo aquella capaz de mantener ciertos códigos reconocibles y unos matices culturales que la diferencien del resto de sus competidores.
Soy de los que creen que esas particularidades culturales no deben sacrificarse ni ser relegadas a un segundo plano. La moda debe ser una forma más de expresión; y ahí es donde está la ventaja competitiva. Eso sí, hay que evitar caer en el costumbrismo, y sobre todo aprender a manejar con maestría las connotaciones que hacen referencia a esa identidad cultural propia.
¿Existe el peligro de correr y apresurarse, de querer abrir mercados antes de que la firma este preparada para implantarse en ellos?
Muchas marcas se embarcan en la apertura de mercados sin estar preparadas, hasta que finalmente se encuentran con una serie de problemas que no habían previsto. Esto es muy peligroso, ya que produce un descrédito y una desconfianza entre los clientes que finalmente termina afectando a la credibilidad de la propia marca, mermando sus posibilidades de desarrollo a medio y largo plazo.
Abrir nuevos mercados es una decisión estratégica muy importante que no está exenta de riesgos, y es imprescindible ser conscientes de todo lo que implica. Hay que saber muy bien cuánto cuesta hacer una colección, aprender a racionalizar la compra de materiales, la confección y los servicios externos, si se van a poder respetar los tiempos de entrega, la calidad del producto y su precio, y aprender a coordinar las fases internas de producción con las subcontratadas. Y si hablamos de mercados como el estadounidense, tener muy en cuenta las tasas y transportes, que pueden llegar a suponer un incremento aproximado sobre el wholesale price del 23 por ciento. Son las firmas las que generalmente tienen que hacer frente a estos gastos, produciendo un grave problema de cash flow a la hora de realizar los envíos.
¿Con qué ventajas contáis en Sybilla para hacer frente a esta serie de riesgos?
Desde su creación Sybilla ha contado con un gran reconocimiento tanto nacional como internacional. Nuestra ventaja competitiva está sobre todo en nuestros diseños, tan fácilmente reconocibles y nada pretencioso. La simplicidad y pureza de nuestras líneas, junto a su complejo patronaje, han dado sentido y coherencia a la firma a lo largo de todos estos años.
También nos está ayudando la cuidada campaña de medios que estamos llevando a cabo, y que nos está permitiendo dar a conocer la marca en puntos muy diferentes de todo el mundo.
Quien visite vuestra página web todavía la verá “en construcción”. ¿Tenemos fecha?
Pronto empezaremos a desarrollar el lanzamiento de la web y del canal de e-commerce. Queremos hacerlo de una forma original. Al final, son las nuevas tecnologías y las redes sociales las que hoy juegan un papel fundamental en la difusión de las marcas. Las que nos permiten poder darnos a conocer en cualquier lugar del planeta.
Todo lo que necesitas saber de A. Javier Gómez Rivas
Desde el año 2015 A. Javier Gómez Rivas ocupa el puesto de Director de Operaciones de la emblemática “Sybilla”. Firma que dirige al lado de la reconocida diseñadora Sybilla Sorondo, administradora, directora artística y alma máter de la marca, y junto a Ana Gómez, responsable de la Dirección Financiera y de RRHH.
Para el conglomerado multinacional de origen francés ocupó distintas posiciones de relevancia dentro de Loewe, una de las marcas emblemáticas del grupo. Desde su incorporación en el año 89 hasta su marcha en 2015, afrontó de manera notable diferentes retos que le condujeron a asumir la dirección de la nueva fábrica textil de la firma en 2001, y a ser nombrado ‘Head of Development Man & Woman textile and Leather’ en 2007. Una prolongada etapa profesional durante la que también desarrolló colecciones cápsula para Givenchy, Louis Vuitton, Christian Lacroix o Kenzo; y en la que tuvo la oportunidad de trabajar de primera mano junto a talentos tan creativos como los de Cesare Fabbri, Narciso Rodríguez, José Enrique Oña Selfa, Jorge Vázquez, Stuart Vevers o J.W. Anderson.
Escrito por: Jaime Martinez
Fotos: Juan Gatti y Felix Valiente