En la Versalles de Italia, Stefano Ricci lanzó su nueva colección de moda
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Con el lema "Reyes por un día", el estilista italiano Stefano Ricci lanzó esta semana su última colección en el suntuoso Palacio Real de Caserta, cerca de Nápoles, la llamada Versalles de Italia, otrora residencia de los Borbones y del Imperio Napoleónico.
A bordo de un elegante carruaje, el estilista y sus hijos recorrieron el atardecer del martes los vastos jardines del Palacio Real.
Con una copa de champán en mano, en medio de los modelos que lucían chaquetas impecables color amarillo mostaza o llamativos rojo o azul, Ricci presentó la nueva colección primavera-verano del 2020.
El palacio barroco, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997, de enormes dimensiones y similar a Versalles en Francia, fue escogido por la emblemática marca masculina italiana, que el diario New York Times considera el "modisto del 0,001 pour cent" de la población.
La marca Stefano Ricci, fundada en Florencia, sinónimo de lujo, viste a celebridades como Andrea Bocelli, Morgan Freeman y Tom Cruise e incluso, en el pasado, a Nelson Mandela.
La última colección, desde el traje a rayas hasta la chaqueta de caza o el esmoquin, tienen como objetivo que te sientas "rey por un día".
En una época en que las creaciones de importantes diseñadores se pueden comprar por internet, Ricci ofrece a los hombres más ricos del mundo una experiencia personalizada, con artículos "Made in Italy", creados con antiguas técnicas florentinas.
"Nuestro cliente siempre necesita la emoción, tocar el producto, ver al sastre, que le tomen las medidas, que haya una historia", explica a la AFP Nicolás Ricci, director ejecutivo e hijo mayor del fundador Stefano. "Quiere que lo mimen durante una hora", agrega.
"Tenemos algunos clientes supersticiosos que quieren un par de pantalones o un traje o camisas, por ejemplo, para citas importantes. Si el tiempo es extremadamente apretado para entregar la ropa, envían su avión privado para recibirla a tiempo", contó.
Hombres con poder
Que se trate de una chaqueta de ante de más de 5.000 euros o de una gorra de béisbol de seda y cocodrilo a 1.600 euros, el cliente de Ricci es un hombre con poder, "amante del arte antiguo" y de la naturaleza.
"El hombre Ricci ama las montañas, los bosques, los perros y, no tengo miedo de decirlo, cazar", asegura Stefano Ricci.
El diseñador, un barbudo de 67 años, cazador empedernido, confiesa sin embargo que su verdadera pasión es la alta moda, "un virus", dice.
¿Su último reto? "Crear un material con una estructura compacta pero al mismo tiempo extremadamente suave y luminosa, no como un vidrio transparente sino como la piel de una hermosa chica", afirma.
Concentrada en el multimillonario mercado emergente de Rusia, China y Oriente Medio, la marca, que está a punto de abrir una tienda en Turkmenistán, quiere evitar lo que ha pasado a otras marcas de lujo, que han perdido su exclusividad.
"Hemos descubierto que no hay límite de precio si el cliente reconoce que se trata de un producto de alta calidad", explicó Niccolo Ricci.
"Incluso en el caso de un traje que cuesta 25.000 euros. Si el cliente entiende el tipo de trabajo realizado, la calidad de la tela, nuestro compromiso de encontrar materias primas únicas para nuestras colecciones exclusivas, el cliente lo acepta", asegura.
La marca alcanzó el año pasado un volumen de negocios de 150 millones de euros, y registró un crecimiento del 5% en el primer trimestre de este año, a pesar de una serie de dificultades como la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, y las incertidumbres que rodean al Brexit.
"He tenido la suerte de hacer lo que amo, de trabajar con mi esposa y mi familia, y ahora dejo el campo a mis hijos", confiesa Stefano Ricci.
"Concibo en parte las colecciones, doy instrucciones, participo en el proceso, pero ahora estoy más relajado", admite.(AFP)
Foto: Andreas Solaro / AFP