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Un programa de moda ética de Naciones Unida cambia la vida de los pobres en África

Por Daniela Santos

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Moda

Las calles de lodo en los tugurios de Korogocho, en Kenia, se encuentran muy lejos de las tiendas de moda de París, Milán, Nueva York o Londres. Pero en un pequeño local con techo de chapa, se reúnen los trabajadores de comunidades muypobres para pegar botones y coser prendas para algunos de los diseñadores más top a nivel internacional, como parte de un proyecto de moda ética.

“Antes de este proyecto no podía mantener a mis hijos”, señala Lucy, sentada en un círculo de mujeres con agujas en mano que hábilmente cosen pedrería negra sobre una pieza de piel de color chocolate. “Pero ahora puedo educarles y darles cualquier cosa que necesiten” explicó esta madre de 30 años con cuatro niños a su cargo.

En Korogocho se producen accesorios que luego se venden en boutiques internacionales de alta gama, con el sello de Vivienne Westwood, Fendi y Stella McCartney. Es parte de la Iniciativa Moda Ética (EFI en su siglas en inglés), un proyecto construido sobre un modelo de beneficio mutuo que tiene como objetivo apoyar a las comunidades pobres, vinculándolos con las casas de moda y los distribuidores.

A estos trabajadores –miembros de la Asociación para el Trabajo Justo- les llevaría meses ganar lo suficiente para comprar alguno de los artículos de lujo que en las calles de las grandes ciudades de vendes por cientos de dólares.

Pero las condiciones de trabajo nada tienen que ver con las de las fábricas de explotación a las que recurren algunas marcas de moda. Se trata de un sistema respaldado por las Naciones Unidas con condiciones laborales dignas, formación y –tal vez el signo más visible de su éxito- gente haciendo cola para conseguir un puesto de trabajo.

“No es caridad, es trabajo”

Como parte de un proyecto conjunto entre Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, la iniciativa se ha expandido desde Kenia a Burkina Faso, Ghana y Haití, con la idea de expandirse al resto de África y llegar a Asia.

El programa ha reconfigurado la vida de las mujeres como Lucy quien desde los 16 años se había dedicado a la prostitución para sobrevivir. Con tres hijos propios, más su sobrino -su hermana murió de Sida- hace cinco años que Lucy comenzó a trabajar como costurera y ahora es supervisora. El año pasado se mudó con su familia a un barrio cercano a Korogocho, con las tasas de criminalidad más bajas.

De las más de 5.000 personas que participan en la iniciativa en Kenia, el 90 por ciento son mujeres. Para Arancha González, jefa del Centro de Comercio Internacional donde se ejecuta el proyecto, el programa ofrece una herramienta sostenible para mejorar la vida de las personas. “El comercio, las actividades económicas, los mercados, también pueden estar comprometidos con el desarrollo humano, con el desarrollo económico de las mujeres, con la reducción de la pobreza”, dice.

En una visita a los talleres en Nairobi, González dijo a AFP que el lema del proyecto es “no es caridad”. “Nosotros lo llamamos ética porque damos un trabajo decente, con unas condiciones de trabajo decentes”, agrega. “En primer lugar se da a las mujeres la dignidad”.

Una vida decente

Los trabajadores del programa utilizan materiales reciclables y energías amigables. Según González, para los diseñadores que trabajan con la EFI, la economía y la ética no tienen que ser mutuamente excluyentes. “Se trata de hacer dinero”, dijo. "Es posible obtener beneficios de una manera sostenible”.

Además de Vivienne Westwood, otras marcas que trabajan con el programa son Karen Walker, Sass & Bide, Stella Jean y United Arrows. Los centros de gestión de Nairobi, Accra y Port-au-Prince reciben encargos de los diseñadores, proporcionan capacitación y organizan la producción de bolsos, todos tipo de accesorios y tejidos.

“Hablamos de moda responsable como si fuese una cosa aparte, pero no lo es, la moda es todo”, comentó Simone Cipriani, asesor técnico del proyecto. “Aunque la moda pueda ser caprichosa, la calidad permanece”. Si se combinan habilidades como la costura y el bordado con firmas de moda de primera gama, Ethical Fashion cree que puede crear productos que sean tan hermosos como significativos.

“No estamos hablando de cosas que uno compra porque tiene sentimiento de culpa”, añade Cipriano. “Hablamos de cosas que se compran porque son realmente hermosas y que además tienen una historia muy positiva detrás, la historia de personas que tiene un trabajo decente gracias a esto, personas que tienen una nueva vida”. (AFP)

Fotos: Trabajadores del programa Iniciativa Moda Ética

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