Carrera: las desilusiones de la industria de la moda - parte 3
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La industria de la moda es un sector codiciado que atrae a muchos profesionales, pero también consigue que algunos de ellos se sientan decepcionados. En esta serie, tres hombres y mujeres que han trabajado para grandes casas de moda hablan en exclusiva para FashionUnited de su desilusión.
En Europa, el sector de la confección supone 922.041 puestos de trabajo (cifras de Euratex, 2019); en Francia, tiene una facturación de 15.000 millones de euros (fuente: La Mode Française, 2020). Detrás de estas cifras hay trabajos de pasión, medios de vida temporales o permanentes, trabajos satisfactorios o, por el contrario, opresivos. Decepcionados, agotados o cansados de su trabajo, algunos profesionales optan por dejar sus puestos, a veces incluso renegando de toda la industria que les había hecho soñar. FashionUnited ha hablado por correo electrónico con estos profesionales de la moda para los que, en algún momento, este entorno ya no significa satisfacción. Hoy, la historia de Pauline Brun, costurera y cofundadora de una marca de ropa eco-responsable.
FashionUnited: ¿En qué sector trabaja actualmente?
Pauline Brun: A finales de 2020 empecé una nueva etapa profesional y desde enero de 2021 he estado buscando trabajo en un sector diferente al textil. Finalmente, decidí quedarme en este mundo durante un tiempo, pero cambiando mi enfoque, lo que me animó a empezar a introducirme en el desarrollo de productos textiles sostenibles. Pronto empezaré unas prácticas para aprender el oficio y espero encontrar un trabajo después.
¿Podría hablarnos de su carrera profesional?
Estudié teatro, moda y finalmente diseño de vestuario. Después de estudiar diseño de vestuario en París, viajé a Ámsterdam para hacer unas prácticas y finalmente me instalé allí porque la vida me iba mejor que en París. En Francia, trabajé en talleres de vestuario, pero también para la Alta Costura, concretamente para Dior y Givenchy, pero no directamente con ellos, pues delegan parte de su producción a talleres que hacen Alta Costura, además de teatro o cine. También tuve una breve prueba en Iris Van Herpen, pero no me quedé porque sólo trabajan con becarios y lo único que me ofrecieron fue un periodo de prácticas de seis meses con muy poca remuneración a pesar de mis cualificaciones y experiencia.
En los Países Bajos no había mucha industria del traje, así que me dediqué a la ropa de hombre. También cofundé una marca de ropa eco-responsable durante dos años.
¿Cuál era su trabajo cuando decidió cambiar de profesión?
Fui modista en la sastrería New Tailor, en Ámsterdam, durante cinco años. Mi trabajo consistía en hacer trajes totalmente a medida y algunos arreglos si mis compañeros necesitaban ayuda. Paralelamente, cofundé una marca de ropa ecológica, pero en 2020 lo dejamos.
"Los oficios artesanales casi nunca se valoran económicamente como merecen"
¿Cuáles fueron las razones que le llevaron a querer trabajar en un sector distinto al de la moda y la Alta Costura?
Hay dos razones principales. En primer lugar: el salario. Después de haber estudiado durante casi diez años, el hecho de estar altamente cualificada para mi trabajo y apenas ganar algo más que unos ingresos mínimos me desanimó. Sobre todo por estar rodeada de personas menos cualificadas pero que cobran casi el doble de mi sueldo sólo porque trabajan en ventas y no en artesanía. Los trabajos artesanales casi nunca se valoran económicamente, incluso aunque seas un experto en la materia.
La segunda razón es la poca sostenibilidad de mi trabajo. Cada vez soy más sensible con respecto a las cuestiones ecológicas y siento la necesidad de que esto se refleje en mi trabajo.
En cuanto a mi negocio, la falta de tiempo para dedicarle fue un factor importante en mi decisión. Por falta de recursos, no pude trabajar en él a tiempo completo y desarrollar la marca como es debido, el proyecto quedó en segundo plano y le costó despegar. Pero es sobre todo el hecho de que la mayoría de la gente no está dispuesta a pagar el precio que realmente vale una prenda hecha de forma responsable. Tener que justificar constantemente nuestros precios y educar a la gente se convirtió en algo agotador.
¿Qué hubiera hecho que decidieras mantener tu trabajo como sastre?
Un aumento de sueldo habría influído, pero principalmente fue la responsabilidad ecológica la que influyó en mi decisión. Aunque no me paguen bien, prefiero hacer algo que me parezca razonable.
¿Encontró alguna dificultad cuando se fue o cuando cambió de trabajo?
Cuando me marché, mi propio jefe reconoció que mi trabajo merecía mejores condiciones, pero me dijo que así eran las cosas en el sector y que eso no iba a cambiar. Así que no intentó retenerme. Cuando buscaba un nuevo trabajo, mi falta de cualificación era un obstáculo. En la actual coyuntura económica, el mercado laboral está saturado de personas que buscan nuevos retos y las ofertas de trabajo escasean. A mí me han rechazado muchas veces, y también me han hecho el vacío.
Así que decidí buscar unas prácticas para ganar experiencia, ampliar mi red de contactos y maximizar las posibilidades de llamar la atención de los reclutadores más adelante. No me veía volviendo a estudiar y las prácticas me parecían una forma más productiva de alcanzar mis objetivos. Al final, me quedé en el sector textil, pero en la parte de desarrollo de productos con un enfoque sostenible y empresas sociales.
Este artículo fue publicado originalmente en FashionUnited.FR, y posteriormente traducido del francés al español y editado por Alicia Reyes Sarmiento.