Del “near shoring” a ampliar la vida útil de las prendas: salidas y retos de la industria de la moda para ser más plenamente sostenible
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Madrid – A medida que se incrementa la demanda de los consumidores de moda por productos más sostenibles y comprometidos hacia el entorno, se está generando un mismo aumento de las distintas normativas, tanto propias de las empresas como de las impulsadas por los distintos organizamos internacionales, como pueden ser la Unión Europa o la ONU, encaminadas a dirigir a la industria hacia unos nuevos modelos de producción más circulares y medioambientalmente eficientes. Una nueva realidad que esta haciendo que la visibilidad de las iniciativas emprendidas por los grupos industriales, o que su firme cumplimiento de normas como la ISO 26000, una de las principales en materia medioambiental a la que buscan dar respuesta las distintas organizaciones, comiencen a mostrarse como insuficientes ante los nuevos retos que se le presentan al sector. Dada la garantía, cada vez más cierta, de que todas aquellas empresas que busquen garantizar ya no solamente su crecimiento, sino su propia supervivencia, deberán de ser capaces de ajustar sus estructuras hacia un nuevo modelo de prácticas más sostenibles, y no por ello carentes de riesgos.
“La presión sobre la industria de la moda para trabajar bajo prácticas más sostenibles está creciendo a pasos agigantados”, forzándola a “implementar un cambio radical para mejorar sus credenciales ambientales”, explica a FashionUnited José Velázquez, director general para Iberia de la tecnológica especializada en soluciones de software para empresas Infor. Siendo a este respecto “un factor que está acelerando esta necesidad de cambio” el aumento que sigue dándose en el ámbito de “de la moda rápida”. Un sector que “ha visto un crecimiento de un 400 por ciento en la cantidad de prendas nuevas consumidas cada año”, y sobre el que hay “investigaciones que demuestran que la mitad” de toda esa ropa ligada al modelo del “fast fashion” se “desecha en los 12 meses posteriores” a su compra.
Visión 360
Entre los principales retos que Velázquez nos apunta que deberán hacer frente las empresas de la moda, estaría en primer lugar el deber de las compañías de romper sus limitaciones tradicionales para implementar una visión de “360 grados” sobre todo su modelo de negocio.
“Muchos negocios de la industria de la moda han capitalizado las capacidades de las soluciones de ERP y PLM modernas para garantizar la visibilidad” de sus acciones, “poder reducir la cantidad de recursos consumidos” o “minimizar los residuos”, señala el director general de Infor. “Al garantizar una mayor precisión y mayores niveles de eficiencia, desde el diseño hasta el envío, todo el ciclo de vida del producto se puede sincronizar para crear un perfil de todas y cada una de las prendas”. Algo más que positivo, pero que “sin embargo” se mostrarían como unas medidas incompletas. “El cambio necesario para crear un negocio verdaderamente sostenible”, subraya Velázquez, implica tener en cuenta “la selección de materiales, las condiciones de trabajo y el transporte”, pero también “requiere que los profesionales de la moda” consigan “alcanzar esta visibilidad y transparencia” en “todas las operaciones”, y “bastante más allá”. “Reducir las ineficiencias, los residuos y la contaminación requiere cambios fundamentales en los mercados, las operaciones, la cultura y la cadena de suministro”, y para ello “se tienen que reconsiderar todos los procesos, desde el diseño del producto hasta las ubicaciones de la fabricación y el transporte. Y si bien los estándares aportan un valor sustancial como guía de mejores prácticas, son solo una pieza del rompecabezas”.
Hacia una huella de carbono neutral
En el objetivo de hacer de las empresas compañías que garanticen la cero emisión de gases de efecto invernadero, el directivo de Infor destaca el papel fundamental que juegan las cadenas de suministros de las empresas. Una pata de sus estructuras que habitualmente tiende a pasarse por alto, en una situación que terminará por revertir, en el mercado europeo, la inminente nueva normativa en materia de diligencia debida.
“Cuando se trata de la cadena de suministro”, nos explica Velázquez, “estas suelen albergar ineficacias notorias si se gestionan mal, y frente a la obligación de reducir la huella de carbono, un fallo en el rendimiento de la cadena de suministro impediría el progreso general” de la compañía. Por esa razón “comprender la dinámica precisa de la cadena de suministro y tener la visibilidad necesaria para controlar y ajustar áreas y procesos es crucial”, sobre todo “porque a la vez hay que ir dando visibilidad y demostrándoselo a los reguladores, socios y clientes”.
Los riesgos de la producción en proximidad
Un de los hechos más llamativos, e inmediatos, que dejó consigo el arranque de esta pandemia por coronavirus, fue la extrema debilidad con la que se mostraron las estructuras productivas de las empresas a la hora de dar respuesta a las necesidades de los clientes en mercados como los europeos y el norteamericano. Una situación a la que se llegaba tras largos años de unas deslocalizaciones que habían terminado por desarmar la fuerza productiva de sus estructuras en sus principales mercados comerciales, y que llegó a generar una creciente gran alarma ante el riesgo continuo de desabastecimiento. Una problemática ante la que han sido distintas las compañías que han apostado por variar y sumarse a los nuevos modelos de producción en proximidad. Un sistema que si bien resulta más sostenibles, puesto que permiten reducir la huella de carbono de los productos, no deja de entrañar sus propios inconvenientes, principalmente en materia de rentabilidad hacia las empresas.
“Impulsados por la exigencia en los plazos de entrega cada vez más cortos, muchos fabricantes de la moda están revisando el impacto y el riesgo asociado a los productos que recorren cientos de kilómetros hasta llegar al consumidor”. “Sin embargo”, nos explica Velázquez, “trasladar la fabricación a un lugar más cercano tiene importantes implicaciones regulatorias, ya que las empresas no pueden aprovechar las ventajas de los territorios en los que las reglas son más relajadas, sino que están sujetas a marcos locales más estrictos”. Frente a esos riesgos, se hace fundamental poder reunir “los datos de toda la cadena de suministro en una plataforma centralizada, tanto desde una perspectiva física como financiera”. Lo que “puede permitir una planificación, ejecución y contabilidad avanzadas”, a través de un sistema capaz de informar “de manera inteligente de las decisiones y las respuestas a los numerosos cambios a los que está sujeta una cadena de suministro todos los días”, logrando ofrecer desde “una mayor precisión en las previsiones para minimizar el exceso de producción”, hasta alienar “la oferta y la demanda lo máximo posible para reducir sustancialmente el consumo de recursos y los residuos”.
Alargar la vida útil de las prendas
Lejos de limitarse a la fabricación de productos de las más altas prestaciones que se ajusten, en el mayor rango posible, a la relación calidad/precio que defienden desde la compañía, ahora, de la mano de este creciente interés por la sostenibilidad, los consumidores también exigen a las empresas que den respuesta a unos factores, hasta ahora, exclusivamente ligados a su política corporativa. Que salta de este modo a su línea de producción, marcando como determinantes tanto la materialidad de sus productos, como la manera en la que la compañía es capaz de alargar su vida útil o de gestionarlos, como residuos, una vez que esta llega a su fin.
“Los consumidores evalúan cada vez más las marcas en función de sus credenciales éticas, y la capacidad de ofrecer una visibilidad completa del ciclo de vida de un producto representa un medio de conexión con la marca y de diferenciación en el mercado”. Así pues, ahora “los consumidores no solo quieren saber lo que compran desde una perspectiva estética y de calidad, sino también si se puede rediseñar, reparar o reciclar para completar el ciclo de vida y reducir los residuos”.
Como consecuencia de este cambio significativo en la visión de los consumidores, añade Velázquez, “las empresas de moda con visión de futuro deberán apropiarse de esta parte del ciclo de vida para mantener la credibilidad y las mejores prácticas, y ampliar su cuota de mercado en el futuro”. “Esto significa adoptar un enfoque similar al de la industria alimentaria”, describe, “mediante el cual cada aspecto del producto se puede rastrear con un simple código de barras o etiqueta RFID”. Una tecnología que ya han comenzado a implementar diferentes empresas del sector, y que permite hacer un seguimiento de las prendas a lo largo de todo su proceso de diseño y fases de fabricación, hasta su “envío a su destino final”.
La digitalización del sector, la piedra angular para su transformación
Sobrevolando sobre todas estas oportunidades/retos que se le presentan al sector en su camino hacia la construcción de una nueva industria de la moda más plenamente circular y sostenible, encontraríamos la creciente, e inequívoca, digitalización de las empresas. Un aspecto que es habitual que suela limitarse a la optimización de los procesos de venta, pero que como nos ha venido remarcando José Velázquez, se sitúa como la piedra angular de una nueva industria que debe ser capaz de controlar todos los recursos y residuos que genere y que consuma, con el fin último de ajustarlos lo máximo posible a lo más mínimamente indispensable.
“A medida que la industria de la moda contempla un futuro centrado en la responsabilidad hacia las comunidades en las que opera y una menor huella de carbono”, añade el director general para Iberia de Infor, “no tiene más remedio que adoptar una mayor digitalización como medio para volverse más sostenible y ser plenamente responsable en su compromiso con esta transformación tan necesaria”. No obstante, “la buena noticia es que las empresas de moda están muy acostumbradas al cambio, después de haber visto su industria transformarse exponencialmente durante la última década”. Es por ello que, “acostumbradas a la falta de previsibilidad, los cambios continuos en la demanda de los consumidores y la disrupción”, el sector “se ha vuelto muy flexible y ágil, convirtiéndose en uno de los sectores con mayor conocimiento digital”. “En este contexto”, y a pesar de que “no es un problema que pueda resolverse de la noche a la mañana”, apostilla Velázquez, el sector “está muy bien situado para evolucionar y crear una industria eminentemente sostenible” y capaz de “servir a las generaciones futuras” y a sus necesidades.