Diseñadora de grandes marcas que usa velo sueña con otra moda
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Hija de una coreana y un palestino, educada en Ohio, en el norte de Estados Unidos, Sarah Musa sorprendió a sus padres al decidir usar el velo a sus 17 años. Hoy trabaja para grandes marcas y sueña con crear un día su propia moda, púdica pero universal.
En Ralph Lauren, Anna Sui, Carolina Herrera o Club Monaco, donde aún es diseñadora técnica senior, la joven se ha adaptado a los códigos del mundo de la moda, sin importar la ropa con la que trabaja. "Hago vestimentas bellas", dice, "y las mujeres pueden elegir vestirlas como quieran". Ella misma superpone regularmente elementos de diferentes creadores para cubrir su cuerpo. "Prefiero vestir una blusa de manga larga Uniqlo que la fea 'modest fashion'", dice en referencia a la "moda púdica", a veces llamada también "moda islámica".
Cuando escogió usar el velo a los 17 años, a su madre, de origen coreano y cristiana, le llevó tres años aceptar su decisión. Habitualmente a esa edad "los jóvenes solo quieren ser parte de la masa", dice con voz dulce pero determinada. Al cubrirse, iba "contra todo lo que decía nuestra sociedad". "Todas esas marcas te explican que debes maquillarte, mostrar la piel, teñirte el cabello", sostiene. "La industria te dice que nunca estarás suficientemente bien". "Si me cubro, tomo el poder, yo decido quién quiero ser", explica. Y más allá de la controversia que suscite este tipo de decisión, está segura de que "para la mayoría de las mujeres musulmanas en el mundo, es una elección".
Trabajar aún más duro
A los 20 años, Sarah lanzó su marca de "modest fashion", Haya, pero la puso rápidamente a dormir para poder estudiar, primero en el prestigioso Fashion Institute of Technology de Nueva York, luego en los ateliers de las grandes marcas.
Pero la idea de proponer su propia línea sigue bien presente en ella, que ganó un concurso nacional de creación de velo islámico hace tres años. "Mi mensaje no será religioso", advierte, citando como ejemplo a la creadora estadounidense Ryan Roche, adepta de los pantalones y las mangas, y The Row, la casa de las hermanas Olsen, que ofrece muchas piezas largas y amplias. "Son extremadamente púdicas, pero como no están ligadas a la religión, la gente no las percibe así", subraya la diseñadora de 33 años, cuyo velo estudiado recuerda los turbantes de los años locos.
Hace una década que Sarah integra las filas de la industria de la moda, y cuenta que solo una vez tuvo problemas en el medio de las grandes marcas estadounidenses de prêt-à-porter, y la responsable fue otra mujer con velo. Si bien este sector es más abierto que el resto de la sociedad estadounidense, recuerda una entrevista de trabajo en la que fue descartada por llevar velo.
"Las personas me juzgarán siempre de una manera diferente", admite. "Debo trabajar incluso más duro, pero es esto lo que pedí cuando tomé mi decisión". Sarah siente sobre todo la diferencia cuando deja el microcosmos neoyorquino para regresar a su ciudad natal en el medio oeste del país. Y desde la victoria de Donald Trump en la elección presidencial, la fractura es aún más profunda.
"Desde que llegué a Ohio, sentí las miradas clavadas en mí. Y no soy paranoica", dice. Pero su velo suscita también a veces reacciones positivas, como el día en que una mujer la abordó por la calle para decirle que su pañuelo era "magnífico", recuerda. "Podría sacarme el velo y perderme en la masa. Pero mis amigos negros no pueden cambiar", reflexiona. Sarah prefiere ver una oportunidad en este desafío. Para los musulmanes, dice, "la moda puede ser una forma (...) de unirnos y encontrar los medios de enfrentar el sectarismo y el odio". (AFP)
Foto:Instagram/Anniesa Hasibuan/NYFW / AFP