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Las propuestas de Marc Puig para la reconstrucción: de limitar el efectivo al nombramiento de un “ministro especial”

Por Jaime Martinez

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Empresas

Madrid – Esta mañana arrancaba la sexta sesión de la cumbre empresarial “para la reconstrucción” organizada por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, CEOE. Jornada que se iniciaba con la mesa especialmente dedicada al sector del comercio, de la que finalmente se ha descolgado Víctor del Pozo, director ejecutivo de El Corte Inglés, y que se encargaba de inaugurar Marc Puig. Presidente del grupo empresarial Puig, principal accionista de firmas de moda como Paco Rabanne, Jean Paul Gaultier, Nina Ricci o Dries van Noten, y del Instituto de la Empresa Familiar IEF.

Tras su intervención, en la que además de hacer un repaso por la situación específica por la que atraviesa el Grupo Puig, una de las mayores multinacionales de los sectores de la moda y la perfumería, le han seguido las participaciones de Fuencisla Clemares, directora general de Google España; la de Pedro Campo, presidente la Confederación española de comercio CEC; la de Aurelio del Pino, presidente de Aces; la del Alfonso Merry del Val, presidente de la Asociación nacional de grandes empresas de la distribución; y la de Antonio Garrigues Walker, en su calidad de presidente de Asedas. Responsable de cerrar esta primera sesión del día de hoy, a la que han sucedido las mesas sobre “Asesoramiento y Estrategia” y sobre “Sanidad”.

Una crisis de unas consecuencias imprevisibles

La jornada arranca así con una breve presentación llevada a cargo por Antonio Garamendi, actual presidente de la CEOE. Quien no dudaba en alabar el papel de multinacional y líder de su sector desempeñado por el grupo Puig. Una empresa “familiar dedicada a la moda y a la belleza, que con esfuerzo y perseverancia es a día de hoy, después de 3 generaciones, una empresa global” de la que “los españoles nos deberíamos de sentir terriblemente orgullosos”. Y que desde su sede en Barcelona, con filiales en 26 países, oficinas regionales en otros 25 y distribuyendo sus productos por más de 150 mercados del mundo, no ha obviado sus compromisos sociales durante esta terrible pandemia, dedicando parte de su músculo productivo a fabricar esos geles hidroalcohólicos “tan necesarios en estos momentos”.

Hechas ya las presentaciones, Marc Puig arrancaba su alocución subrayando la importancia “del momento en que vivimos y de la trascendencia y la relevancia” que los planes que se diseñen a partir de ahora tendrán de cara al futuro. “Sabemos que es de consecuencias desconocidas”, apuntaba en relación a los efectos de esta pandemia por coronavirus; y de ahí la importancia de “saber canalizar todos los recursos y todos los mecanismos, para que el máximo de empresas puedan sobrevivir”. Ya que “si no lo hacemos bien, muchas empresas que no tienen por qué desaparecer desaparecerán, y entonces la crisis será mucho más aguda, y la recuperación mucho más lenta”.

En ese sentido, “es crítico que no tengamos recaídas” y se adopten “medidas como las que ha tomado el Gobierno alemán recientemente, con la aplicación vía bluetooth”, y que “deberían ser estudiadas por nuestro Gobierno y los gobiernos de nuestro entorno a nivel europeo, para limitar los riesgos de la movilidad entre estados”. Recomendando del mismo modo la continuación de “las medidas de distanciamiento y el control de los brotes”. Ya que “si vienen un nuevo periodo de confinamiento, las consecuencias serían desastrosas y hay que evitarlo a toda costa”.

La necesidad de atajar el problema de un paro estructural

En relación a las circunstancias con las que España se enfrenta a esta nueva crisis, “deberíamos preguntarnos como sociedad por qué llevamos tantos años a la cabeza de los países con más paro de Europa”, subrayaba Puig. “Es cierto que salimos rápido de la anterior crisis”, añadía, “pero no hemos dejado de ser el farolillo rojo del paro prácticamente de entre todos los países europeos”.

Ante esta realidad, el directivo apunta a que “sin un tejido empresarial competitivo, sin unas condiciones que inviten a la gente a querer emprender, a las pequeñas empresas a crecer, a las medianas y grandes a seguir creciendo, no tendremos la posibilidad de mejorar este nivel de paro, a todas luces, inaceptable”. Un punto en el que no apunta tanto a la competitividad y la productividad de las empresas españolas, sino al hecho de que sean las de mayor tamaño las que ofrecen un mayor índice en estos aspectos frente a las pequeñas y medianas empresas, como habría demostrado un reciente estudio comparativo de la productividad entre las empresas alemanas y españolas.

Siendo así, “quizás deberíamos preguntarnos por qué seguimos posicionados en rankings de competitividad a nivel mundial tan bajos” y “por qué no nos tomamos en serio establecer las condiciones para que España sea un país en el que se facilite la creación de empresas y se incentive su crecimiento”. Siendo quizás ahora “un buen momento para planteárnoslo en serio”.

Defensa de unos ERTES más flexibles y de nuevos mecanismos de apoyo financiero para las empresas

En cuanto a las medidas que a nivel económico se han ido adoptado a la luz de esta pandemia, el presidente de Puig resalta la “gran contribución del mecanismo de los ERTES”, “sin los cuales habría habido muchos más ERES”. Apuntando en la misma dirección que los principales máximos ejecutivos del país, a mantenerlos y a que “No estropeemos lo que funciona”, pero “no nos quedemos ahí”, añadía. Defendiendo a continuación la necesidad de desarrollar “un mecanismo de ERTES más flexible y ágil que permita a las empresas una mejor capacidad de adaptación a los cambios de la demanda y evitar así el recurso al desempleo permanente”.

En cuanto a las puertas abiertas a nuevos canales de financiación, Puig destacaba el papel de los créditos avalados por el ICO. “Sin embargo hay muchas empresas viables, que ante la caída de la demanda están teniendo sus problemas de liquidez, que se transforman en problemas de solvencia y supervivencia”, por lo que "hay que pensar en nuevos mecanismos para ayudar a la capacidad financiera de las empresas, que permita a las que son viables superar este periodo”.

Limitar el uso del papel moneda para atajar la economía sumergida

“Tenemos una responsabilidad con la siguiente generación, respecto al nivel de deuda que acareará esta crisis. No podemos gastarnos todos los recursos y dejarles solo deudas que afrontar”. Por ello Puig defiende “el necesario control del déficit y la deuda pública. “Las empresas estamos sometidas constantemente a la competencia doméstica e internacional” y “los servicios públicos también deberían estar sometidos a su fiscalización”.

En este mismo aspecto, el directivo señala como uno de los principales problemas de España en relación con sus vecinos europeos, a “la magnitud de su economía sumergida”. Para lo que propone, en una postura mucho más controvertida, el reducirla recurriendo para ello limitando el uso del papel moneda. “Reduzcámosla de una vez, reduciendo por ejemplo el uso del papel moneda. Que se fomente el uso digital del dinero, y no pongamos todos los esfuerzos en aumentar los impuestos de los que ya los pagan”.

“En este sentido”, añadía, “debemos ser prudentes, pues muchas empresas están sometidas a la competencia internacional, y no podemos poner más cargas a las mismas cuando los comparamos a otros países, o nuestra capacidad para ser competitivos en lugar de converger, divergirá”. Para lo que ponía como ejemplo al mismo sector de la perfumería y la cosmética en el que se encuentra especializado, y en el que España se sitúa en el “Top10” mundial en exportaciones. “Más que otros sectores que suenan más, como el calzado, el vino o el aceite”. En este sector, “nosotros competimos con grupos multinacionales, y no pedimos nada a la administración, solo que tengamos un terreno de juego fiscal neutro. O corremos el riesgo de seguir viendo empresas cuyo centro de decisión se traslada al extranjero”.

Nuevas formulas para un sistema capitalista en crisis

De manera más urgente, con la mirada puesta en el medio plazo, Puig apuntaba a la crisis del modelo capitalista que puede agudizarse tras la llegada de esta nueva crisis. “Somos conscientes”; indicaba, “de que el modelo capitalista ha traído paz, prosperidad y progreso tecnológico a lo largo de estos 50 años reduciendo la pobreza e incrementando el nivel de vida en todo el mundo”, pero “también es verdad que en la última década, y fruto de la anterior crisis financiera mundial, el modelo está en cuestión”. “¿Qué ocurrirá una vez superemos la crisis en la que estamos implicados ahora, si fruto de la anterior ya surgieron críticas al sistema? ¿Cómo va a ir evolucionando este tipo de pensamientos?”, se preguntaba el directivo.

En este punto, como alternativa avanzaba a un profundo cambio en el modelo empresarial de las propias compañías. Que deberían quizás seguir esa nueva línea en la que, frente al “dogma instaurado en los 70” que apuntaba a que “el objetivo último de la empresa es la maximización del valor para el accionista, se defiende el “situar al accionista a un nivel similar de los trabajadores, los clientes, los proveedores, la comunidad en la que operan y el medio ambiente”. “La empresa debe crear simultáneamente prosperidad económica y valor social”, explica Puig, al tiempo que apuntaba a que “cuando salgamos de esta crisis, y las crisis sirven para cambiar esquemas, aquellas que hayan sabido hacerlo adelantándose a los tiempos serán las que saldrán reforzadas”. Por tanto, “incentivemos a que estos cambios se produzcan”.

Nombramiento de un ministro especial “con poderes” para la reconstrucción

Aterrizando ya en el corto plazo, frente a “una crisis sin precedentes, ante la que ningún gobierno estaba preparado”, Puig destaca que "España ha hecho los deberes”. Llegando ahora el momento de “gestionar las consecuencias económicas y los planes para salir exitosos”.

Ante esta situación de urgencia, el presidente de Puig señala que “todos los países de nuestro entorno están enfrentándose al mismo dilema”, así que “aprendamos de los que han encontrado un camino”, como “Alemania, Austria, Francia” y “en menor medida Italia”. “Estamos a tiempo todavía”. Destacando que de todas las medidas adoptadas, “una opción que ha funcionado ha sido la de nombrar un ministro con poderes que se rodee de los mejores, que incluya al tejido empresarial y sea el que diseñe, en unas semanas, un plan de salida de la crisis que se nutra de las conclusiones de la Comisión Parlamentaria para la reconstrucción” en coordinación “con los interlocutores sociales”. “Es la colaboración publico-privada la que nos ayudará a salir de esta crisis airosos”.

Llamamiento al consenso

Ampliando estas solicitudes, Puig hacía un llamamiento además de al Gobierno, a la oposición. Indicando que “en momentos de crisis como este, la sociedad demanda que sus políticos remen en la misma dirección”. “Nos llena de optimo oír que el primer partido de la oposición está abierto a colaborar en temas de sanidad y economía, y de esta manera asegurar que los recursos que llegarán de Europa, que son extraordinarios en su montante, y no podemos pensar que se van a repetir, se utilicen de la mejor forma para resarcir las consecuencias de esta pandemia”.

Queriendo terminar su intervención con un mensaje dirigido a la sociedad española, a la que señala que “por muchos recursos que vengan de Europa, y por mucho que se aumenten los impuestos, no nos equivoquemos, no podremos mantener un estado del bienestar como el que a todos aspiramos si no conseguimos que se destruya el mínimo número de empresas posible” y “si no se canalizan suficientes recursos a recomponer el tejido empresarial”. “Aprendamos de las soluciones que ya han adoptado otros países de nuestro entorno” y “que no se tome esta reunión empresarial como un golpe de fuerza de la empresa española. Es más bien una llamada de socorro”.

Puig frente al coronavirus

Durante estos últimos meses de pandemia, el Grupo Puig ha logrado sellar la compra de una participación mayoritaria de la británica “Charlotte Tilbury”, en lo que supone la operación de mayor envergadura en la historia de la compañía. Y ello a pesar de haber experimentado una caída de ventas del 87 por ciento durante el mes de abril y de un 75 por ciento en el mes de mayo; y con cerca del 50 por ciento de sus empleados beneficiándose de “algún tipo de programa de apoyo” en algunos de los países en los que se encuentra presente, y el otro 50 por ciento en modalidad de teletrabajo.

Unos duros meses para la compañía, en los que todas sus fábricas se han mantenido cerradas a excepción de una, que la multinacional readaptó a la producción de geles hidroalcohólicos. Productos que, como se ha encargado de apuntar el propio Marc Puig, “facilitamos al ministerio de Sanidad sin cargo”.

Photo Credits: Instituto de la Empresa Familiar, fotografía de archivo. / CEOE, sexta jornada de la cumbre “Empresas españolas liderando el futuro”.

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