Demandantes de asilo, estrellas de una pasarela de moda en Florencia
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Demandantes de asilo de Malí y de Gambia desfilaron en la pasarela del salón Pitti Uomo de Florencia, en el lanzamiento de una iniciativa de formación de migrantes en el mundo de la moda.
Granjeros u obreros, recorrieron desiertos y cruzaron el Mediterráneo hasta alcanzar las costas italianas en mayo. El jueves caminaron ante los flashes de las cámaras, vestidos con trajes de corte austero, jerséis con adornos o sombreros extraños.
Visiblemente impresionados al principio, adoptaron rápidamente el andar característico de los modelos, y uno de ellos le dirigió a los fotógrafos una mirada ardiente, digna de un profesional, al llegar al final de la pasarela. Los refugiados, de entre 19 y 27 años, habían sido seleccionados en su centro de acogida por el Ethical Fashion Initiative (EFI, Iniciativa de Moda Ética), que ayuda a jóvenes diseñadores africanos.
"Como estamos en Italia y que hay una gran crisis de refugiados, también hemos querido enseñar que los migrantes pueden ser un recurso", declaró Simone Cipriani, fundador y director del EFI, justo antes de los desfiles, al presentar las colecciones de cuatro modistas africanos. "Estamos creando un centro de formación para refugiados y migrantes en Italia, para que puedan trabajar en la industria de la moda y tener la posibilidad de volver a casa para montar su propio negocio", añadió. Este proyecto se hace en cooperación con Lai-momo, una asociación italiana implicada en cuestiones de inmigración, que gestiona varios centros de acogida en Bolonia (norte) y en sus alrededores desde 2014.
'Desarrollar las competencias'
En estos centros fueron elegidos los cinco hombres de largas piernas que presentaron las colecciones en el Pitti Uomo, junto a modelos profesionales. Participaron en dos sesiones de fotos el miércoles y tres en la pasarela instalada en un antiguo almacén.
Para el diseñador nigeriano-estadounidense Walé Oyejide, cuya colección juega con la yuxtaposición de motivos africanos y elementos del arte clásico occidental, el trabajo con esos debutantes es otra forma de mostrar su filosofía de la moda. "La ropa sólo es un medio. Me interesa mucho más abordar las cuestiones (...) de las migraciones, de las fronteras que se franquean", explicó a la AFP.
"Si agarro a un demandante de asilo y lo pongo en un traje, los demás lo ven de cierta manera, lo que les permite, espero, verlo como a un ser humano igual, no como alguien que vale menos que ellos", añadió. Mientras dos de sus aprendices modelos se instalaban, incómodos, para su primera sesión de maquillaje, el tercero recibía una clase particular sobre la necesidad de acelerar el paso para desfilar al ritmo de la música. Para Andrea Marchesini Reggiani, presidente de Lai-momo, el objetivo es movilizar los recursos del "Made in Italy" para afrontar uno de los enemigos más insidiosos de quienes esperan una respuesta sobre su demanda de asilo: el aburrimiento. "Es muy difícil trabajar con los migrantes ahora. Les resulta muy difícil integrarse porque son muy numerosos y vivimos una crisis económica muy profunda", consideró.
En los dos últimos años, más de 323.000 migrantes llegaron a Italia, pero dos tercios de ellos prosiguieron su camino hasta otros países europeos. "Ya tenemos colaboraciones a pequeña esquela, con refugiados que tienen competencias en la costura y el estilismo", indicó Marchesini Reggiani. "El objetivo es desarrollar esas competencias en un laboratorio específico y quizá fabricar ropa". (AFP)