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¿Adónde va a parar la basura textil de Nueva York?

Por AFP

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Moda

La industria de la moda genera toneladas de residuos textiles cada año, sobre todo en la mayor ciudad estadounidense, Nueva York, que celebra dos semanas de la moda al año. La gran mayoría termina en el basural, o incinerada.

Pero una organización sin fines de lucro fundada hace dos años propone una alternativa para poner fin al desperdicio de telas en la Gran Manzana.

Cada día, unos 1.350 kg de retazos de la industria textil neoyorquina llegan al depósito de Fabscrap en Brooklyn, ubicado en un inmenso complejo de almacenes que perteneció antes al ejército estadounidense.

Unas 250 marcas trabajan ya con Fabscrap, que también recibe telas de diseñadores de interiores y departamentos de vestuario. Hay de todo: retazos de lujosas telas de Oscar de la Renta o Marc Jacobs, de conocidas marcas como J. Crew o de nuevos diseñadores neoyorquinos que lanzan su primera colección.

Aunque en 2018 Fabscrap recogió 68 toneladas de retazos, su fundadora Jessica Schreiber, de 30 años, asegura que hay potencial para crecer, ya que solo atienden a un tercio de la industria de la moda en Nueva York.

"Después de la Semana de la Moda tenemos muchísimo trabajo. Las marcas hacen una gran limpieza luego de cada temporada", explicó Schreiber a la AFP en medio de una inmensa montaña de bolsas de basura negras, repletas de retazos que aguardan clasificación.

Valiosa información tuiteable

El trabajo de clasificación es realizado principalmente por voluntarios que a cambio de tres horas de trabajo pueden llevarse a casa 2,5 kg de retazos gratis.

Los retazos demasiado pequeños se llevarán a la trituradora y se usarán luego como aislamiento térmico, relleno de colchones o alfombras, o para hacer frazadas que se utilizan en mudanzas.

Las telas con licra, que no pueden triturarse, por ejemplo, se usarán para rellenar sacos de boxeo.

En total, cerca de 54% de las telas recibidas son recicladas, 41% reutilizadas a partir de la reventa al módico precio de 10 dólares el kilo (menos para estudiantes) y un 5% termina en el basural.

Los clientes son en general estudiantes de moda, artistas o amantes de la costura con bajo presupuesto.

Una tarifa cobrada a las marcas cubre los gastos de transporte, alquiler del depósito, costos de operación y la trituradora.

"La industria de la moda está recibiendo una creciente presión para hablar de sustentabilidad y hacer más transparente su cadena de suministro", sostuvo Schreiber.

Fabscrap otorga a sus clientes información sobre cuántos kilos de sus telas han reciclado y reutilizado, y calcula su ahorro de emisiones de CO2.

Las compañías utilizan luego esas cifras "muy tuiteables" para mostrar sus esfuerzos para proteger el medio ambiente.

La competencia: el basural

"¡Sabía que había mucho desperdicio en la industria textil, pero no que era toda una montaña!", dijo Molly Boord, una voluntaria de la organización de 23 años que cursa estudios étnicos en la Universidad de Columbia y comenzó recientemente a coser a máquina.

Fabscrap surgió para colmar una necesidad: Schreiber trabajaba en el departamento de saneamiento de la ciudad de Nueva York, manejando un programa para reciclar las 200.000 toneladas de ropa, zapatos, accesorios y ropa de cama y de mesa que los neoyorquinos tiran cada año.

Muchas marcas la llamaban para preguntarle qué podían hacer con sus residuos textiles que no clasifican como vestimenta, pero el gobierno municipal no se ocupa de ellos.

Schreiber, que tiene un máster en Clima y Sociedad de la Universidad de Columbia, decidió entonces fundar Fabscrap.

Durante un año y medio, ella misma recogió las pesadas bolsas de retazos, y las transportaba a su pequeño apartamento, primero en un taxi, luego en una camioneta alquilada. Las clasificaba y revendía, y llevaba el resto a la trituradora.

Ahora emplea a otras tres mujeres jóvenes, y han crecido tanto que han tenido que mudarse a un depósito mayor.

Aunque hay otras iniciativas de reciclaje textil en Estados Unidos y Europa, Fabscrap es la única asociación que acepta todo tipo de telas, de cualquier tamaño, y que las recoge a domicilio.

"Nuestra mayor competencia es el basural", dijo Schreiber.

"Si no existiéramos, mucho de todo esto iría a parar a la basura. Parte sería incinerada", y parte donada, pero no hay escuela de moda o de arte que pueda recibir estos volúmenes, explicó.

La voluntaria Beck Dillenberger, estudiante del famoso Fashion Institute of Technology de Nueva York, separa en diferentes baldes sus retazos: algodón, lana, telas mixtas, licra...

La industria textil "debe ser sustentable", afirmó esta joven de 26 años que confiesa ser una coleccionista de telas. "Me siento bien al ayudar".

Foto: Don Emmert / AFP

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