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Greenpeace encuentra en productos de Shein químicos peligrosos que infringen la normativa Europea

Por Alicia Reyes Sarmiento

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Empresas|INFORME
Imagen de archivo: Shein, Evolushein

Con el Black Friday a la vuelta de la esquina y la web de Shein preparada para la ocasión rebosante de ofertas, Greenpeace le toma un pulso a la multinacional china del fast fashion analizando algunas de las más de 500 prendas que a diario se actualizan en la plataforma.

Según este informe, liderado por Greenpeace Alemania, pero que ha analizado un total de 42 artículos tanto de prendas como de calzado para hombres, mujeres, niños y bebés, de las páginas web para España, Austria, Alemania, Italia y Suiza, y cinco artículos de su pop-up en Múnich (Alemania), “la marca de moda ultrarrápida Shein tiene un modelo de negocios basado en químicos peligrosos y destrucción ambiental”.

Los resultados exponen niveles muy altos de ftalatos en los zapatos y formaldehído en las prendas infantiles, sustancias que además de violar las normas ambientales de la UE sobre productos químicos, ponen en peligro la salud de los consumidores y de las personas que trabajan produciendo las prendas.

Un 15 por ciento superaba los límites reglamentarios

Los productos, sobre los que no se han dado más detalles, fueron adquiridos a través de las distintas páginas web oficiales de Shein fueron enviados para su análisis químico al laboratorio independiente BUI, que forma parte del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad McGill y del Centro de Investigación de Microscopía Electrónica.

Tras analizar en profundidad su composición, se encontró que el 15 por ciento de ellos contenían sustancias químicas peligrosas que superaban los límites reglamentarios de la Unión Europea, algunos de ellos incluso en un 100 por ciento.

Con esto, Greenpeace quiere advertir sobre el hecho de que muchas empresas de moda radicadas fuera de la Unión Europea (UE) no cumplen con el reglamento sobre sustancias químicas peligrosas en productos importados (Reglamento REACH), que establecen límites de concentración estrictos.

"Shein se dedica a proporcionar siempre a los consumidores productos seguros y fiables"

Desde FashionUnited nos hemos puesto en contacto con Shein desde donde nos dicen tomarse "muy en serio la seguridad de los productos" asegurando que sus proveedores "están obligados a cumplir los controles y normas que hemos establecido, incluidas las listas de control de productos químicos y las normas que se ajustan al reglamento europeo REACH, así como a la CPSIA, la CPSA y la CA65 de los Estados Unidos, entre otros reglamentos".

"Trabajamos estrechamente con agencias internacionales de pruebas de terceros, como Intertek, SGS, BV y TUV, para llevar a cabo regularmente pruebas que garanticen el cumplimiento de nuestras normas de seguridad de los productos por parte de los proveedores. En el último año, hemos realizado más de 300.000 pruebas de seguridad química con estas agencias".

"Al tener conocimiento de cualquier reclamación contra nuestros productos, retiramos inmediatamente el producto o productos de nuestras instalaciones como medida de precaución mientras realizamos nuestras investigaciones. Si se verifica el incumplimiento, no dudaremos en tomar las medidas de seguimiento adecuadas con el proveedor de dicho producto", es por ello, que basándose en la información recogida por Greenpeace dicen haber "retirado inmediatamente los productos mencionados a la espera de la investigación".

Y terminan la declaración exponiendo que "Shein se dedica a proporcionar siempre a los consumidores productos seguros y fiables".

Un vacío legal que se llena de químicos

Hasta hace poco, los límites estrictos del reglamento REACH sobre sustancias químicas peligrosas tenían un vacío legal que excluía de estos requisitos a los productos importados.

La campaña Detox My Fashion de Greenpeace, que demostró cómo el uso de productos químicos tóxicos por parte de los proveedores textiles en los países del Sur Global también conducía a la contaminación del agua en la Unión Europea, consiguió entonces un cambio en la legislación.

Es por ello que Greenpeace pide ahora “a la UE que haga cumplir sus leyes sobre productos químicos peligrosos”, puesto que “son un requisito básico para lograr una economía textil circular y el fin de la moda rápida”, como se establece en la propia Estrategia Textil de la UE.

”Las trabajadoras de los proveedores de Shein, las personas de las comunidades aledañas a estas fábricas y el medio ambiente en China son las que sufren las peores consecuencias del uso de estas sustancias químicas”

Celia Ojeda.

Además, en nombre de Greenpeace, Celia Ojeda explica que “las propuestas de la UE también deben abordar el sistema inhumano de explotación y destrucción que usa la moda ultrarrápida” pues “no debería tener cabida en ninguna industria en el siglo XXI” y hace responsables a las empresas de la explotación ambiental y social en sus cadenas de suministro y el impacto de los residuos de la moda.

“Esto también debe abordarse con urgencia a través de un tratado global, similar al Tratado Internacional contra la contaminación por plásticos de la UNEA (Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en sus siglas en inglés) que se está discutiendo actualmente, para finalmente abordar la huella de carbono gigante que produce la industria de la moda”, termina Ojeda Martínez.

Un modelo de negocio totalmente incompatible con el futuro del planeta

“En esencia, el modelo de negocio lineal de la ‘fast fashion’ es totalmente incompatible con un futuro respetuoso con el planeta, pero el surgimiento de la moda ultrarrápida o ‘ultra fast fashion’ liderado por Shein está acelerando aún más la catástrofe climática y ambiental y debe detenerse en seco mediante una legislación vinculante”, expone Celia Ojeda, responsable de biodiversidad en Greenpeace.

En los últimos años, Shein ha crecido exponencialmente mediante la comercialización diaria de la gran cantidad de prendas que son capaces de producir en menos de una semana a través de una red de hasta miles de proveedores en China.

Su nuevo modelo de negocio de moda ultrarrápida lleva aún más lejos los extremos del consumo excesivo en su creación de residuos textiles y frecuentes informes de explotación de los trabajadores y el medio ambiente en su cadena de suministro.

“El cambio pasa por primar alternativas de economía circular frente a la compra de productos nuevos”

Celia Ojeda.

La industria textil y de la confección se destaca como la segunda más contaminante de las existentes. Concretamente el modelo de negocio de la moda rápida, que domina en cantidad el consumo actual, es conocido por los enormes volúmenes de ropa a base de fibras sintéticas procedentes del petróleo (como el acrílico, nylon o el poliéster) que se producen, la velocidad con la que se comercializan y las historias de impactos ambientales y sociales descomunales que generan.

Menos del 1 por ciento de los textiles están hechos de textiles reciclados, pero cada segundo un camión cargado de ropa termina tirándola en un vertedero o llevándola a una incineradora.

El ritmo, cada vez más vertiginoso, al que evoluciona la moda rápida, que la ha llevado a adoptar el nombre incluso de “ultra rápida” no hace sino empeorar las cifras a las que la segunda mano o las propuestas más sostenibles, no pueden hacer frente.

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