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La primera dama de Brasil hace de la moda una causa patriótica y sostenible

Por AFP

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Moda
La primera dama brasileña, Rosangela "Janja" da Silva, junto a la nueva ministra de Cultura de Brasil, Margareth Menezes, el 2 de enero de 2023. Crédito: MAURO PIMENTEL / AFP

Sao Paulo - Desde que subió en enero la rampa del palacio presidencial para la asunción de su esposo, la primera dama de Brasil, Rosángela da Silva, se convirtió en una activa militante de la moda nacional, con un vestuario ligado a diversas causas sociales.

"Janja", como se conoce a esta socióloga de 56 años, cambió el estilo desenfadado de "jeans" y zapatillas que mantuvo durante la campaña junto al líder izquierdista, de 77 años, por otro más elegante, con diseños elaborados a partir de materias primas regionales, como el algodón o fibras de seda, con coloridos simbolismos.

Entre ellos, una estrella roja, símbolo del Partido de los Trabajadores de Lula, en la suela de sus zapatos de cuero; la estampa de Maria Bonita, ícono feminista de la primera mitad del siglo XX, en una blusa de seda; bordados de una cooperativa de mujeres en un "blazer", o una pollera sustentable hecha de retazos.

Poco conocida hasta su casamiento con Lula en 2022, "Janja" "hizo de la moda nacional uno de los elementos para construir su figura política como progresista, feminista y conectada a cuestiones sociales", dice Benjamin Rosenthal, especialista en "marketing" personal de la Fundación Getulio Vargas.

Sus elecciones se alinean con el objetivo de dar un nuevo significado al rol de primera dama, cuya término tacha de "patriarcal" y ha pedido que no se utilice.

En paralelo, esta mujer de pelo castaño, mediana estatura y anteojos pretende "llevar a los diseñadores brasileños adonde vaya", según dijo ella misma en enero en una entrevista con la revista Vogue.

La primera de pantalón

De la marca brasileña Reptilia, lució diseños de materiales reutilizados, con telas de antiguas tiendas cerradas y otros de corteza de algodón.

"Da al papel de primera dama la practicidad de una mujer con 'las manos en la masa'", analiza Heloisa Strobel, de 36 años, fundadora de Reptilia, que ganó particular exposición con una falda roja usada por "Janja" en Argentina.

"Sería extraño verla con un vestido ajustado con el que apenas puede caminar", añade.

En cambio, esa es una prenda habitual de la esposa del exmandatario ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), Michelle, quien solía usar colores pastel en contraste con los tonos fuertes de "Janja".

Las diseñadoras Helo Rocha y Camila Pedrosa dieron que hablar al vestirla para su boda y la asunción el 1 de enero en Brasilia de Lula, una ceremonia para la que no usó vestido, rompiendo con las costumbres de las primeras damas brasileñas.

En esa ocasión vistió un traje pantalón de seda teñida con cajú y ruibarbo -que crecen en Brasil-, con bordados de paja de tradición indígena hechos por artesanas del noreste.

"El pantalón es un símbolo de emancipación femenina. En Brasilia, hasta hace unos 20 años, las mujeres no podían usarlos para entrar al Congreso o al supremo tribunal", explica Rocha.

En cambio, la modernidad de "Janja" contrastó con el estilo clásico de su esposo, Luiz Inácio Lula da Silva, enfundado en un traje oscuro y corbata, un atuendo que le hizo visiblemente sufrir en un día de altas temperaturas en la capital.

"Más que chanclas y carnaval"

En Misci, una firma destacada de la Fashion Week de Sao Paulo, la socióloga adquirió blazers, polleras y camisas, como la que homenajea a la nordestina Maria Bonita, tachada de bandida por algunos.

"La moda materializa el momento sociopolítico. 'Janja' tomó herramientas de la marca para hablar con su vestimenta", señala Airon Martin, 31, creador de Misci, una firma en crecimiento, con planes de internacionalización.

"Afuera, Brasil es conocido por sus chanclas y el carnaval. Pero también tenemos una industria de lujo muy potente, con sedas y algodones increíbles", defiende Martin.

"Janja" "quiere mostrar la mejor producción de Brasil, distinta de la 'brasilidad' obvia representada por una palmera", sintetiza Strobel.

En Brasil, la industria textil y de confección facturó en 2022 unos 29.650 millones de dólares estadounidenses (unos 27.932 millones de euros), según estimaciones del sector.(AFP)

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