El catolicismo imaginado por los modistas se exhibe en Nueva York
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Estas no son las típicas prendas religiosas. Mantos papales bordados que inspiran una obra maestra de John Galliano para Dior, la armadura de Juana de Arco reimaginada como un corsé por Jean Paul Gaultier o el hábito de un monje convertido en un vestido de noche por Valentino.
Hay muchas tiaras en la exposición más esperada de esta primavera boreal en Nueva York: "Cuerpos Celestiales: la moda y la imaginación católica", que sorpresivamente ha despertado pocas protestas de los conservadores religiosos. La muestra, que se abrió al público el jueves y la más grande del Museo Metropolitano de Arte, explora cómo las casas de moda legendarias se han inspirado en la imaginería, prendas y creencias de la Iglesia católica durante los siglo XX y XXI. Pero si alguien esperaba que se pusiera el grito en el cielo -incluso en la ultraliberal Nueva York donde los católicos son el grupo religioso dominante-, el Vaticano dio su sello de aprobación, incluso prestando 40 objetos eclesiásticos de la sacristía de la Capilla Sixtina. El propio cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, asistió a la gala del Met para inaugurar la exposición, mezclándose con celebridades que mostraban la piel en escandalosos vestidos inspirados en el imaginario católico.
"Se estarán preguntando '¿qué hace la Iglesia aquí?' Es porque la Iglesia y la imaginación católica, el tema de esta exposición, se resumen en tres cosas: verdad, bondad y belleza", dijo a periodistas en el evento. La exposición, que estará abierta hasta el 8 de octubre, se expande por 25 galerías ubicadas en la sede principal del museo en la Quinta Avenida y en los "Cloisters" (Claustros), el anexo dedicado al arte medieval -al extremo norte de Manhattan-. "Está basada en el concepto y experiencia del peregrinaje", dijo a AFP Andrew Bolton, curador en el Instituto de Vestimenta del Met. "En cierta manera, es un diálogo entre arte y moda", afirmó. Los vestidos son exhibidos en las alas Bizantina y Medieval, y en la arquitectura monástica de los Claustros: un guiño a la procedencia de los atuendos y un mensaje, que la moda es, después de todo, arte.
Provocación, nostalgia
"Muchos de los diseñadores ya no practican (su religión), pero sin embargo la idea del catolicismo ha tenido un gran impacto en su imaginación", dijo Bolton. "A veces es provocación, a veces es adulación, otras veces solo nostalgia por un momento en su infancia". Hay virginales vestidos de novia de Chanel, Balenciaga y Dior, chaquetas de cuentas y crucifijos de Gianni Versace que imitan mosaicos, un extravagante ángel alado de Alexander McQueen y un conjunto brocado de seda de Yves Saint Laurent hecho para cubrir una estatua de la Virgen en una iglesia parisina.
Y aún así, son los objetos del Vaticano los que deslumbran: mantos bordados a mano que parecen sacados de un taller de alta costura y mitras papales decoradas con joyas tan vistosas que serían el encanto de cualquier celebridad del momento obsesionada con la moda. Por ejemplo, la tiara obsequiada por la reina Isabel II de España a Pio IV en el siglo XIX: un tejido de plata con hilos dorados, adornado con 19.000 piedras preciosas, la mayoría diamantes.
Hicieron falta años y varios viajes a Roma para negociar el préstamo, según The New York Times. Muchas de las piezas no habían salido antes del Vaticano y pertenecen a más de 15 papados, el más antiguo es un manto usado por Benedicto XIV, papa de 1740 a 1758, y el último par de zapatos rojos de Juan Pablo II. "Aunque algunos pueden mirar la moda como un anhelo frívolo, muy alejado de la santidad de la religión, la mayoría de los trajes usados por los cleros seculares y las órdenes religiosas (...) tienen sus orígenes en vestidos seculares", ha escrito Bolton.
Pero a pesar del visto bueno del Vaticano, el esplendor a la vista en el Met no puede estar más alejado de los principios de simpleza y austeridad proclamados por el papa Francisco. "Este no es un proceso en el que el papa se involucra o que tiene que dar su aprobación", dijo el portavoz del Vaticano Greg Burke, citado por The New York Times. (AFP)