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Tóxicos textiles: El poliéster en la moda y sus efectos

Por Alicia Carrasco Rozas

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Moda

Hace tan solo unas semanas nos sorprendía la noticia en La Vanguardia sobre los resultados publicados en un estudio reciente del Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) donde se analizaron 150 prendas de diferentes orígenes y marcas para identificar los materiales que componen la ropa que usamos día a día. Los hallazgos fueron preocupantes: se encontró que algunas piezas contenían amonio, cromo, cobre e incluso nanopartículas de plata que causan irritaciones en la piel, alergias, infecciones, etc. En algunos casos incluso estas partículas pueden ser absorbidas por el organismo causando problemas en el aparato reproductor, en el tracto gastrointestinal y en peores casos causar hasta cáncer.

Una realidad cuanto menos inquietante si pensamos que hoy en día la gran mayoría de prendas que vestimos contienen en mayor o menor medida poliéster. Un material que se ha usado ampliamente desde el siglo XX formando parte de nuestras vidas más de lo que nos imaginamos y del que realmente conocemos bien poco. Hoy nos disponemos a investigar un poco más allá, para esclarecer qué es realmente el poliéster y cuáles son las consecuencias de su uso diario.

El poliéster y sus implicaciones

El poliéster, descubierto en 1914, es una resina plástica subproducto del petróleo. La variante más conocida del poliéster es el PET que es el resultado de polimerizar componentes para obtener fibras y crear telas, muchas de las que se conocen hoy en día. Entre las propiedades del poliéster como textil están: ligereza, coste económico, elasticidad, resistencia a la decoloración, de secado rápido y sin arrugas además que combina fácilmente con otros textiles. También posee sus desventajas entre ellas que es una tela con poca ventilación para la piel (provocando sudor), dañina para la piel delicada (debido a los químicos utilizados) y por supuesto, sus residuos son dañinos para el medio ambiente según la marca sostenible Siizu y otros estudios publicados.

Crear poliéster implica un uso de grandes cantidades de petróleo, microplásticos que no son biodegradables y que contaminan océanos y tierras. Según un artículo publicado en Forbes - que cita un estudio de World Resources Institute- el poliéster de textiles generó solo en 2015 1.5 trillones de libras cúbicas de gases de invernadero y a pesar de ello es ahora uno de los materiales más utilizados para textiles y otros elementos debido a su bajo coste y de fácil manipulación a diferencia del algodón. Y es que solo entre 1980 y 2007 el poliéster producido anualmente incrementó de 5.8 millones de toneladas a 34 millones de toneladas de acuerdo a un estudia de Tecnon Orbichem. De seguir a este ritmo las cantidades son alarmantes proyectadas al año 2025 donde se estima que la producción se triplique a 99.8 millones de toneladas. Con estos datos es imposible no preguntarse ¿A qué se debe dicha producción incontrolable? Básicamente a la demanda de ropa que sigue creciendo y, que a pesar que los avances científicos que ayudan a la producción de algodón y nuevas fibras, esto no llega a competir aún contra el poliéster.

En el estudio con el que abríamos el artículo, publicado recientemente, por El Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) se ha comprobado finalmente los riesgos del uso de este material. En el análisis de las prendas se encontraron diferentes metales que son los causantes de irritaciones en la piel, alergias, infecciones e incluso enfermedades más graves relacionadas con el aparato reproductor, el tracto gastrointestinal, etc. Joaquim Rovira, miembro del TecnATox explicó que los hallazgos de antimonio en la mayor parte de las prendas se debe a que este químico se usa como catalizador de fibras de poliéster. Se comprobó además que los textiles poseen tóxicos con niveles superiores a lo permitido por la Unión Europea. Rovira explicó al periódico La Vanguardia que esto se debe “quizá porque la tela con que se confeccionaron había estado fabricada previamente fuera (de estos países)”. Y en la mayoría de esos casos es así.

Una gran parte de textiles en la actualidad son fabricados en China que es el mayor productor y el mayor comprador de algodón en todo el mundo, según la revista Quartz. El país asiático además es uno de los mayores productores de textiles artificiales que van ganando la batalla al algodón debido a la escasez de este último en el mercado mundial. Debido a ello la mayor parte de compañías y marcas optan por el poliéster que además compran en grandes cantidades anticipándose a cada temporada.

Las alternativas

Frente a esta situación poco alentadora, sí que es cierto que desde hace unos años ha ido tomando fuerza cada vez más un movimiento de moda sostenible a nivel mundial que reclama una forma de producir textiles que sea responsable no solo medioambientalmente hablando sino también a nivel social, teniendo en cuenta la salud de las personas.

Esta filosofía sostenible ligada a la industria textil se rige pues bajo ciertos principios como por ejemplo el uso algodón orgánico (libre de pesticidas y colorantes sintéticos); evitar el uso de materiales anti arrugas, anti bacteriales, anti encogido, anti olor y anti manchas ya que poseen químicos cuyos efectos en humanos no se han estudiado; que ayuden al desarrollo de los y las artesanos y emprendedores locales y sobre todo, evitar el poliéster y el nylon que desde muchos aspectos contribuyen al calentamiento global, entre otros efectos que ya hemos visto.

Por suerte, aunque a paso lento, cada vez más existen marcas que trabajan hacia esta dirección de sostenibilidad y responsabilidad eliminando materias primas tóxicas como el poliéster de sus producciones. Entre las marcas más internacionales y distinguidas por esta labor se encuentra Stella McCartney que ha ayudado a desarrollar nuevos métodos de reciclaje y fabricación de textiles y otras materias primas. En este sentido, poco a poco estos últimos años se han trabajado novedosos y auténticos materiales que sustituyen cueros, seda y otros tejidos. Por ejemplo, MycoWorks usa hongos para crear cueros, lo mismo que Ananas Anam pero usando piñas; Orange Fiber usa residuos de naranja - que ya ha usado Ferragamo- y Spiber Inc. que usa proteínas de tela de araña para crear ropa sport. Las colaboraciones entre estas empresas innovadoras y las marcas reconocidas de moda a nivel mundial aumentan día a día. Un nuevo panorama se visualiza.

Podemos concluir, que conforme el tiempo va pasando, más marcas sostenibles van surgiendo y con ellas nuevas formas de evitar el uso de poliéster y otros textiles artificiales. Más congresos internacionales hacen alianzas, crean proyectos, e innovan con nuevos materiales para reducir aunque sea un porcentaje de la contaminación causada por más de un siglo. Y poco a poco más personas van comprendiendo lo dañino que puede ser en la actualidad y para las futuras generaciones un consumo y producción de moda como la actual y eso sí que será lo que genere el cambio significativo en un futuro próximo.

Fotos: Pxhere y Pexels; Cortesía Orange Fiber.

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